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El amago de humillación de Francia a Inglaterra: el 6 Naciones consumó el Brexit
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primera jornada con sorpresas

El amago de humillación de Francia a Inglaterra: el 6 Naciones consumó el Brexit

Francia tumba a Inglaterra en una primera jornada del Seis Naciones que deja muchas lecturas en cada uno de los encuentros disputados

Foto: Los jugadores ingleses, derrotados claramente en Francia. (Reuters)
Los jugadores ingleses, derrotados claramente en Francia. (Reuters)

El Seis Naciones 2020 ya está en juego y como todas las ediciones postmundialistas destaca la cantidad de cambios. Cuatro seleccionadores (Pivac con Gales, Galthie con Francia, Farrell con Irlanda y Smith con Italia) estrenan cargo y el mismo número de capitanes brazalete. Destaca, algo inusual en el rugby actual, que la mitad de ellos sean tres cuartos (Hogg, Owen Farrell y Sexton), lo que es significativo porque no están en el radio de acción de la pelota, alejados de los agrupamientos y, por tanto, del árbitro. Y eso es importante, porque recordemos que en este deporte solo está autorizado a hablar con el colegiado el capitán. El resto solo lo hará en caso de que el árbitro se dirija a él.

El tsunami rojo arrasa a Italia

El asunto empezó con lo previsto. Un tsunami rojo en forma de aluvión de ensayos galeses sobre una Italia de cristal. Pivac ha fiado todo al ataque, consciente de que su defensa está perfectamente ensamblada tras 12 años de trabajo con Shaun Edwards, quien se ha mudado a Francia para metalizar a los del gallo. Con la defensa arreglada, Pivac ha instalado el espíritu audaz de las gentes de Llanelli, donde los Scarlets juegan al ataque por imposición de los Estatutos del club. Y así laminaron a Italia (42-0) con un Josh Adams, el pichichi del Mundial, desatado que anotó tres ensayos. El último el más significativo y el más valorado por su entrenador.

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Una jugada a cinco metros de marca cerca del banderín en el que el medio melé sirvió una pelota plana para que el ala se estampará contra dos italianos y percutiese cayendo dentro de la zona de marca. Pivac quiere a los jugadores involucrados en el juego, cerca de los agrupamientos y en el rango de pase de su 9 para que este disponga de más opciones y sobre todo levante la pelota rápido antes de que se forme la cortina defensiva enfrente. Rugby running y mucho extra pass para ganar los espacios. Gales va a divertir, aunque seamos cautos porque Italia no es un termómetro fiable para medir el estado de salud de ningún rival.

El 'destroy & enjoy' irlandés

El partido con más enjundia fue el Irlanda-Escocia. Anunciaba la irrupción de Andy Farrell en el banquillo irlandés su propuesta de rugby: Destroy & Enjoy. Una vuelta de tuerca a lo que hacía Joe Schmidt, que tan buen resultado le dio con su tercera de destructores (CJ Santander, O'Brien, Van der Flyer, O'Mahony, Jordy Murphy...). Parecía Escocia, con la imagen blanda y caótica que ofreció en Japón, una víctima propicia para este estreno. Pero ocurrió justo lo contrario. Los del cardo mostraron una aspereza desconocida en defensa y laminaron a los del trébol con una fiereza salvaje. Y, lo más asombroso, arrasaron a la melé irlandesa.

Buscando en el banquillo caledonio a los culpables, emergía la pétrea figura de Pieter de Villiers. El pilar sudafricano internacional con Francia había ajustado los mecanismos del pack escocés con un puntal como WP Nel al mando. Condicionaron a los del trébol en esa fase y sembraron dudas. Pero el gran triunfador del partido fue Steve Tandy, un antiguo flanker que dirigió a los Ospreys seis temporadas antes de irse a curtir al Súper Rugby como entrenador de defensa en los Waratahs. Tandy hizo los deberes y Escocia mostró el perfil más aguerrido que se le ha visto en años. Hasta el punto de dominar a los irlandeses en los puntos de contacto y anestesiarlos con placajes ganadores que hacían retroceder de manera impensable a tipos como CJ Stander. ¡Ver para creer!

Si Tandy fue el ganador, Hogg y sus compañeros de la línea fueron los perdedores. Al zaguero, que se estrenaba como capitán, se le cayó la pelota entrando en la zona de ensayo por llevarla cogida con una mano. Como él mismo dijo, "un error de colegial". Un fallo grosero, pero uno más de los muchos que lastraron a Escocia cometidos por su tres cuartos. Especialmente desafortunado estuvo Horne, el medio melé suplente, que salió acelerado y falló en la lectura del juego en los minutos finales cebando a su delantera a centímetros de la línea de ensayo rival. Tanto que los desfondó y acabaron perdieron una oportunidad histórica. Escocia no cumplió el axioma rugbístico ("hay que sumar siempre que se visita la 22 rival") y lo pagó. No ganó Irlanda, perdió Escocia (19-12). Lo cual en el fondo no deja de ser una buena noticia porque delata que el Seis Naciones recupera a una competidora más que en los últimos años había desertado. Los del cardo no ganan desde 1999, el último Cinco Naciones. Pero esta derrota invita al optimismo. Igual que la victoria irlandesa fue acogida con pesimismo por sus compatriotas.

Inglaterra llegó a ir perdiendo 24-0...

Para el domingo quedó Le Crunch. Francia-Inglaterra en París. Eddie Jones decidió quedarse tras perder la final del Mundial de Japón "porque creo que puedo hacer a este equipo el mejor del mundo". Se habló de dos años renovables o de otro ciclo mundialista, pero Eddie fue más categórico: "Será la actitud de los jugadores la que dicte con su esfuerzo o su indiferencia si quieren que me quede hasta el Mundial". Una vez confirmada su permanencia, Jones se marchó a Japón, país materno, donde ha pasado tres semanas alejado del rugby sufriendo con un exigente régimen de Crossfit en la isla de Okinawa. Ha vuelto a punto y se ha llevado al grupo a Portugal para mostrarle su nuevo referente: "Quiero que se hable de esta Inglaterra como se habla del Liverpool en la Premier". El paralelismo no es fortuito, los de Klopp suman en 23 jornadas, 22 victorias y un empate.

En París se encontraron a la Francia de Galthie, un 9 legendario con una cabeza privilegiada. Fabien ya estuvo en el Mundial de Japón engrasando el ataque y se notó su mano: Dupont-Ntamack-Penaud-Fickou-Vakatawa-Thomas... Una línea que huele a champagne y rugby "previsiblemente imprevisible". El asunto es que los tres cuartos juegan con las pelotas que conquistan los delanteros y ahí aparecen Le Roux, Willemse, Cros, Alldritt... Ni un nombre de referencia mundial, lo que complica el abastecimiento de la línea. A eso se suma la fragilidad defensiva de los galos, que ha venido a solucionar Shaun Edwards. Una tarea complicadísima.

Pero estamos en edición postmundialista del 6 Naciones y puede pasar de todo. Y ocurrió que Francia deslumbró imponiéndose en el breakdown, especialidad de los ingleses. Edwards adoctrinó a sus delanteros y los gordos bleus sometieron a los rottweilers ingleses con placajes ganadores. Y en medio de la batalla volvió a aparecer revoloteando como una mariposa Dupont, ese 9 menudo que está llamado a marcar época. La magia de Toto encontró autopistas en las cortinas defensivas inglesas y Ollivon, un capitán impredecible, le siguió sacando brillo a dos jugadas ofreciendo el apoyo y posando dos ensayos.

El 24-0 hizo daño a la arrogante Inglaterra, que exhibió sus malos modos antes de que Jonny May, con dos ensayos, resucitase las expectativas de los de la Rosa. Pero Francia frenó la hemorragia (24-14) y completó la sorpresa. El 6 Naciones consumó el Brexit.

El Seis Naciones 2020 ya está en juego y como todas las ediciones postmundialistas destaca la cantidad de cambios. Cuatro seleccionadores (Pivac con Gales, Galthie con Francia, Farrell con Irlanda y Smith con Italia) estrenan cargo y el mismo número de capitanes brazalete. Destaca, algo inusual en el rugby actual, que la mitad de ellos sean tres cuartos (Hogg, Owen Farrell y Sexton), lo que es significativo porque no están en el radio de acción de la pelota, alejados de los agrupamientos y, por tanto, del árbitro. Y eso es importante, porque recordemos que en este deporte solo está autorizado a hablar con el colegiado el capitán. El resto solo lo hará en caso de que el árbitro se dirija a él.

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