Es noticia
'Orcos blancos' contra 'gigantes negros' o la final anticipada del Mundial de Rugby
  1. Deportes
  2. Rugby
Norte contra sur en el partido total

'Orcos blancos' contra 'gigantes negros' o la final anticipada del Mundial de Rugby

Inglaterra se enfrentará a los All Blacks en las semis del Mundial. Los ingleses se deshicieron de Australia con una defensa hercúlea, mientras los neozelandes rozaron la excelencia sobre Irlanda.

Foto: Los All Blacks celebran su victoria ante Irlanda en los cuartos del Mundial. (EFE)
Los All Blacks celebran su victoria ante Irlanda en los cuartos del Mundial. (EFE)

Eddie Jones y Michael Cheika se conocen bien. Eran dos piezas de la columna vertebral de su club, el Randwick DRUFC australiano, a final de los noventa. El seleccionador inglés actuaba de talonador, el de Australia, como 8. Dos tipos con malas pulgas que sin ser grandes amigos hicieron buenas migas. Cuando los dos se convirtieron en entrenadores, trasladaron ese carácter áspero del césped a los banquillos. Por eso estos días previos al enfrentamiento entre los del cardo y los wallabies era inevitable algo de 'trush talk'. Cruces de declaraciones, recados, advertencias... un Inglaterra-Australia. 'Do or Die'.

Cheika se lamentaba de ver tanto australiano en la trinchera inglesa. Algo remarcable por la histórica rivalidad entre las dos naciones por su tormentosa relación colonial. El partido no entendía de favoritismos: 50 partidos entre ambos con 25 triunfos ingleses, 24 australianos y un empate. Empate a tres en las Copas del Mundo. Desde muy temprano el partido comenzó con un clásico entre los clásicos, los mind games entre los primeras líneas. En este caso era Latu quien desafiaba a Sinkler y le provocaba tras ver cómo el pilier de la rosa era asolado por su par en la primera melé.

Lealifano, que venía de ganar la batalla a la leucemia, abría las hostilidades marcador con un golpe (0-3). Pero Inglaterra, que jugaba a darle la almendra a los wallabies en su campo, se hizo con la pelota en campo rival y comenzaron a pasar cosas en el entorno de Andy Watson. En el minuto 19 Watson, que ya había dejado dos avisos en su ala, volvía a ganar la línea de ventaja. Y los tres cuartos ingleses, con dos dummies, la llevaron hasta May, que se lanzó para posar en el banderín (3-7). Sin margen de maniobra, dos minutos después, un error a la mano de Pocock en la frontera de la 22 inglesa era cazado por Slade, que salió en estampida. Se le hacía largo el campo, por lo que decidió dar una patada rasa en diagonal al pasillo de May, donde apareció Jonny en carrera para finalizar el trabajo. Un error, un ensayo. La quirúrgica fórmula de los All Blacks en versión inglesa. 14-3 a los 22 minutos.

placeholder Anthony Watson, de Inglaterra, celebra un tanto anotado a Australia. (EFE)
Anthony Watson, de Inglaterra, celebra un tanto anotado a Australia. (EFE)

La defensa, clave

El ensayo de May justificaba la suplencia de Ford por la aparición de un Slade maduro y clarividente en la jugada. Slade es eso. Pone las neuronas y la lectura en la línea inglesa con un smash player a su lado como Tuilagi y los tres zagueros en el back three. Después llegó el intercambio de golpes entre Lealifano y Farrell. Las malas noticias para Australia es que cada vez que los ingleses pisaban campo aussie, anotaban. Los wallabies castigaron mucho a Sinkler, incómodo en la melé, y fueron sacaron golpes que les permitieron marcharse al descanso con el incendio sofocado: 17-9.

Australia no se iba con malas sensaciones. Y eso lo refrendó nada más cuando Petaia recibió un balón en el despliegue y en lugar de seguir jugando fuera dobló dentro, donde el fiyiano Koroibete apareció como un cohete para posar el primer ensayo australiano. Posado y conversión. Partido nuevo (17-16). Escocida Inglaterra, se marchó a campo rival con la bola en las manos. Farrell disponía de buenas alternativas, como dobles cortinas y con carreras planas por delante. En una de ellas Owen tensó un pase plano en la cara de los australianos que llegó a las manos de Sinkler, que rompió la cortina y terminó zambulléndose en el ingoal aussie. 24-16.

El Momentum se produjo en el minuto 58, cuando los australianos, en inferioridad en melé, pidieron un scrum frente a palos y lograron estabilizar la melé para una salida de 8 de Naraisaki, que fue frenado por los chacales ingleses, Curry y Underhill, quienes un par de fases después en un sacacorchos levantaron la pelota a los australianos y salvaron la jugada. La defensa feroz de los de la rosa les mantenía arriba: 90% de placajes de casi 150 tackles a la hora de partido. Así sumaron dos golpes más ganando el breakdown desconectando a Hooper y a Pocock.

El partido comenzó a decidirse en los detalles. Balones que se caían, touches que pasaban de largo, melés ganadas, rucks bloqueados... Los detalles deciden y el astuto talonador imponía su ley ante el vehemente 8. Cuando Farrell colocó en el minuto 73 el 32-16, los wallabies tiraron la toalla. Y el partido saltó por los aires cuando en el minuto 75 Watson apareció volando para robarle una tensa larga a Hooper y anotó el ensayo final que ponía el 40-16 que enterraba a Australia. El ensayo final de Koroibete, anulado por adelantado, dignificaba el partido del fiyiano, muy solo en la línea aussie. Sigue el reinado de Eddie Jones, Cheika concluye su tormentosa era en Australia.

placeholder Los jugadores australianos, destrozados tras eliminados. (EFE)
Los jugadores australianos, destrozados tras eliminados. (EFE)

La excelencia viste de negro

En los banquillos del siguiente partido ocurría algo similar. Joe Schmid y Steve Hansen también se conocen desde hace años. Aunque su 'amistad' se ha reforzado especialmente en los últimos años, en los que irlandeses y neozelandeses se han medido con inusitada frecuencia. De los 31 partidos que han jugado en su historia, 28 han terminado con triunfo kiwi, uno finalizó en empate y dos con victoria del trébol (ambas con Schmidt al mando). Los dos dejarán su cargo al acabar el Mundial, por lo que uno de los dos terminaba su camino con este partido.

Un detalle, no menor, marcó el inicio. La haka más feroz que se recuerda en esta Copa del Mundo fue escenificada mientras la gala irlandesa entonaba el Fields of Athenry, lo que enfureció aún más a los kiwis. Los All Blacks salieron revolucionados llevando el partido al campo irlandés, donde intercambiaban dobles placajes en defensa y percusiones devastadoras en ataque. La iniciativa les dio una ventaja rápido. Un golpe de Mounga y un ensayo de Aaron Smith, el más listo, al recortar cerca de un agrupamiento junto a Rory Best para ensayar ente palos. Los All Blacks mostraban una intensidad que incomodaba por su presión a los irlandeses, que a los 20 minutos de partido ya sumaban cuatro errores de manos.

Para entonces Aaron Smith, de nuevo en una jugada de listo, aprovechaba un error en el poste del agrupamiento del irlandés Stockdale y volvió a posar un ensayo. Los All Blacks seguían con su rugby quirúrgico. Hansen apostaba por la territorialidad entregando la posesión a los del trébol, pero en su campo. Y después, otro día en la oficina. Cada error se lo cobró como un ensayo. 17-0 a los 20 minutos. El tsunami negro causaba estragos. A la intensidad sumaban los kiwis la mejor dirección de su bisagra (Aaron y Mounga) sobre unos dubitativos irlandeses (Murray y Sexton) que no han llegado en el mejor momento al Mundial.

Y entonces los All Blacks volvieron a rentabilizar un error rival, precisamente de Sexton, con un placaje de Reeve al apertura de Leinster que terminó robando Mounga con el pie y finalizó posando Beauden Barrett. Nueva Zelanda había neutralizado a Irlanda, que aunque tenía posesión, razón de ser de su juego, no sabía gestionarla. El 22-0 del descanso teñía de negro el encuentro, pero sobre todo delataba la excelencia del juego de los All Blacks.

placeholder Sevu Reece, de Nueva Zelanda, intenta escapar de la defensa irlandesa. (EFE)
Sevu Reece, de Nueva Zelanda, intenta escapar de la defensa irlandesa. (EFE)

Exhibición total

La segunda parte fue una exhibición kiwi. Los All Blacks desplegaron todo su catálogo de recursos. La excelencia hecha rugby como la descarga de Read para que Taylor anotase el ensayo entre palos del 29-0. Los ensayos de Todd, Henshaw, Bridges, Jordie Barrett y el último irlandés de castigo maquillaron un resultado (46-17) que deja notables evidencias en ambos equipos.

Irlanda tiene un serio problema anímico con las Copas del Mundo. Nunca ha llegado a semifinales porque su frágil mentalidad se lo ha impedido más incluso que los rivales. En este caso llegó pasada de forma, saturada mentalmente, sin chispa. Y eso lo pagó perdiendo con Japón, que es quien en realidad la condenó al mandarla al cruce con Nueva Zelanda.

Habrá batalla entre los llamados orcos blancos, como bautizaron a los ingleses en Nueva Zelanda después de una derrota kiwi en Twickenham, y los gigantes negros de los All Blacks. Una vez más norte y sur. El partido para el que ficharon a Eddie Jones hace cuatro años. La final anticipada de esta Copa del Mundo que ahora sí juega su fase decisiva.

Eddie Jones y Michael Cheika se conocen bien. Eran dos piezas de la columna vertebral de su club, el Randwick DRUFC australiano, a final de los noventa. El seleccionador inglés actuaba de talonador, el de Australia, como 8. Dos tipos con malas pulgas que sin ser grandes amigos hicieron buenas migas. Cuando los dos se convirtieron en entrenadores, trasladaron ese carácter áspero del césped a los banquillos. Por eso estos días previos al enfrentamiento entre los del cardo y los wallabies era inevitable algo de 'trush talk'. Cruces de declaraciones, recados, advertencias... un Inglaterra-Australia. 'Do or Die'.

Inglaterra Australia Irlanda
El redactor recomienda