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Vía libre a la final: la lluvia ayuda a una Garbiñe que no nos puede dar plantón
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es segunda favorita en las apuestas del torneo

Vía libre a la final: la lluvia ayuda a una Garbiñe que no nos puede dar plantón

Las principales rivales del lado del cuadro de la española han caído en rondas previas, desesperadas ante el descontrol del torneo. Juega en cuartos contra la 108 del mundo

Foto: Garbiñe da un golpe contra Kuznetsova (Reuters)
Garbiñe da un golpe contra Kuznetsova (Reuters)

Roland Garros ha entrado en una dinámica en la que más que un torneo de tenis parece una conversación de ascensor. Solo se habla del tiempo, de si llueve o si escampa. En unas instalaciones que se están quedando antiguas, sin ninguna pista techada y con el cielo gris a perpetuidad es normal que se mire al cielo con impaciencia. Entre chaparrón y chaparrón se juega al tenis, que de eso se trata. Y con tanto descontrol Garbiñe Muguruza ve como el agua que cae va limpiando poco a poco su lado del cuadro. Su camino a la final la obliga a estar en ella, aunque en el tenis, y más con la hispanovenezolana, nunca se sabe del todo.

Garbiñe, que está en cuartos de final desde que ganase con brillo a Svetlana Kuznetsova -allá por el domingo, esto va lento- se ha encontrado con que sus principales rivales en su zona del cuadro no han sobrevivido al extraño ritmo de este Roland Garros. En la antepenúltima ronda jugará con Shelby Rogers, una jugadora estadounidense que con su buen torneo en París ha asaltado la banca. Los medios yanquis están embelesados con ella, porque pocas cosas gustan más en el otro lado del Atlántico que una buena historia de cenicientas.

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Rogers dice que está muy fuera de su "zona de confort" y que vive un sueño. Viendo sus resultados, y tampoco es una niña para el tenis, pues tiene ya 23 años, nadie duda de que sea así. En su camino hasta los cuartos de final ha ganado a Kvitova, gran jugadora que no se distingue por su consistencia, menos aún cuando de tierra batida se juega y a Irina-Camelia Begu. Rogers era la jugadora de ranking más bajo que entró en el cuadro final de Roland Garros, la número 108 del mundo. Lo máximo que ha ganado esta temporada por sus resultados en un torneo ha sido 21.000 dólares, los conseguidos en Río de Janeiro, donde hizo final. Por entrar en cuartos de final de Roland Garros el año pasado se pagaron 298.000 $. El salto es importante.

Todo esto se da en una jugadora que es un año mayor que Garbiñe Muguruza. Es decir, mientras que la española ya ha cruzado todas las líneas que separan a una niña hasta la élite su rival para esta ronda solo ha sido capaz de encadenar sorpresas en un gran torneo como Roland Garros. Con su excelente resultado de esta semana se colocará entre las 60 primeras del mundo, un enorme avance que solo demuestra de nuevo que, si la lógica se impone, la española tendría que pasar esa ronda.

En un torneo que hubiese sido normal, no en este caos parisino que se ha servido este año, lo suyo hubiese sido que, al menos, en semifinales se topase con alguna rival de su nivel. Pero tampoco es probable. Si Garbiñe pasa de ronda lo mejor que se puede encontrar enfrente es a Samantha Stosur. La australiana es una muy buena jugadora, hasta fue campeona del US Open...en 2011. Y el tenis se mueve deprisa. Ahora mismo se encuentra en el puesto 24 del mundo, bueno, pero no del rango de Garbiñe, cómodamente asentada en el top-10. En octavos de final ha ganado a Simona Halep, sexta del mundo y una de las jugadoras más fiables en tierra, tanto que ganó Madrid y ya ha sido finalista de Roland Garros. Nada, la lluvia también la perdió por el camino.

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Y si llamativa es Stosur aún lo es más Pironkova, tenista búlgara de 28 años que un día estuvo entre las 40 mejores del mundo pero que ahora se asienta en el puesto 102 de la WTA, un lugar más propio de torneos satélites que de Grand Slam. Tiene buen tenis, es alta y maneja bien algunos golpes, pero la realidad la señala como una jugadora menor. Y entonces ¿por qué está ahí? Por derrotar a la número 2 del mundo, la muy buena pero volátil en exceso Aga Radwanska. La jugadora polaca se desesperó con la lluvia y terminó cediendo un partido que tenía ganado.

El tropezón de Radwanska

Pironkova agradeció al cielo que lloviese, porque a ella ya le estaba cayendo una fuerte tormenta contra Radwanska. Había perdido el primer set y caía 3-0 en el segundo cuando hubo de suspenderse todo por la lluvia. A la vuelta ganó diez juegos seguidos para terminar dominando a la número 2 del mundo y culminar así una de las grandes sorpresas del cuadro.

Todo esto tiene una explicación, o las tenistas derrotadas pretenden darle una explicación: la lluvia corta el ritmo de las mejores e iguala a todos. Simona Halep lo cuenta. "No puedo hacer comentarios sobre las condiciones, no tengo palabras. En mi opinión, era imposible jugar. Jugar tenis bajo lluvia es demasiado, aunque todas estábamos bajo las mismas condiciones y quienes fueron más fuertes ganaron. No me importa haber perdido el partido, pero estuve muy cerca de lesionarme la espalda, eso es un gran problema, pero a nadie le importa", concedió la rumana.

Los responsables de Roland Garros, dirigidos por una institución del tenis francés como es Guy Laforge, no dan un solo paso que guste a los jugadores. Miran con desesperación el pronóstico meteorológico y no les gusta lo que ven, porque si no no se entiende que estén forzando a jugar cuando las pistas aún están mojadas. En el tenis eso no vale, entre otras cosas porque las líneas se vuelven muy resbaladizas y aumenta el riesgo de lesiones. Los gestores del torneo, a pesar de todo, están forzando la máquina.

Entrenadores como Xavi Budó -que dirige a Carla Suárez, cansada también de tanta espera- se quejan del caos, están limitando al máximo los calentamientos porque ven pocas ventanas en las que se pueda jugar. Roland Garros ha sido, de los grandes, el torneo más perezoso, el que más ha tardado en proyectar un techo que cubra la central y que permita que no se deje de jugar ningún día. Un torneo atrasado que normalmente no tiene estos problemas únicamente porque no llueve. Este año también la suerte es esquiva.

Y entre diluvios y errores Garbiñe Muguruza va afianzando sus opciones en el gran torneo de la tierra. Poco a poco ha ido creciendo y ya está segunda en las apuestas. Solo por detrás de Serena Williams, la siempre favorita cuando de tenis se trata. Sus rivales lo intentarán todo, pero el principal rival de la española estará en su talón de aquiles: la psicología. Necesita entrar en los partidos con calma, saber que es superior a quien le pongan por delante. Eso en otros momentos puede resultar presunción, pero en este caso es pura estadística. Garbiñe tiene vía libre, en su mano está aprovecharlo.

Roland Garros ha entrado en una dinámica en la que más que un torneo de tenis parece una conversación de ascensor. Solo se habla del tiempo, de si llueve o si escampa. En unas instalaciones que se están quedando antiguas, sin ninguna pista techada y con el cielo gris a perpetuidad es normal que se mire al cielo con impaciencia. Entre chaparrón y chaparrón se juega al tenis, que de eso se trata. Y con tanto descontrol Garbiñe Muguruza ve como el agua que cae va limpiando poco a poco su lado del cuadro. Su camino a la final la obliga a estar en ella, aunque en el tenis, y más con la hispanovenezolana, nunca se sabe del todo.

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