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La fuerza mental de Rafa Nadal es más poderosa que las ampollas de su mano
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LAS CUATRO ÚLTIMAS MUERTES SÚBITAS, SUYAS

La fuerza mental de Rafa Nadal es más poderosa que las ampollas de su mano

La mano izquierda de Nadal está siendo su talón de Aquiles en Australia. Por ello no exhibió su mejor juego, pero su fortaleza mental equilibró la balanza

Foto: Rafa Nadal en un saque durante el partido ante Dimitrov. (Reuters)
Rafa Nadal en un saque durante el partido ante Dimitrov. (Reuters)

“Me alegro de que la gente haya disfrutado, pero yo he sufrido mucho”. Hablaba Rafa Nadal del partido que acababa de ganar a Dimitrov en el que, además de remontar el primer set, tuvo que luchar contra el calor, los enfervorecidos aficionados búlgaros y su último talón de Aquiles: la mano izquierda. La ampolla que tiene le merma, y es que el de Manacor sólo baja el nivel cuando tiene alguna dolencia física: en su día fueron las rodillas, ahora es la empuñadura de la raqueta. Poco importa que su cuerpo no esté al cien por cien, porque Rafa Nadal cuenta con una poderosa arma que bloquea cualquiera de estos indicios: su mente. Tanto es así que, tanto en octavos como en cuartos, se ha llevado los últimos cuatro tie-breaks disputados.

Rafa Nadal es uno de los mejores competidores que hay en el mundo del deporte. Su voluntad y lucha son claves cuando el juego del mallorquín no llega a la perfección. El partido disputado ante Dimitrov es el mejor ejemplo de ello. Tras un par de partidos en los que la exigencia no fue demasiado alta, el búlgaro le puso a prueba. Golpeó primero y, en un escenario adverso para Nadal, se creció. Acorralado en el fondo de la pista, las piernas de Nadal no eran tan rápidas como las de Dimitrov, sus golpes se volvieron torpes y toscos y, en muchos momentos, excesivamente cortos. No exhibió su mejor juego, pero su fortaleza mental equilibró la balanza.

placeholder El de Manacor golpea con fuerza la pelota. (EFE)

Hay una causa por la que el número uno del mundo no puede sacar lo mejor que tiene en su raqueta y tiene que ver con esta. Más concretamente con su empuñadura. Igual que sucedió con sus rodillas, la ampolla de su mano le obliga a jugar mermado. El propio Nadal explicaba tras el partido que normalmente tiene callo en esa zona, pero en Australia, con el calor, se inflamó y se abrió. La solución encontrada le hace sentir que “la raqueta parece que se va, no eres capaz de acelerar en el momento correcto”. La herida coincide con el final de la empuñadura, el vendaje desvirtúa las sensaciones de Rafa y la precisión en el golpeo es vital en estos niveles, un milímetro más o un milímetro menos supone ganar o perder un partido. Además, ralentiza su saque: “He servido despacio, mal”. Tanto que las bolas de Rafa Nadal sólo alcanzaron los 168 km/h e, incluso, algunas no superaron los 137.

placeholder Las ampollas dificultan su juego.  (Reuters)

Los cuatro últimos ‘tie-breaks’ para Nadal

Boris Becker no se explicaba cómo podía aguantar (y ganar) el de Manacor. Es ahí donde entra en escena el poder de la mente del número uno del mundo. Maneja como nadie las situaciones más complejas y, donde su adversario siente flaquear las piernas, él se crece. Los nervios aparecen al otro lado de la pista mientras en el lugar que ocupa Nadal disminuyen. La muerte súbita es uno de estos escenarios, y el mallorquín salido ganador en las cuatro últimas. Dimitrov fue su última víctima. Antes del búlgaro, el japonés Kei Nishikori vio cómo Nadal le ganaba los tie-breaks del primer y el tercer set. Ayer, la escena se repitió con distinto protagonista. Tanto estaba sufriendo Rafa que celebró la primera muerte súbita agachado junto a su banquillo, apretando la mandíbula, sacando la rabia.

placeholder Rafa celebra un punto definitivo. (Reuters)

No son pocos los tenistas que han vivido en primera persona los efectos de la firmeza mental de Nadal. El último ha sido Dimitrov, conocido como 'Baby Federer’ por sus semejanzas con el suizo. Muchos apuntan que lo único que les diferencia es la apariencia física ya que su juego y estilo son prácticamente iguales. Caprichos del destino, tanto el búlgaro como el suizo han derramado lágrimas en Australia ‘por culpa’ del mismo tenista: Rafa Nadal. Este miércoles fue Dimitrov y hace cinco años fue Federer en la final. La desconsolada imagen mientras confesaba que aquello le “estaba matando” dio la vuelta al mundo. Este viernes sus caminos vuelven a cruzarse en Melbourne. El suizo llega pletórico y situado entre los favoritos para ganar el título, algo que puede ser debidoal cambio de entrenador. Nadal seguirá arrastrando los problemas en su mano izquierda, pero su mente está intacta. Y ella es la que gana partidos en los momentos claves.

“Me alegro de que la gente haya disfrutado, pero yo he sufrido mucho”. Hablaba Rafa Nadal del partido que acababa de ganar a Dimitrov en el que, además de remontar el primer set, tuvo que luchar contra el calor, los enfervorecidos aficionados búlgaros y su último talón de Aquiles: la mano izquierda. La ampolla que tiene le merma, y es que el de Manacor sólo baja el nivel cuando tiene alguna dolencia física: en su día fueron las rodillas, ahora es la empuñadura de la raqueta. Poco importa que su cuerpo no esté al cien por cien, porque Rafa Nadal cuenta con una poderosa arma que bloquea cualquiera de estos indicios: su mente. Tanto es así que, tanto en octavos como en cuartos, se ha llevado los últimos cuatro tie-breaks disputados.

Rafa Nadal Roger Federer
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