Jesús Recuerda, el capitán que renuncia a la selección de rugby por un puesto de trabajo
Volvió del paraíso oval llamado Francia y se sumergió en el mercado laboral con rotundo éxito. Pero esa fortuna impide a Jesús Recuerda jugar con los Leones el Seis Naciones B
Al final va a ser cierto eso que dicen que el mercado laboral se está reactivando. Las colas en las oficinas del antes llamado INEM siguen existiendo y son tan pronunciadas que en muchas oficinas salen incluso de las propias puertas y giran la esquina, dejando a los desempleados a la intemperie de la inseguridad. Pero hay historias que permiten agarrarse a la última esperanza. Jesús Recuerda volvió de Francia en diciembre y nada más llegar a Madrid, empezó a sumergirse para encontrar un puesto de trabajo. Apenas un par de meses después de su llegada, recibió una llamada. Estaba contratado. La alegría era enorme. Era una empresa, además, que le resultaba muy atractiva. Y sin embargo, en su interior algo le ardía.
“La empresa se llama Janssen y me gusta muchísimo. Es un buen sitio para desarrollarme, porque aquí apuestan mucho por las formaciones internas y por eso no he podido dejar pasar la oportunidad, porque es muy difícil entrar aquí”. Janssen es la farmacéutica perteneciente al grupo Johnson&Johnson. Y Jesús no se lo pensó dos veces. Está iniciándose con un proceso de formación a horario completo, y por ello está feliz, aprendiendo y con un futuro laboral asegurado. Pero todo esto le impide desarrollar su principal pasión: jugar al rugby.
Jesús Recuerda no es un cualquiera en el rugby español. Sus 39 apariciones con el XV del León le han valido para ser el capitán de la selección nacional junto a Jaime Nava. Son ya muchos los años defendiendo el rojo, liderando a un equipo que se encuentra en plena evolución y que necesita siempre de los mejores jugadores, como Recuerda, para no quedarse atrás. “Me da mucha pena porque quiero seguir jugando con la Selección, pero ha tocado este año y no he podido elegir”, dice a El Confidencial, apenado por no haber podido ayudar a sus compañeros en Georgia y por no poder hacerlo este sábado contra Portugal en el Central de la Complutense ni, probablemente, contra Alemania en el último partido de este Campeonato de Europa.
España en rugby tiene que luchar contra esos equipos, pero también con muchos otros factores que poco o nada tienen que ver con el ‘melón’. La falta de dinero en la Federación se combate con diferentes iniciativas y muchísima clarividencia sobre lo que es indispensable y lo que no. Al no tener unas posibilidades preparatorias profesionales, el nivel del equipo se resiente, y mucho se hace, pese a todo, con lo que se tiene. Una de las principales problemáticas que provoca esa ausencia de profesionalismo es que los mejores jugadores tienen que emigrar principalmente a Francia, paraíso del oval. Y claro, la FERugby ahí se encuentra con otra dificultad: los jugadores mejoran por estar en clubes de primer nivel, pero cuando son llamados por la selección, los clubes los bloquean.
Jesús lo explica con claridad meridiana: “En Francia me dedicaba sobre todo al rugby, hacía siempre alguna otra cosa, pero el rugby era mi prioridad. Allí estaba mucho mejor deportivamente que aquí. Antes de irme a Francia yo estaba con el CajaSol, y estaba bien. Pero allí entré en una dinámica profesional y avancé muchísimo más. Cuanto más entrenes, a mejor nivel estarás, y cuanto mejor sea tu nivel, en mejor categoría jugarás. Y en España hay pocos equipos que se entrene tanto como en Francia. El Quesos Entrepinares sí es así, y en El Salvador tiene algunos profesionales, pero es incomparable”.
La pescadilla que se muerde la cola
A la espera de que los clubes puedan ir poco a poco mejorando su nivel global y se acerquen a la seriedad e importancia internacional de los clubes franceses, el camino quizá más corto hacia el reconocimiento continental del rugby español es la selección. No obstante, como dice Recuerda, “esto es la pescadilla que se muerde la cola: cuantos más partidos se ganen, más fácil será ir al Mundial y que desbloqueen jugadores; pero también se ganarán más partidos cuando dejen ir a los jugadores. Si vas a un Mundial, respetan las convocatorias, eso le pasa a Georgia y Rumanía. A nosotros nos bloquean muchísimo, como a Portugal”.
Dentro del aspecto negativo de no poder ayudar más este año al XV del León en el Campeonato de Europa, el lado luminoso es que esta edición no es clasificatoria para el Mundial de Japón. Sí lo será la que empieza en 2017 y que finalizará en 2018. En esos dos torneos es donde España, desde su presidente hasta el último jugador, va a dar todo lo que tiene para estar en Japón en 2019. “Para mí, el año que viene la prioridad será jugar con la Selección. Yo quiero seguir trabajando, pero quiero estar con el equipo. Incluso la empresa lo contempla. Voy a ser bastante autónomo, el horario se puede flexibilizar. Voy a notar el cansancio, la verdad, porque yo soy una persona que duerme bastante la siesta, y eso ya no lo tendré. Pero me gustaría seguir entrenando dos sesiones al día, una con el Cisneros y otra física por mi cuenta”, asegura Jesús.
Eso sí, pese a que este VI Naciones B sea menos “consecuente”, Jesús reconoce que “los proyectos no se construyen de un año para otro, sino que se empiezan mucho antes”. Para ello, hay que ganar a Portugal. “Al equipo lo veo bien. Las derrotas han sido duras, porque contra Rusia perdimos a falta de dos minutos y ante Rumanía pasó algo parecido. Y perder esos dos partidos nos hizo mucho daño. Pero contra Portugal los veo bien, con mucho ánimo positivo. Hay que ganar. Portugal hizo mal partido contra Alemania, pero no nos podemos fiar de ello, va a ser muy duro”, asegura.
Al final va a ser cierto eso que dicen que el mercado laboral se está reactivando. Las colas en las oficinas del antes llamado INEM siguen existiendo y son tan pronunciadas que en muchas oficinas salen incluso de las propias puertas y giran la esquina, dejando a los desempleados a la intemperie de la inseguridad. Pero hay historias que permiten agarrarse a la última esperanza. Jesús Recuerda volvió de Francia en diciembre y nada más llegar a Madrid, empezó a sumergirse para encontrar un puesto de trabajo. Apenas un par de meses después de su llegada, recibió una llamada. Estaba contratado. La alegría era enorme. Era una empresa, además, que le resultaba muy atractiva. Y sin embargo, en su interior algo le ardía.
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