Manuel Lucchese o cómo matar dos pájaros de un tiro: recuperar el pelo y poder correr el Dakar
El veterano piloto italiano vuelve al Dakar, para lo cual encontró antes un patrocinador muy especial: la misma empresa que le permitió recuperar su pelo con el que compite
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"Uno de los desafíos que presenta el Dakar es el aspecto financiero para organizar todo. Soy calvo, aunque ahora me vean con pelo. Mi patrocinador me hace el pelo, pero no implantes. Básicamente, es una membrana donde ponen pelo real y luego lo pegan en la cabeza. Lo bueno del patrocinador es que, si me canso, puedo cambiar mi apariencia".
El Dakar es una aventura física y mental, pero también un desafío económico. El italiano Manuel Lucchese ha tirado de imaginación e hizo de la necesidad virtud para encontrar un socio diferente: un fabricante de peluquines que él mismo utiliza en la competición. Nada como la prueba más dura del mundo para confirmar que el producto funciona.
Lucchese es un dakariano de pura cepa, participante repetidor en la categoría Malle Moto, en la que se compite con medios propios y sin ayuda al final de cada etapa. La categoría más dura de la carrera más dura del mundo. Aunque, por encima de todo, es otro de singulares espíritus que dan en el Dakar su máxima expresión, por energía, vocación y determinación.
Una carrera en la que ha vivido experiencias límite, como en su vida privada. "En estos días me cuestiono mucho a mí mismo y por qué decidí regresar. Es un viaje introspectivo. Pasas por peligros extraños, raros y místicos. Es como mirarte en el espejo, pero de verdad", cuenta.
Pelo y socio
De entorno desestructurado y una vida dura en lo familiar, fueron sus abuelos quienes se volcaron con el joven estudiante y competidor en moto. Llegó a trabajar en fotonovelas y programas de televisión gracias a su físico y sus ojos verdes solo para poder financiar sus competiciones en moto. Llegó un enemigo inesperado.
"En el plazo de dos años, desde los 19, perdí todo el pelo, con lo que significaba para alguien que aparecía en los medios y la televisión". Tuvo que empezar a vivir con ello, pero no de sus actividades como modelo. Afortunadamente, "tenía mi carrera en la moto, que me tenía totalmente concentrado". En el presente Dakar ha matado dos pájaros de un tiro.
Para un privado, tan complejo es el tema presupuestario para competir en el Dakar como sobrevivir en la carrera. Desafíos diferentes, sin el primero, no existe el segundo. "¿Cuánta gente se acuerda de los patrocinadores en la camiseta del ganador del Dakar?", se preguntaba. "¿Cómo encontrar un socio que combine lanzar un mensaje positivo con una historia que contar, que todo el mundo recordará, y que además dará a la compañía mayor entusiasmo para estar conmigo en el Dakar que yo con ellos?".
Fabricio Labanti, responsable de la empresa Benesserecapelli, recibió un día, a través de Instagram, un vídeo con una insólita propuesta de colaboración. "Me proponía encontrar un socio que estuviera tan loco como él para aceptar el desafío. No quería un partner solo económico. Me desafió: "Dices que el Patch Cutáneo (el implante a medida de la empresa) no tiene límites. Voy a hacer la verdadera carrera en la que no hay límites, ¿quieres formar parte de mi proyecto?", cuenta el empresario.
"No me lo pensé dos veces. Manuel y yo demostraremos que somos verdaderamente fuertes en este Dakar". Lucchese luce ahora su nueva cabellera de pelo natural, adaptada a su fisonomía. Sin ducha en días, sin lavado ni peinado diario, con el casco puesto a todas horas, sudoroso, qué mejor campo de pruebas para el Patch Cutaneo de Labanti.
Una cama, nevera y una ducha de agua fría
Lucchese no es un advenedizo dakariano. Al contrario. Debutó en 2012, donde estuvo punto de ser arrastrado por la crecida de río en Sudamérica por no querer soltar su Yamaha. Se salvó. Ha llegado al límite mental y físico en varias ocasiones, y superándolos. Siempre al borde de sus recursos económicos, unas imágenes llorando en aquella edición por tener que abandonar llegaron hasta Australia, desde donde dos hermanos le mandaron 100 dólares para la siguiente edición. Fue un estímulo para intentarlo de nuevo.
Ha participado cuatro veces en la categoría de Malle Moto, en la que quedó tercero en 2016. Marchaba destacado en cabeza de la prueba cuando un perro se le cruzó en un enlace y se fue por los suelos. Volvió en 2017, pero, a la búsqueda de esa elusiva victoria, decidió reenfocar toda su vida. "Me di cuenta de que tenía que cambiar para ser más competitivo. Quería volver bien entrenado y con el presupuesto suficiente para tener una buena moto". Para ello, creó un negocio que le generara los ingresos para afrontar el Dakar en las condiciones idóneas.
Soñador, impulsivo e idealista, dejó su casa para ir a vivir a una habitación "con una cama, una nevera y una ducha de agua fría. No puedes depender de otros para conseguir algo grande, hay que ser independiente para estar concentrado y sacando al máximo de tu potencial". En plena odisea para crear su empresa relacionada con la moto, conoció a su actual pareja, Galya Yerofieyeva. Se mudó con él al garito y tuvo que apuntarse a un gimnasio para poder ducharse a diario. Ella pagaba algunas facturas del negocio con su salario de bailarina. Durante tres años, la pareja vivió en la bancarrota, pero vivieron codo con codo. Ella le acompaña desde entonces a todas partes, hasta hoy.
La oportunidad de su vida
"Me quedaban 1.400 euros", explicaba cuando terminó su primera moto prototipo para los raids. "Siempre me he movido por instinto, como cuando compré un dron con ese dinero para promocionar la moto, con un amigo encima de ella con su ropa de carreras para poder grabarla". Un mes después de hacer el vídeo, llegó un golpe del destino. Un joven de Qatar le envió un video para comprarle su moto. Quería competir en un raid, pero no contaba con experiencia.
Lucchese, todo corazón, y con experiencia dakariana, se ofreció a ayudarle gratis, preocupado por el uso y rendimiento de su única moto. "Si no te gusta mi ayuda y no es decisiva, no me pagues. Si te gusta, me pagas". Le pagó, claro, y Ahmed Alkuwari y Manuel Lucchese se hicieron íntimos amigos. Más tarde, Ahmed le ofreció ser su copiloto en buggies. Debutaron juntos en el Dakar en 2023, con Lucchese leyendo las notas. Hoy, Alkuwari es uno de los destacados de la categoría en el Dakar.
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Tras años de duro trabajo con su empresa, Rebel X, Lucchese recibió la oferta de su vida por parte de Yamaha Europa: el desarrollo de la moto GYTR Tenere. Dejó de correr y aparcó el Dakar en un proyecto que le absorbió totalmente. La moto fue un éxito y en 2022 Yamaha le ofreció dirigir el equipo Yamaha Tenere Rally Team. Sin embargo, Manuel nunca olvidó su intención de volver a competir otra vez en dos ruedas.
"Nunca me he rendido en mi vida"
Cuando preparaba su participación en el Dakar de 2024, Lucchese sufrió un grave accidente que le costó operaciones y casi un año de recuperación. Fiel a su espíritu dakariano, tampoco se rindió. Preparó un plan "de dos años, uno para aclimatarme, y luego para ganar en 2026". Entonces mandó aquel vídeo de desafío a Fabrizio Labanti.
"Fabricio me avisó de que, con pelo, no sería una nueva persona, sino que volvería a aquel de los veinte años. Es el caso". El piloto italiano también se ha unido a Labanti en su labor social para luchar contra el bullying a los calvos, más extendido de lo que parece, dice. "La carrera es mucho más dura, cada etapa es casi la más dura que he hecho nunca en el Dakar, tenemos que estar de pie sobre la moto casi toda la etapa, así que imagina más de 400 kilómetros de pie sobre la moto y casi nunca sentados", analiza de la presente edición.
¿Por qué volver a sufrir, la fatiga, la falta de sueño, el enorme frío de la presente edición, las horas interminables de trabajo sobre la moto...? "No puedo rendirme, nunca me he rendido en mi vida. Necesito encontrar la fuerza dentro de mí", es su lema. Lucchese disfruta llegando al límite y más allá. "No tengo ni idea de qué día de la semana es. No tengo ni idea de nada. Creo que este es uno de los mayores placeres porque, básicamente, estás en un mundo completamente diferente, todo lo demás está fuera, y no te preocupas por ello, no tienes ni idea. Lo único en lo que piensas cuando te vas a la cama es en ti y en lo desconocido. Para mí es sanador", remata..
"Uno de los desafíos que presenta el Dakar es el aspecto financiero para organizar todo. Soy calvo, aunque ahora me vean con pelo. Mi patrocinador me hace el pelo, pero no implantes. Básicamente, es una membrana donde ponen pelo real y luego lo pegan en la cabeza. Lo bueno del patrocinador es que, si me canso, puedo cambiar mi apariencia".