Las damas del ajedrez: mujeres que cambiaron el juego desde el Harén del sultán al nazismo
A lo largo de la historia existen muchos ejemplos de mujeres que formaron parte de la leyenda de los tableros, aunque en muchos casos tuvieron prohibido enfrentarse a hombres
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Ya en el siglo XIV, en los serrallos de Anatolia, las mujeres en los harenes del sultán de turno jugaban al Shatranj. Eran doctas y cultivadas en diferentes disciplinas, a la par que la inmensa mayoría eran esclavas o un simple botín de guerra. Quizás, la leyenda más famosa del ajedrez revele la intervención de la princesa de Dilaram en una partida en la que el Gran Visir Murdaui, en un arrebato, había cometido el error de jugarse en una apuesta a su esposa predilecta. En un momento del lance, el gobernante, que estaba a punto de recibir un solemne jaque mate, tuvo la fortuna de que en una oportuna intervención de Dilaram, esta le susurrara no solo la forma de evitar el bochornoso final sino, además, cómo ganar la partida.
Con el correr del tiempo, hay constancia de que en la corte de Alfonso X el Sabio, según los cronistas de la época, las mujeres allegadas al rey por parentesco jugaban entre ellas a capturar piezas en una interpretación primaria de este arte ciencia. Era el tiempo de la alferza precursora del alfil y de la difusión del ajedrez en Europa, con la extraña excepción del ajedrez de Lewis, uno de los grandes enigmas aun sin resolver por su temprana presencia en el mundo vikingo.
Algo más tarde, cuando el siglo XX asomaba, hay tres mujeres que sientan cátedra en este arte del ajedrez. Una de ellas, María Teresa Mora Iturralde, derrotó a todos los jugadores masculinos en el Campeonato Nacional Cubano del año 1922. Sin embargo, la antigua Federación de Ajedrez (la FIDE se fundó dos años después en París) nunca le dio la opción de jugar en el campeonato mundial contra hombres y solo le permitió hacerlo a nivel mundial durante esos años. Es evidente que el desprecio por el talento y la promoción de aquella ilustre mujer eran incompatibles.
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No hay que olvidar que fue la única mujer que consiguió derrotar a José Raúl Capablanca, lo que causó una conmoción casi sísmica entre los avezados jugadores masculinos. Cuando se enfrentó al hispano-cubano a tres partidas, el resultado fue aún más asombroso: dos las gano ella, una quedó en tablas. Se da la paradoja de que esta mujer fue campeona en Cuba durante veintidós años consecutivos desde 1938 hasta 1960. Jamás se le permitió jugar con hombres más allá de las partidas contra sus congéneres. Pero la cosa no queda ahí...
En esos momentos, había otras dos mujeres en liza en dos latitudes distantes. Una de ellas era Vera Menchik, rusa de origen checo que fue campeona mundial en siete ocasiones. Vera tuvo que huir de Rusia cuando su familia fue despojada de todos sus bienes por los bolcheviques. Estando en Londres y ya arraigada con su afición a los trebejos y famosa por sus vapuleos a diestro y siniestro en partidas simultáneas o cara a cara, un buen día los alemanes -era el año 1944 de la II Guerra Mundial- le lanzaron una de las 10.000 bombas V1 que arrojaron sobre Londres con consecuencias fatales. Vera Menchik pasó a mejor vida.
Pero Vera Menchik tenía un alter ego en una hermosa chica alemana que había huido de las garras del III Reich. El enorme enigma del ajedrez era compartido por estas dos mujeres de alta cuna intelectual con una admirable pasión.
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Sonja Graf era la teutona que había huido en una maleta desde Múnich a París antes de que Alemania fuera secuestrada con los votos de los irascibles apologetas de la violencia como método de existencia. Los nazis, aprovechándose de la legalidad democrática, entraron como una enorme vía de agua en el sistema. La crisis económica mundial, iniciada a mediados de la década de 1920 con la Gran Depresión, es la espoleta y coartada de este partido de corte socialista. Con la excusa -muy real, por otra parte-, del acuerdo de Paz de Versalles y sus humillantes condiciones para con Alemania en 1930, 6,4 millones de germanos votaron por la NSDAP, la matriz del partido nacional socialista. Hitler sería elegido por el pueblo alemán con una minoría mayoritaria (logró por primera vez posicionarse como primera fuerza política al obtener el 37% de los votos, llegando al poder de forma legítima. Aquello era el acabose. Graf huyó y apareció en Buenos Aires, así como quien no quiere la cosa.
Pues bien, esta época dorada del ajedrez, a mediados del siglo XX, acabó como el rosario de la aurora. La inicial ilusión del pueblo alemán en un socialismo que devino en terror, acabó en una tragedia descomunal para el pueblo germano. Rusia perdió 27.000.000 de sus hijos en aquel descomunal despropósito. Los cimientos de la tierra habían temblado hasta sus raíces más profundas.
El mejor ejemplo, las Polgar
Avanzado el tiempo, en el centro histórico de Europa, Hungría, cerca del lago Balatón, dos modestos y esmerados maestros criaban a tres formidables y talentosas criaturas. Klara y Laszlo Polgar. Ellos creían que la inteligencia no era innata y que, a su vez, se podía desarrollar a través del aprendizaje y la educación. Tanta fe tenía en su método que las tres hijas se proyectaron muy alto y con diferente suerte en el mundo del arte-ciencia del ajedrez. Estas tres grandes mujeres vivieron una época de éxitos y sacrificios. Sus padres siempre usaron el estímulo asertivo y nunca las reprendieron. Pero, sin embargo, ellas, las tres hermanas tenían la debilidad de ir al hotel Geller, al lado del Danubio, y en sus piscinas de olas y burbujas verse recompensadas por su compromiso con el tablero de escaques. Y sus padres sabían de esta debilidad...
Y hablando de nuestro lar patrio, en España, una de cada diez licencias federativas corresponde a mujeres -2.348 frente a 20.078 hombres en 2021-, según el Consejo Superior de Deportes. Sabrina Vega Gutiérrez, canaria y siete veces campeona de España, sea quizás la locomotora de esta expresión, arte en que ella es líder. Junto a Sabrina, Mónica Calzetta, Sara Khadem (iraní nacionalizada en España) y otra miríada de jugadoras en plena efervescencia plantan cara al futuro del ajedrez en España. Suerte a todas ellas.
Ya en el siglo XIV, en los serrallos de Anatolia, las mujeres en los harenes del sultán de turno jugaban al Shatranj. Eran doctas y cultivadas en diferentes disciplinas, a la par que la inmensa mayoría eran esclavas o un simple botín de guerra. Quizás, la leyenda más famosa del ajedrez revele la intervención de la princesa de Dilaram en una partida en la que el Gran Visir Murdaui, en un arrebato, había cometido el error de jugarse en una apuesta a su esposa predilecta. En un momento del lance, el gobernante, que estaba a punto de recibir un solemne jaque mate, tuvo la fortuna de que en una oportuna intervención de Dilaram, esta le susurrara no solo la forma de evitar el bochornoso final sino, además, cómo ganar la partida.