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La aparejadora y jugadora de rugby que ha vuelto a su pueblo a recoger espárragos
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ESTHER ROCHA HACE FRENTE ASÍ AL CONORAVIRUS

La aparejadora y jugadora de rugby que ha vuelto a su pueblo a recoger espárragos

Pendiente de conocer si ha sacado una plaza en el Ayuntamiento de Madrid, la jugadora del MAD Rugby Boadilla ha regresado a Fontanar (Guadalajara) a trabajar como una temporera más

Foto: Esther Rocha, con mascarilla, junto a una compañera que se la retira solo para la foto, en la nave donde trabaja
Esther Rocha, con mascarilla, junto a una compañera que se la retira solo para la foto, en la nave donde trabaja

Dicen que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Si de algo positivo está sirviendo la dramática y devastadora crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia del coronavirus es para descubrir a personas a quienes las adversidades lejos de hundirles les sirven para sacar lo mejor de sí mismas. Este es el caso de Esther Rocha, una arquitecta técnica a quien, como suele decirse, no se le han caído los anillos y en este tiempo de confinamiento se ha ido, no a freír, sino a recoger espárragos como una temporera más. Una dura e ingrata tarea para la que le sirve el espíritu de su gran pasión, el rugby, en el que la frase inicial se hace realidad.

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Esther se presentó en febrero a unas oposiciones para aparejadores que sacó el Ayuntamiento de Madrid, pero tras decretarse el estado de alarma se ha quedado pendiente de saber si las ha superado. "Fueron tres exámenes y me falta por conocer la nota del tercero, al que nos presentamos 60 aspirantes para 37 las plazas que hay. Con todo lo que ha venido después, no sé cuándo nos dirán algo, así que no tenía nada que hacer y, en vista de que tampoco podía entrenar con mi equipo de rugby, decidí volver a mi pueblo y echar una mano".

Efectivamente, además de arquitecta técnica, Esther juega en el MAD Rugby Boadilla, equipo de la regional madrileña, pero al suspenderse las competiciones, así como todas las actividades deportivas, decidió regresar a Fontanar, un pequeño pueblo de Guadalajara junto al río Henares y a 10 kilómetros de la capital alcarreña donde faltaba mano de obra por la ausencia especialmente de temporeros búlgaros. Prueba de lo ingrata que es esta tarea es que "de los 50 que nos apuntamos, solo seguimos trabajando diez".

placeholder Esther, con casco azul, durante un partido con su equipo de rugby
Esther, con casco azul, durante un partido con su equipo de rugby

Como cuenta la manchega, "hay que mantener la economía, que bastante se está hundiendo, y no podía quedarme en Madrid de brazos cruzados. Sabía que en mi pueblo había riesgo de que se perdieran las cosechas al no tener quién recogiera los espárragos y, aunque esto es algo que nunca había hecho, no lo dudé. Es mi granito de arena, generar impuestos con lo poco que gane". Esther solo descansa los días que llueve, pues el tiempo para la recogida apremia. Aunque se ofreció para ello al verse físicamente preparada, ella no está saliendo al campo, sino que está en la nave, donde el trabajo también es duro, pero, como bien destaca, lo más importante es la labor en equipo. "De hecho, me recuerda al juego del rugby y a las muchas cosas valiosas que aprendes en este deporte", comenta.

Sus inicios en el rugby

Como muchas chicas de su generación y a diferencia de lo que afortunadamente sucede en la actualidad, Esther Rocha tomó contacto con el rugby en la universidad. "Fue hace 15 años, cuando empecé la carrera de Físicas en la Universidad Complutense de Madrid y jugué con la selección politécnica". Al año siguiente cambió de estudios y entró en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, también en Madrid, mientras que en lo que al rugby se refiere se enroló en el Scrum RC, antes de que este se fusionara con el XV Sanse Rugby Club y pasara a ser lo que hoy conocemos como el Sanse Scrum Rugby Club, uno de los clubes punteros de la División de Honor.

placeholder MAD Rugby Boadilla, el equipo en el que juega Esther Rocha
MAD Rugby Boadilla, el equipo en el que juega Esther Rocha

"Entonces éramos solo cuatro equipos, no como ahora que está la Liga Iberdrola, la División de Honor B... Es impresionante lo que ha crecido el rugby femenino en España, aunque ya en mis tiempos hablábamos de que las Leonas debían jugar el 6 Nacionales dado su nivel", comenta Esther, quien también vivió una experiencia rugbística nada menos que en China. "Jugué en los Shenzhen Dragons, donde a falta de jugadores, el rugby era mixto, y una vez que su presidente vino a España se quedó sorprendido del desarrollo y el nivel de nuestro rugby, y especialmente del femenino".

Una grave lesión de rodilla, la clásica rotura del ligamento cruzado anterior, así como una estancia en Dinamarca con motivo de su trabajo fin de curso, le alejaron de la elite del rugby femenino español, aunque no de su práctica y, lo más importante, de ese espíritu que Rocha está demostrando ahora al dar el paso de ponerse a trabajar como temporera en la recolección del espárrago.

Todo un ejemplo de compromiso social, con hechos y no con palabrería. Sin duda tiene mucho mérito lo de esta tronchera, el gentilicio de Fontanar, el pueblo al que ha vuelto para echar una mano contra el coronavirus. Ya lo dijo Gordon Brown, el mítico segunda línea escocés, no el ex primer ministro británico: "Todos los deportes son trabajo en equipo, pero el rugby en particular se trata de trabajo en equipo y esa es su esencia". Así entiende la vida Esther Rocha.

Dicen que el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Si de algo positivo está sirviendo la dramática y devastadora crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia del coronavirus es para descubrir a personas a quienes las adversidades lejos de hundirles les sirven para sacar lo mejor de sí mismas. Este es el caso de Esther Rocha, una arquitecta técnica a quien, como suele decirse, no se le han caído los anillos y en este tiempo de confinamiento se ha ido, no a freír, sino a recoger espárragos como una temporera más. Una dura e ingrata tarea para la que le sirve el espíritu de su gran pasión, el rugby, en el que la frase inicial se hace realidad.

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