Nadal echa cuerpo a tierra sin excusas

Se acabó el Open de Australia para Rafa Nadal. El tenista español ha vivido un torneo lleno de sensaciones contradictorias: después de un comienzo de temporada dubitativo, en el que las lesiones y la falta de ritmo hacían presagiar que no avanzaría demasiadas rondas en el primer 'Grand Slam' del año, su excepcional papel en los primeros partidos del torneo despertaron la ilusión del jugador por llegar lejos, Pero Tomas Berdych le devolvió a la realidad en un partido en el que nada se le puede reprochar al español. Nadal echa cuerpo a tierra y empieza a pensar en la próxima llegada de la arcilla.

Pese al escaso espacio con el que ha contado Nadal para prepararse el Open de Australia, lo cierto es que el resultado no es malo, si bien es cierto que está muy lejos de lo que se espera de un jugador de su nivel. Las dificultades físicas que ha atravesado le han mermado en exceso en el torneo 'aussie', aunque ha sabido sacar lo mejor de sí para avanzar hasta los cuartos de final. Allí, Berdych devolvió a la realidad al español, al que se vio incapaz de frenar el vendaval que fue el checo en la pista. Tras pasar el primer mal trago de la temporada, el español ya afronta con ilusión la llegada de la tierra batida.

Tras Australia comienza la temporada de tierra batida, la superficie en la que más cómodo se encuentra Nadal. Es una evidencia que el español brilla más en este terreno, pues el hecho de que la bola corra más lenta beneficia las cualidades del español, entre las que destaca su capacidad para analizar mentalmente los partidos. Con un bote no tan veloz, Nadal tiene más tiempo para visualizar su mejor golpe, un hecho que lo convierte en un jugador mucho más peligroso. Pero, ahora, el balear no debe pensar en ganar, sino en un objetivo más realista: "Sumar partidos y el máximo de puntos posible".

Río de Janeiro -donde es el vigente campeón- y Buenos Aires, son sus próximas citas, torneos en los que quiere volver a la senda del triunfo. El de Manacor considera que en tierras sudamericanas las cosas pueden irle bien: "Confío en que jugar en tierra me ayude, me permita prepararme bien y ganar unos cuantos partidos", señala el español. "Esta superficie me va mejor, pues hay un patrón de juego más claro y más estrategia. Espero que el Open de Australia me haya ayudado a hacer la transición a la tierra de la mejor manera, con el fin de competir en Río y Buenos Aires", señala el español.

El aficionado al tenis está acostumbrado a escuchar hablar, por activa y por pasiva, de los éxitos por los que puede luchar Nadal, pero el propio jugador empieza a ser realista. Tal y como confirmaba algunos meses atrás, las continuas lesiones que ha sufrido le han mermado en exceso, lo que provoca que valore poder competir por encima de las victorias: "Ya no tengo 20 años, tengo casi 29 y tengo que empezar a cuidar las cosas que hago. No me importa estar más arriba o menos en el ránking, lo más importante es mantenerme competitivo el mayor tiempo posible", confesaba hace un par de meses.

Por ello, la arcilla le viene al español como anillo al dedo. No sólo por ser una superficie en la que se encuentra más cómodo, sino que dadas sus cualidades es el mejor terreno para Nadal sume puntos y vaya cogiendo ritmo de competición sin sufrir un desgaste físico grande. Es el momento de que el español empiece a sumar partidos y minutos en pista en busca de poder levantar el décimo Roland Garros de su carrera, un objetivo que se antoja como ineludible cada temporada. El español sabe que la arcilla es la mejor aliada para que siga trabajando en busca de su mejor nivel.

Pero hasta que comience a jugar, es necesario destacar su saber estar en la pista. Como es habitual, Nadal no tuvo excusas para explicar su derrota ante Berdych: "Fue justa. La competitividad te la dan los torneos y en los últimos meses me ha faltado competir". Ahora comienza una nueva etapa de la temporada en la que la tierra pasa a tener todo el protagonismo, aunque no sabe si le ayudará: "Lo que hace grande al deporte es desconocer lo que sucederá, las dudas, las incertidumbres… En fin esa insatisfacción de querer mejorar todos los años". La misma que busca Nadal en la tierra.