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El Rugby Sapiens de los All Blacks (y el negro futuro de Europa)
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victoria neozelandesa por 30-15

El Rugby Sapiens de los All Blacks (y el negro futuro de Europa)

Los kiwis ganaron el primer 'test' de la gira a los Lions en un partido en el que se intercambiaron los papeles. El siguiente duelo entre ambos equipos será el 1 de julio

Foto: El rugby de Nueva Zelanda es, por el momento, inalcanzable para los equipos europeos. (Reuters)
El rugby de Nueva Zelanda es, por el momento, inalcanzable para los equipos europeos. (Reuters)

No hubo apocalípsis. Entre otras cosas porque Warren Gatland pertrechó un XV preventivo para perder ‘solo’ el partido (ni la cabeza ni el orgullo) en este primer 'test' de la gira de los Lions por Nueva Zelanda. Para ello situó al fondo del pasillo contragolpeadores consumados como Daly, Watson y Liam Williams. Los tres justificaron su elección con maniobras sobresalientes antes de emborronar sus expediente en la segunda mitad fruto de la presión de una Nueva Zelanda que terminó descuadernando con su rugby 4.0 a estos lúdicos British & Irish Lions.

Suele ocurrir en estos renombrados duelos que el respeto entre ambos es de tal magnitud que los contendientes suelen mutar en sus adversarios para descodificar el juego rival. Por eso vimos a unos europeizados All Blacks ralentizar los balones en las abiertas amontonando gente en los puntos de encuentro, costumbre más sudafricana que kiwi. Por contra, los Lions se ‘neozelandizaron’ exhibiendo una insospechada continuidad que deja una jugada en el imaginario colectivo: un ensayo majestuoso de O’Brien iniciado por una zigzagueante estampida desde la cueva de Liam Williams al que le acompañaron con un gran sentido del apoyo Daly y Jonathan Davies.

Rugby moderno: 23 jugadores, 80 minutos

El partido se jugó bajo los códigos del rugby moderno, es decir, planificado a 80 minutos y con la utilización minuciosa de los 23 jugadores. Los británicos hicieron daño afuera, lejos de las empalizadas de los 'rucks', fuera de los dominios del infravalorado Cane y del exuberante Retallick. Inesperadamente el rigor físico condicionó más a los anfitriones, que jugaban con la humedad de Eden Park como cómplice de sus patadas. La batalla se cobró en la primera mitad las bajas de Ben Smith, con una contusión en la cabeza que obligó a reciclar a zaguero a Barrett colocando de 10 a Cruden, y de Ryan Crotty, quien dejó su sitio cojeando al elegante Lienert-Brown. Dos bajas de insondable peso específico en el juego local, como se comprobó tras su marcha.

Sabía Hansen que el dominio en las fases estáticas resultaría decisivo, por lo que los All Blacks trabajaron como acostumbran desde el lateral, donde Itoje les dio más problemas que Alun Wyn. Y en la melé se dieron el lujo de descorchar el partido con un ensayo surgido de un 'scrum' en el que pusieron ruedas al pack turista. Es lo que tienen los tópicos…

La autopsia del partido ofrece un diagnóstico inquietante para los de Gatland, que penalizaron su falta de eficacia en la 22 rival, requisito innegociable para derrotar a estos implacables All Blacks. El partido se rompió con dos ensayos de Rieko Ioane, apuesta audaz de Hansen, que dejó a Savea fuera para alinear a este joven que viene de descoser defensores en las World Series de Seven. Dos ensayos suyos, minutos 55 y 70, que coronaron una excelsa manipulación del oval de Kieran Read y un error grosero de Liam Williams en un balón alto.

Williams y Retallick, JPR y Pinetree

El zaguero galés demostró que tiene más rugby en sus cordones que Halfpenny en su cabeza tras testosteronizarse hasta convertirse en un Madelman que nada tiene que ver con aquel chico al que señalaron como sucesor de Shane Williams. Precisamente Williams, pero Liam, alumbró una jugada digna de aquellos Lions de Barry John y Carwyn James que doblegaron a la Nueva Zelanda del legendario Colin Meads en el 71.

Si JPR puede estar orgulloso de Liam, Pinetree debe estarlo de Brodie Retallick, gigante de 204 centímetros y 117 kilogramos que se desempeña a una velocidad inverosímil para un tipo de sus dimensiones. El mejor segunda línea del planeta oval condicionó las abiertas pescando, forzando retenidos y placando todo lo que entraba bajo su radar. Gatland tendrá que apostar por los jacobos sarracenos (Kruis e Itoje) para cuestionar la dictadura de la segadora de los Chiefs.

Los All Blacks dominan el rugby tras naturalizar un estilo de juego inalcanzable para el Norte

El partido finalizó con un concluyente 30-15 que dibuja una victoria funcionarial de los locales que no lo fue tanto. El partido vino a confirmar las sospechas generalizadas en los partidos previos. Estos Lions, en una versión más que digna, resultan un anacronismo en un rugby que dominan los All Blacks tras naturalizar un estilo de juego inalcanzable para las naciones del Norte. La continuidad con la posesión, la velocidad de transición entre defensa y ataque, una quirúrgica toma de decisiones y la efectividad en la gestión de las ‘quicks balls' les hacen inabordables.

Laminación, asfixia o rendición

Lo más desalentador es que los británicos ni siquiera hicieron mal partido. Es cierto que fueron protagonistas con sus errores de algunas jugadas decisivas, pero en realidad tiene más que ver con la presión a la que te somete la Plaga Negra hasta empujarte al abismo.

Cuando uno juega frente a los All Blacks, en el mejor de los casos puede decidir la forma en que quiere claudicar. Laminación, asfixia o rendición. Los Lions negaron la última y evitaron la primera. Gatland pobló el campo de 'ball carriers' para ganar la linea de ventaja con gordos móviles como Mako Vunipola, Furlong, Alun Wyn, O’Brien… Algo que corrigió Hansen con una defensa feroz de su cortina defensiva donde ralentizó la salida de la bola ensuciando los rucks, lo que provocó el abuso del pateo a la caja de Murray. Para entonces Barrett y compañía ya habían detectado que no podían regalar bolas a Williams, Daly y Jonathan Davies.

Los Lions necesitan ganar dos partidos seguidos a Nueva Zelanda en su casa. Si ganar uno es improbable, repetir se antoja imposible. En el rugby siempre gana el mejor. Hace 46 años lo hizo una pandilla de melenudos liderada por unos galeses descarados que deslumbraron al mundo atacando desde cualquier parte del campo con su 'hwyl'. Hoy, un ejército de gigantes inteligentes descodifica a sus rivales en cada partido desplegando lo que se puede llamar Rugby Sapiens. Son los All Blacks 2017. El mejor equipo de la historia.

Ficha técnica

Nueva Zelanda (30): Ben Smith, Dagg, Crotty, Sonny Bill Williams, Rieko Ioane; Beauden Barrett, Aaron Smith; Read, Cane, Kaino, Whitelock, Retallick, Franks, Taylor y Moody. 

Banquillo: Harris, Crockett, Faumuina, Scott Barrett, Ardie Savea, TJ Perenara, Cruden, Lienert-Brown. 

Ensayos: Taylor y Ioane (2). Conversiones: Barret (3). Golpes: Barrett (3).

British & Irish Lions (15): Liam Williams, Watson, Jonathan Davies, Te’o, Daly; Farrell, Murray; Faletau, O’Brien, O’Mahony, Kruis, Alun Wyn Jones, Furlong, George, Mako Vunipola.

Banquillo: Ken Owens, McGrath, Sinckler, Itoje, Warburton, Rhys Webb, Sexton y Halfpenny.

Ensayos: O’Brien y Webb. Conversión: Farrell. Golpe: Farrell.

Árbitro: Jaco Peyper (Sudáfrica).

No hubo apocalípsis. Entre otras cosas porque Warren Gatland pertrechó un XV preventivo para perder ‘solo’ el partido (ni la cabeza ni el orgullo) en este primer 'test' de la gira de los Lions por Nueva Zelanda. Para ello situó al fondo del pasillo contragolpeadores consumados como Daly, Watson y Liam Williams. Los tres justificaron su elección con maniobras sobresalientes antes de emborronar sus expediente en la segunda mitad fruto de la presión de una Nueva Zelanda que terminó descuadernando con su rugby 4.0 a estos lúdicos British & Irish Lions.

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