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Cristina Gutiérrez: "Un coche del Dakar es como un tanque que va a toda velocidad por el desierto"
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ENTREVISTA CON LA PILOTO OFICIAL DE DACIA

Cristina Gutiérrez: "Un coche del Dakar es como un tanque que va a toda velocidad por el desierto"

El Confidencial entrevista a la piloto burgalesa, que será la segunda mujer piloto oficial en la historia del Dakar, en el que debutará con Dacia en busca de repetir el éxito logrado la pasada temporada con el que entró en la leyenda de la prueba

Foto: Cristina Gutiérrez, junto a Loeb en la presentación de Dacia. (DPPI/AFP7/Julien Delfosse)
Cristina Gutiérrez, junto a Loeb en la presentación de Dacia. (DPPI/AFP7/Julien Delfosse)

Cristina Gutiérrez hará historia otro año más en el Dakar al convertirse en la segunda piloto oficial en la historia de la prueba. Tras ganar en Challenger en 2024, se convertía también en la segunda mujer ganadora en su categoría. Solo la alemana Jutta Kleinschmidt la precede como oficial de Mitsubishi y Volkswagen y ganadora absoluta en la edición de 2001.

Piloto oficial de Dacia junto a Nasser al-Attiyah y Sébastien Loeb, Gutiérrez explica a El Confidencial su trayectoria y los momentos claves que la han llevado a la categoría reina de los raids, un cambio radical para lo vivido hasta ahora en una carrera marcada por la perseverancia y la capacidad para romper barreras.

PREGUNTA. ¿Qué piensas ahora, en el seno de un equipo oficial, cuando hace algunos años tuviste que pedir un crédito para competir en una Baja Andalucía y mantener a flote tu carrera?

RESPUESTA. Veo los muchos cambios que ha habido desde aquel momento y la modificación que supuso aquella confianza en mi carrera deportiva, porque ya llevaba doce años compitiendo. Al final, es aquello de que la suerte te tiene que pillar trabajando. No fue fácil ir a un banco y explicar que pedía un crédito para correr una carrera, para ver si llegaban más patrocinadores. Me cambió la vida, porque había varios grandes equipos mirando esa carrera, la única que se hacía ese año. De la forma en que me ha cambiado la vida y dónde estoy ahora, es muy difícil soñarlo.

P. ¿No fue una locura hacer aquello? En aquel momento habría demasiadas dudas. Mucha gente con afán de competir se ha quedado con muchas deudas.

R. No fue fácil y no fue en un día. Cuando llegó la oferta (del equipo) dije 'no', porque estaba en números negativos con el anterior Dakar. Llegó el covid y se paró todo en seco. Lo planteé a la familia y amigos, empecé a llamar a gente de la competición. Me dieron la confianza con buenos comentarios, que era la oportunidad. Es entonces cuando haces este tipo de cosas. Luego, nunca pensé que me llamaría el manager de Lewis Hamilton para correr en el Extreme E. Fue como surrealista.

placeholder La burgalesa debutó en el Rally de Marruecos. (DPPI/AFP7)
La burgalesa debutó en el Rally de Marruecos. (DPPI/AFP7)

P. Además de jugártela económicamente, ¿qué momentos han sido claves en tu vida, los que han marcado tu carrera deportiva?

R. Mis primeros Dakares fueron claves para ser la piloto que soy hoy en día y mi filosofía de valores. Yo tenía unos patrocinadores al principio que me daban para contratar lo que podía. A veces, en un Dakar, ni tenía ruedas de repuesto. Tenía que gestionarlo todo. Si no llegaba al final, podía no cobrar el cien por cien de los patrocinadores… Era la presión por cumplir el sueño de acabar, que era todo.

En mi segundo Dakar tuve muchas averías mecánicas, con muchas reparaciones en la meta y llegábamos tan tarde que empalmábamos con el siguiente día. Estuve sin dormir tres días. Esa perseverancia para seguir y lograr el objetivo a toda costa me ha marcado como persona, para lograr los objetivos con perseverancia y paciencia.

El crédito fue otro punto de inflexión, porque era todo o nada. Y luego, cuando me rompí la espalda, justo el año en que entré en Red Bull e íbamos liderando el campeonato del mundo, en la segunda carrera del año. Hubo muchos momentos de dudas. Salió la Cristina que quería luchar por sus objetivos, ayudada además por gente que estaba a mi lado. Y luego, estar con Sébastien Loeb, aprendiendo muchísimo de él. El último momento es el Dakar de este pasado año, la culminación de todo el trabajo, que me hace mirar el futuro con un poco de alivio de cara a Dacia.

P. ¿Y qué piensa una dentista de Burgos que se encuentra en el entorno de Lewis Hamilton y Sébastien Loeb? Te tiene que volar la cabeza…

R. Además, pasó en la Baja Andalucía. Anuncié que lo dejaba todo, pero pasé en dos semanas de ir al banco a tener una videollamada de David Richards (responsable del equipo de Extreme E) con Lewis Hamilton y Loeb. No me lo creía, tenía el síndrome del impostor. Era todo raro, como que no formaba parte de esa llamada (risas).

P. Red Bull ha llevado pilotos a la Fórmula 1, pero también lo está haciendo en los raids

R. En mi caso, si no hubiera sido por ellos, no estaría donde estoy. Hubiera seguido siendo una piloto privada y hasta donde llegaran las fuerzas. Cuando te acoge una estructura así, es crucial cuando una empresa genera estos proyectos de jóvenes talentos, como en el modelo de la Fórmula 1. Yo era consciente de que podía más, pero con los recursos que tenía, no podía hacer nada. A mí me cambió la vida, como se la está cambiando a otros jóvenes que están en el programa. Y de todos los que estábamos en el Red Bull Junior, todos estamos en el T1+, la categoría máxima.

P. Y llega la llamada de Dacia, que desembarca en el Dakar… ¿Qué pensaste cuando te conviertes en la segunda mujer piloto oficial en la historia de la prueba?

R. Estaba en Abu Dabi compitiendo, en T3, y de repente me escribe una persona de Red Bull, que baje a la terraza del bar, que estaba con Sébastien Loeb, muy normal todo (risas) Me cuentan el proyecto, y me llama Bruno Famin (antiguo responsable de Peugeot en el Dakar y de Alpine en el Grupo Renault), en un perfecto español, que me explica el proyecto de Dacia. Fue antes de ganar el Dakar, lo que dice mucho de su confianza.

Me dijeron que cero presión, que sabían de lo que era capaz, no solo por rendimiento, sino por valores. Ni me lo pensé, porque además estaba Sébastien Loeb, que ha sido siempre un padre deportivo para mí. Y, a los cuatro meses, entró Nasser al-Attiyah. Ya me explotaba del todo la cabeza.

P. Después de los tiempos en los que contabas las ruedas, ahora estás en una estructura que tiene helicóptero para seguirte por los aires en los test, es decir, la Fórmula 1 de los raids. ¿Cómo es por dentro de un equipo oficial?

R. Soy la preguntona oficial del equipo, porque todo me llama la atención. Estaba acostumbrada a tenerme que adaptar al coche. Ahora es lo contrario: ¿qué quieres que haga el coche, dónde quieres este botón?... Antes de fabricar el coche, me sentaron en un asiento de carbono con una palanca y me pusieron unas gafas de 3D. En modo virtual, veía el habitáculo del coche y me decían cómo querían las cosas. El coche se estaba fabricando sobre mí.

Ahora tienes ingenieros de todo, de sistemas, suspensiones… Y a cada uno les pregunto un montón de cosas porque tenemos datos de todo tipo. Para mí, esta información es brutal, ya no solo es el tiempo de conducción, sino todo aquello que me ayuda: cómo freno yo, cómo frenan Seb o Nasser… Es el mejor máster posible.

A mí me ha encantado lo que me ha ido pasando en mi vida, incluso lo malo, porque ahora me hace valorar todo. Como el tener ruedas nuevas cada día (risas). Valorar las cosas te hace disfrutarlas más. Lo único que tengo que hacer es preocuparme de conducir, ha cambiado mi vida.

P. Ahora se mide con el ritmo de los de arriba, aunque la experiencia será distinta por el salto cualitativo que supone.

R. Lo miro con mucha humildad, porque sé dónde estoy y con quién me enfrento. El Dakar hay que afrontarlo así, pero también con el trabajo que hemos hecho. Mi objetivo al subirme al coche es intentar tener un buen ritmo. Poco a poco fui puliendo cosas, sobre todo, encontrar el límite del coche, sin tener un susto o un accidente, que cuesta mucho. Los saltos no los pasaba a fondo, cada vez iba un poco más, hasta que al final estábamos más cerca de ellos. El Dakar es largo, duro, hay más gente, sé que voy a tener cierta curva de aprendizaje, pero creo que se verá más progresión. Lo bueno es que es un proyecto de tres años, lo que me da cierta tranquilidad.

placeholder Cristina Gutiérrez, en el podio del pasado Dakar. (DPPI/AFP7)
Cristina Gutiérrez, en el podio del pasado Dakar. (DPPI/AFP7)

P. ¿Es tan pepino uno de estos coches capaces de ganar un Dakar?

R. Es una locura, es muy difícil explicarlo si no lo viviese. Es, literalmente, como si fuera un tanque que va muy rápido. Sobre todo, la velocidad a la que podemos pasar peligros. Saltos, agujeros, en los que tú pasarías a dos por hora, nosotros pasamos a fondo. Las suspensiones de estos coches son lo que más impacta a la gente, la altura a la que vamos. Es como un tanque de carreras.

P. ¿Hasta qué punto un Dakar es una experiencia de vida muy comprimida?

R. Siempre lo he comparado con la vida. Al final, es superación, tener un día malo y, al siguiente, recomponerte. Es resiliencia, el no desistir y luchar hasta el final. Es determinación, mirar hacia delante con un foco. Y es aventura, la vida es una aventura y el Dakar también lo es. Vienen momentos buenos, malos, atraviesas desiertos y montañas. Y es solidaridad, el recibir ayuda y darla. Y es mucho trabajo y esfuerzo.

Cristina Gutiérrez hará historia otro año más en el Dakar al convertirse en la segunda piloto oficial en la historia de la prueba. Tras ganar en Challenger en 2024, se convertía también en la segunda mujer ganadora en su categoría. Solo la alemana Jutta Kleinschmidt la precede como oficial de Mitsubishi y Volkswagen y ganadora absoluta en la edición de 2001.

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