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El rugby español sigue soñando pese al fango
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inicia la lucha por un puesto en el mundial

El rugby español sigue soñando pese al fango

Si cogemos las estadísticas, las opciones españolas de ir al Mundial de Japón son reducidísimas, más si comparamos los recursos propios con los competidores, pero hay razones para creer

Foto: Jaime Nava, capitán, Santi Santos, seleccionador, y Keith Chapman, vicepresidente deportivo de la Federación (Ferugby).
Jaime Nava, capitán, Santi Santos, seleccionador, y Keith Chapman, vicepresidente deportivo de la Federación (Ferugby).

En el entorno del rugby español se venía hablando de Japón desde hace mucho tiempo. Más exactamente desde 2014. Tres años largos en los que la preparación de la federación se ha dedicado exaustivamente a conseguir estar en aquel país en el otoño de 2019. España quiere volver a un Mundial. Lo necesita el rugby nacional, lo necesitan las bases, la propia federación, y el propio grupo de técnicos y jugadores que llevan muchísimo tiempo trabajando para cumplir con ese objetivo. Y aquí está, por fin. Empieza este fin de semana el Campeonato de Europa de Naciones, el Seis Naciones B, que otorgará un puesto directo para el torneo mundialista y otro a través de una repesca. Y España quiere estar en uno de esos dos puestos, al menos. El resto no sirven.

La cuestión es la siguiente: ¿es realista pensar que España puede estar en el Mundial? La situación no es sencilla para que se pueda dar esa realidad tan maravillosa para nuestro rugby. El torneo lo conforman Georgia, Rusia, Rumanía, España, Alemania y Bélgica. Los georgianos ya están clasificados directamente al acabar terceros en su grupo del pasado Mundial, por lo que los partidos que se jueguen contra ellos no contarán. Son ocho partidos divididos en dos años (dos Cinco Naciones, para que nos entendamos). Según el seleccionador nacional, Santiago Santos, lo mínimo que hay que ganar son cinco partidos de esos ocho. "Sería genial ganar seis y óptimo, siete, con eso te clasificas seguro". Pero ganar siete partidos suena a utópico, sobre todo porque España está, a priori, en un nivel algo inferior a Rusia y, sobre todo, a Rumanía. Las estadísticas son claras: de 20 enfrentamientos ante Rusia, España ha ganado dos.

Y es que las condiciones en las que tienen que competir los 'Leones' son infinitamente diferentes a la de los demás equipos. Pongamos un ejemplo muy sencillo y aclarativo: este fin de semana se disputaron las semifinales de la Copa del Rey. El Alcobendas y El Salvador jugaron en el campo de Las Terrazas... sobre un césped que no estaba practicable. Era todo barro y, por tanto, el riesgo de lesiones era elevadísimo. Se llevó la mala fortuna el talonador Juan Anaya, del Alcobendas. Y para colmo, su sustituto, Dani Marrón, se lesionó en los entrenamientos en Guadalajara, donde está concentrada la selección y donde se realizó la presentación del partido España-Rusia de este sábado (16:00, estadio Central de la Complutense, Madrid). Dos jugadores internacionales que han sido baja por jugar en terrenos que no estaban en las mejores condiciones.

Esta selección que dirige Santos se ha caracterizado por superar las complicaciones, y como explica el propio técnico, ha sabido sacar provecho de las desventajas. Ha generado un grupo amplísimo de 'rugbiers' debido a la dificultad que siempre se ha encontrado para llamar a los jugadores que juegan en Francia, lo cual obligaba a buscar en España para completar el grupo. A ello se une una baja como la del capitán Jesús Recuerda, que ha tenido que priorizar (al menos por ahora) su vida laboral a la deportiva. Es decir, se han encontrado hombres que, sin estos problemas, no estarían en el equipo. Y pese a ello, Santos sigue teniendo numerosas complicaciones para completar una convocatoria lo suficientemente amplia para que la preparación sea lo más cercano a la perfección posible.

"El problema fundamental es la disponibilidad de los jugadores, sobre todo de los que juegan fuera, y eso es difícil de mejorar. ¿Cómo lo podemos solucionar? Si no tenemos más tiempo, debemos tener más calidad, aprovechar más lo que estemos juntos. Por ejemplo, no es lo mismo disponer de 28 jugadores, que de 33. Con 28 no puedes jugar un partido, ni ensayar la melé, ni ensayar jugadas clave. Con 30, de hecho, corres el riesgo de que se lesione alguno y te quedes igual —como les pasó con la lesión de Marrón, de hecho—. Y no solo tener más jugadores, sino también tener más miembros en el staff", comenta el seleccionador a El Confidencial en el vestíbulo del hotel de Guadalajara.

España juega al límite, entendiento esto como un paseo por la cuerda floja, en el que quedarse sin un jugador en los próximos días supone un problema grave, algo que para casi cualquier otra selección del Tier 2 (digamos, el segundo nivel mundial) tendría una solución sencilla. "Si queremos mejorar, debemos mover lo mismo que mueven los rivales. Bélgica, que acaba de ascender y es, en teoría, el rival más débil, viajará a España con una expedición de 36. Cuando nosotros viajamos, lo hacemos con 23 jugadores y 6 de staff. Rusia ha venido a España con 31 jugadores, que se dice pronto", recuerda Santos, hasta sorprendido del despliegue del adversario del sábado, para quien, evidentemente, también es un partido determinante, como cualquiera de los ocho a disputar. "Se necesita mejor preparación, más disponibilidad de jugadores, más recursos... y eso se reduce todo al dinero".

El problema endémico de las federaciones deportivas minoritarias. El dinero. No hay una que no haya sufrido en mayor o menor medida el impacto de la crisis económica en sus fondos. Pero especialmente al rugby le ha calado hondo. Una gestión más que deficiente de la anterior junta directiva y el abandono de patrocinadores principales la dejaron casi en bancarrota. "Seguimos sufriendo las consecuencias de los últimos 18 meses de una vida complicada en la federación. Estamos pendientes de los presupuestos", dice Keith Chapman, vicepresidente deportivo de la federación. Se refiere a los presupuestos generales del Estado y a sus consiguientes partidas destinadas al deporte, de las cuales se extraen algunos de los principales ingresos del rugby patrio.

Foto: Bárbara Pla trata de ganar la zona de ensayo (FERugby).

¿Por qué tiene fe el rugby español con Japón? Porque las estadísticas, como dice Santos, son para echarse a llorar, pero están para romperse. Y España en 2016 las ha roto repetidas veces. No era ni imaginable hace un par de años que las dos selecciones, la femenina y la masculina, estuvieran en los Juegos Olímpicos de Río, ni que un estadio como Zorrilla se llenase para ver una final de Copa, ni que las chicas también se clasificasen para su Mundial. De hitos va esto. Los hombres españoles también quieren su Mundial y se han ganado su derecho a soñar con él.

En el entorno del rugby español se venía hablando de Japón desde hace mucho tiempo. Más exactamente desde 2014. Tres años largos en los que la preparación de la federación se ha dedicado exaustivamente a conseguir estar en aquel país en el otoño de 2019. España quiere volver a un Mundial. Lo necesita el rugby nacional, lo necesitan las bases, la propia federación, y el propio grupo de técnicos y jugadores que llevan muchísimo tiempo trabajando para cumplir con ese objetivo. Y aquí está, por fin. Empieza este fin de semana el Campeonato de Europa de Naciones, el Seis Naciones B, que otorgará un puesto directo para el torneo mundialista y otro a través de una repesca. Y España quiere estar en uno de esos dos puestos, al menos. El resto no sirven.

Santiago Santos
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