Es noticia
Serantes (Leganés) y Nacho (Cisneros): por qué fútbol y rugby son primos hermanos
  1. Deportes
  2. Rugby
SERANTES FRENTE A NACHO MARTÍNEZ, DEL CISNEROS

Serantes (Leganés) y Nacho (Cisneros): por qué fútbol y rugby son primos hermanos

El rugby nació a partir del fútbol hace casi dos siglos. Hoy en día los deportistas de ambos deportes tienen rasgos diferentes, como también su balón. Sin embargo, hay lazos que todavía les unen

En 1823, William Webb Ellis agarró el balón con las manos pero no lo pateó hacia delante, como por aquel entonces permitían las reglas del football. Corrió con él en sus manos hasta meterse en la portería. Aquel gol del partido que estaba disputando en la localidad de Rugby no valió, pero fue el primer síntoma de la escisión entre fútbol y rugby. 192 años después del gesto espontáneo de aquel joven de 17 años, la evolución y profesionalización de ambas disciplinas han marcado caminos separados -incluyendo el balón-, aunque con rasgos inequívocos de que son familiares. El Confidencial, con el vídeo que encabeza este artículo, ha querido comprobar de primera mano el parentesco.

Jon Ander Serantes es portero profesional. Juega en el CD Leganés de Segunda División y en cada partido está acostumbrado a realizar desplazamientos de balón con el pie de en torno a 50 metros. “Alguna vez me han dicho que me dedique al rugby o al fútbol americano”, bromea el joven de 26 años, cuyo virtuoso pie derecho ha provocado tales piropos. Nacho Martínez juega de ala en el Cisneros de la División de Honor. Tiene 23 años y es uno de los especialistas del equipo para tirar a palos. La distancia y dificultad varía, por eso en los entrenamientos es habitual tirar lejos y escorado, o desde prácticamente la línea de ensayo, buscando algo de efecto.

Serantes, sin haber pegado en su vida una patada a un oval, comienza a tocarlo con sus guantes para tratar de familiarizarse pronto. A continuación lo tira al suelo y empieza a dar toques con él sin que le afecte mucho eso de tener forma de melón. Éste es el primer síntoma de que algo en común tienen: soltar la pelota y tratar de dar toques con los pies sin que caiga al suelo. Nacho, hacía unos instantes, había hecho lo mismo.

placeholder Nacho Martínez (i) junto a Jon Ander Serantes.
Nacho Martínez (i) junto a Jon Ander Serantes.

Un físico muy diferente para golpear la pelota

Físicamente son la noche y el día, “más vale no cabrearle”, comentaba en tono jocoso Serantes cuando vio por primera vez el perfil de Nacho, un atleta corpulento tanto de tren superior como inferior. “Alguien delgado no puede jugar al rugby, ¿no?”, cuestiona el futbolista al rugbier. “Sí, quizás a nivel profesional no, pero depende del puesto y la categoría no hay problema en que haya alguien delgado”, responde Nacho.

Vamos allá. Nacho reposa el balón en el tee, en el centro del campo, mientras Serantes mira con atención el 'ritual' previo a golpear el balón: pasos hacia atrás, giro de 90º y nuevamente otros pasos hacia atrás, concentración durante unos segundos en una postura típica del rugby y golpe. “Hay que tratar de pegarle con el empeine en el vértice, donde se juntan las costuras, para tratar de que no haga efecto”. Mucho más directo y tras escuchar el consejo de Martínez, Serantes golpea a la pelota aunque de manera diferente, lo que provocó también que el 'melón' volara de manera distinta. ¿El resultado? El futbolista profesional resulta ser un gran pateador, a la altura del profesional del rugby. De las tres posiciones desde las que se disparó, el único tiro que se le atragantó fue el de la esquina… y lo convirtió cuando las cámaras ya no estaban grabando.

Aprovechando la similitud de los palos de rugby con una portería (ésta es algo más baja), pusimos a Nacho a tirar algún penalti a Serantes y Nacho demostró que con su potencia pocos porteros podrían atajar un balón desde los once metros. Le pedimos que deje el empeine total e intente colocar el balón con el interior y también se le ve cómodo, a Serantes para atrapar el balón, también.

En 1823, William Webb Ellis agarró el balón con las manos pero no lo pateó hacia delante, como por aquel entonces permitían las reglas del football. Corrió con él en sus manos hasta meterse en la portería. Aquel gol del partido que estaba disputando en la localidad de Rugby no valió, pero fue el primer síntoma de la escisión entre fútbol y rugby. 192 años después del gesto espontáneo de aquel joven de 17 años, la evolución y profesionalización de ambas disciplinas han marcado caminos separados -incluyendo el balón-, aunque con rasgos inequívocos de que son familiares. El Confidencial, con el vídeo que encabeza este artículo, ha querido comprobar de primera mano el parentesco.

Club de Rugby Cisneros
El redactor recomienda