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Ni caballos ni alfiles: el gran error que cometen todos los principiantes del ajedrez
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Al principio del juego

Ni caballos ni alfiles: el gran error que cometen todos los principiantes del ajedrez

Mientras los jugadores avanzados suelen errar en decisiones más sutiles, los aficionados tienden a caer en trampas elementales que les dejan sin recursos rápidamente

Foto: El ajedrez requiere estrategia y paciencia. (EFE/Tibor Illyes)
El ajedrez requiere estrategia y paciencia. (EFE/Tibor Illyes)

Evitar errores graves es uno de los mayores retos para quienes se inician en el ajedrez. Aunque este milenario juego de estrategia se percibe como una batalla intelectual entre dos mentes calculadoras, lo cierto es que en las primeras etapas los fallos más básicos pueden resultar determinantes. Y hay uno en particular que cometen casi todos los principiantes, sin darse cuenta de que están comprometiendo la partida desde los primeros movimientos.

El ajedrez es mucho más que capturar piezas del adversario: requiere planificación, visión de futuro y comprensión del equilibrio posicional. No basta con mover las piezas sin ton ni son. El error de los principiantes no está en fallar, sino en el tipo de fallos que cometen. Mientras los jugadores avanzados suelen errar en decisiones más sutiles —como elegir un plan incorrecto o debilitar una casilla concreta—, los aficionados tienden a caer en trampas elementales que les dejan sin recursos rápidamente.

El error más común en los primeros tableros

En las partidas de iniciación, es frecuente ver cómo los jugadores novatos realizan demasiadas jugadas con los peones en la apertura. Esta práctica puede tener consecuencias muy perjudiciales. Al priorizar el movimiento de peones sin desarrollar piezas clave como los caballos y los alfiles, se retrasa el enroque y se expone innecesariamente al rey. Además, no se controla el centro del tablero de manera eficiente.

Este exceso de movimientos con los peones suele derivar en debilidades estructurales: huecos en la defensa, piezas sin coordinación y oportunidades que el rival puede aprovechar. Mover estas piezas sin valorar el impacto a futuro puede comprometer la solidez de la estructura, lo que facilita que el oponente se abra paso.

Por qué hay que vigilar la estructura de peones

Los peones son la base sobre la que se construye toda la estrategia en una partida. Aunque son las piezas de menor valor individual (un punto), su colocación es fundamental. Tres peones bien situados pueden ser tan poderosos como un caballo o un alfil. Pero si se dispersan o se avanzan sin cohesión, abren grietas que el adversario no tardará en explotar.

Un ejemplo clásico de castigo a este tipo de error es el Mate de Legal, que muestra cómo una mala apertura basada en peones puede ser aprovechada por un oponente con mejor desarrollo de piezas. La clave, por tanto, está en mantener el equilibrio: mover los peones necesarios para controlar el centro, pero sin abusar ni descuidar el desarrollo de las piezas mayores.

Quienes se inician en el ajedrez deben centrarse en abrir con movimientos simples pero efectivos. Priorizar el desarrollo rápido, proteger al rey mediante el enroque y controlar las casillas centrales son principios básicos que marcan la diferencia. Entender que no se trata de mover por mover, sino de construir una posición sólida desde el principio, es lo que permite progresar y evitar errores garrafales.

Evitar errores graves es uno de los mayores retos para quienes se inician en el ajedrez. Aunque este milenario juego de estrategia se percibe como una batalla intelectual entre dos mentes calculadoras, lo cierto es que en las primeras etapas los fallos más básicos pueden resultar determinantes. Y hay uno en particular que cometen casi todos los principiantes, sin darse cuenta de que están comprometiendo la partida desde los primeros movimientos.

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