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El Seis Naciones no reparte la tarta y declara la guerra al rugby mundial
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tumba la propuesta del campeonato de naciones

El Seis Naciones no reparte la tarta y declara la guerra al rugby mundial

Los países del Seis Naciones se niegan a abrir el torneo y condenan el Nations Championship de World Rugby frenando el progreso del resto de países

Foto: Jonny May celebra un ensayo para Inglaterra. (EFE)
Jonny May celebra un ensayo para Inglaterra. (EFE)

No reparten la tarta. Los países del Seis Naciones, las litúrgicas Home Unions sobre las que se erigió el deporte del rugby, han mostrado una vez su supremacismo rugbístico negándose a abrir su torneo, que es privado, a posibles ascensos y descensos que activarían el llamado Nations Championship. Un torneo global ideado por el vicepresidente de World Rugby, Agustín Pichot, para implementar sinergias competitivas con los países del segundo y tercer escalón (Tier 2 y 3). Competición que necesitaba de la bendición de las aristocráticas selecciones británicas.

Como señuelo proponían un aumento de los ingresos televisivos, en especial a estos países del Top 12 del ránking, y aceptaban retrasar la medida cuatro años en un primer momento y en ocho poco después. Ni aún así han aceptado abrir el Seis Naciones, competición en la que Italia se ha afianzado por criterios financieros con un desempeño deportivo paupérrimo en estos 19 años.

World Rugby había cerrado un acuerdo con la empresa Infront por 5.800 millones de euros durante un periodo de doce años. Infront Sports es la división de deportes del gigante multinacional chino Wanda Group y su CEO es Philipe Blatter, sobrino de Joseph, el que fuera presidente de la FIFA durante 17 años salpicados por la corrupción. Infront se encargaría de gestionar la venta y distribución de los derechos de televisión y comercialización, patrocinio y eventos, pero delegaba la capacidad de decisión deportiva en World Rugby. No obstante, no han logrado convencer a los potencias europeas.

El proyecto parado del rugby

La negativa de los países del Seis Naciones, en el que Francia miraba con cierto entusiasmo el proyecto, supone la postergación de esta Liga Mundial anual en la que los equipos reestructuraban sus ventanas de junio y noviembre para medirse a las selecciones del otro hemisferio, sumando a ello sus partidos en el Seis Naciones (A o B) y en el Rugby Championship (el Cuatro Naciones del sur). Un escenario que no suponía un cambio notable del habitual calendario de partidos en el primer nivel, pero que suponía una profunda reactivación de los siguientes escalones.

placeholder El España - Rumania de este año (Foto: Walter Degirolmo/Ferugby)
El España - Rumania de este año (Foto: Walter Degirolmo/Ferugby)

World Rugby había puesto sobre la mesa una ambiciosa competición anual que implicaba a las 32 principales selecciones del planeta. El proyecto del Campeonato de Naciones ('Nations Championship') constaría de tres divisiones. Las dos primeras estarán compuestas por doce equipos agrupados en dos conferencias. La primera división tendrá una conferencia europea (el 6 Naciones, con Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda, Francia e Italia) y otra del resto del mundo (el Rugby Championship, con Nueva Zelanda, Sudáfrica, Australia y Argentina, más Fiyi y Japón). Cada país disputaría al menos once partidos al año y los dos primeros clasificados de las conferencias de la primera división se clasificarían para jugar una 'final four' del que saldría el campeón. La disputa de este torneo no pondría en peligro las competiciones históricas del calendario como el Seis Naciones, la gira de los British and Irish Lions o el Rugby Championship. De hecho, los resultados de esas competiciones serían valederos para este Nations Championship.

Cómo afectaría a España

El quid de la cuestión radicaba en la idea de celebrar un playoff de ascenso y descenso en cada conferencia. El peor de la conferencia europea se mediría al mejor de la 2ª División europea y el ganador jugaría en la primera división la siguiente temporada. En la segunda categoría europea jugarían los países que toman parte en el Seis Naciones B y en el sur se formaría una segunda división del Pacífico con Tonga, Samoa, USA, Uruguay y Hong Kong, entre otros. Pero Escocia, Irlanda e Italia (que es la que más tiene que perder como farolillo rojo recurrente del 6 Naciones) se han negado a desbloquear el tradicional torneo europeo.

España estaría enclavada en la mencionada segunda división de la conferencia europea y esto le permitiría optar a subir al Seis Naciones si ganase el Seis Naciones B y a enfrentarse cada año a países como Tonga, Samoa o EEUU, con los que ahora es complicado que se mida por calendario.

CVC y las acciones del Seis Naciones

Ante esta postura, el fondo CVC Capital Partners, decidió poner sobre la mesa 500 millones de libras (582 millones de euros) para adquirir el 30% del Seis Naciones. Una inyección económica que ayudaría a abrir el torneo para que conviviese con naturalidad con el Nations Championship. El fondo de inversión formalizó la oferta días antes de que las federaciones se reuniesen con World Rugby para conocer el proyecto, una medida que no era casual. Precisamente CVC Capital Partners, exdueño de la Fórmula 1, se hizo a finales de 2018 con el 27 % de la liga inglesa, la Premiership Rugby, por 200 millones de libras (233 millones de euros), aunque su primera intención fue adquirir el 51 % de las acciones, algo que los clubes rechazaron.

placeholder Nueva Zelanda derrotando a Sudáfrica el año pasado. (Reuters)
Nueva Zelanda derrotando a Sudáfrica el año pasado. (Reuters)

La negativa supone una declaración de guerra en toda regla a un año de las elecciones en World Rugby. Históricamente en el rugby mundial han convivido dos facciones enfrentadas: la conservadora, que sostiene el 'statu quo' para mantener las posiciones de privilegio de las 'Home Unions' (lideradas por los países británicos que ya vieron con malos ojos la 'invención' del Mundial), y la corriente renovadora, que pretende acercar a los países del segundo escalafón al club exclusivo de los países del primer nivel. Se da la circunstancia que ambas corrientes conviven en la actual estructura de World Rugby, que está presidida por una leyenda del rugby británico, el inglés Bill Beaumont, y como vicepresidente, para muchos el presidente en la sombra, ejerce el hombre más influyente del rugby mundial y que más se ha significado en la lucha por acercar el segundo y el tercer escalón al primero, el argentino Agustín Pichot.

Ya se baraja la posibilidad de que se cree una candidatura rupturista para desbancar a los conservadores países de las Home Unions. Sin embargo, esos países siguen siendo los que más peso tienen en los órganos de decisión de World Rugby. Parece una misión complicada, pero Pichot no es de los que tira la toalla. El argentino ya sedujo a las naciones del sur para incluir a Argentina en sus competiciones. Ahora el enemigo parecen ser los británicos, con Gales e Irlanda firmemente posicionadas en contra de un rediseño del mapa del planeta oval. Hay partido...

No reparten la tarta. Los países del Seis Naciones, las litúrgicas Home Unions sobre las que se erigió el deporte del rugby, han mostrado una vez su supremacismo rugbístico negándose a abrir su torneo, que es privado, a posibles ascensos y descensos que activarían el llamado Nations Championship. Un torneo global ideado por el vicepresidente de World Rugby, Agustín Pichot, para implementar sinergias competitivas con los países del segundo y tercer escalón (Tier 2 y 3). Competición que necesitaba de la bendición de las aristocráticas selecciones británicas.

CVC
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