Anni Espar: "Si no hubiéramos conseguido el oro en París, quizás no habría llegado nunca"
La waterpolista española reflexiona sobre los Juegos Olímpicos, su recorrido en el waterpolo y la disciplina necesaria para compaginar el deporte de élite con los estudios universitarios
Anna Espar (Barcelona, 1993) es Anni. Suena a diminutivo, pero no tiene ninguna relación directa con su tamaño como deportista. La catalana es una de las mejores waterpolistas de la historia nacional, con tres medallas olímpicas (dos platas y un oro), entre las que se incluye el gran triunfo logrado en París este verano. Al éxito en los JJOO se le suman los tres Europeos y el Mundial que alberga en su palmarés.
Espar está graduada en Administración y Dirección de Empresas (ADE). Aunque se ha formado, había pocas salidas en su vida que no estuvieran relacionadas con el deporte. Su padre, Xesco Espar, fue jugador de balonmano e incluso entrenó al Barcelona cuando ella era pequeña. Su hermana, Clara, también fue internacional en waterpolo.
Ahora continúa en activo tras el éxito en Francia, a la vez que no deja atrás su formación para su futuro laboral. Prefiere no pensar en el porvenir y no descarta estar presente en Los Ángeles 2028, pero opta por ir "partido a partido".
Sus problemas de agenda no le impiden aceptar esta entrevista. "No sé por qué digo que sí a todo. ¿Agenda de ministra? Peor", dice entre risas. A pesar de los asuntos que tenía que resolver, y de la propuesta para aplazar cita, Espar es tajante: "Ya te había dicho que sí, así que solucionaré esos temas en otro momento".
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PREGUNTA. Ganó el oro en París. ¿Sabe mejor el éxito tras las decepciones previas?
RESPUESTA. Totalmente. No significa que si no hubiese habido esas dos platas, no hubiese sabido bien. Pero está claro que, después de tantos años intentándolo y sin conseguirlo, hace que sepa mejor porque demuestra todo lo que cuesta llegar hasta ahí.
P. ¿Antes de París lo veía como un ahora o nunca?
R. No un ahora o nunca, porque habíamos hecho una muy buena preparación. Era consciente de que iba a ser difícil completar otro ciclo olímpico tan bueno como el que llevábamos. Si no lo hubiéramos conseguido, demostraría lo difícil que es; si no lo hubiéramos conseguido, después del excelente trabajo que habíamos hecho, hubiese sido una decepción. Y quizás no hubiera llegado nunca.
P. Usted lo ha ganado todo. ¿Cuál es la receta para no perder el hambre?
R. El simple hecho de ser deportista. En mi caso, como soy tan competitiva, siempre quiero ganar más, porque es adictivo. Cuando entrenas y ves que las cosas salen, quieres más.
P. ¿Cómo ha cambiado su rol en el vestuario? Ahora es de las veteranas.
R. Son muchos años en el equipo y ganas experiencias con los torneos y minutos jugados. Ese bagaje adquirido te ayuda en los momentos importantes y decisivos. Y sirve para apoyar a las jóvenes que suben con muchas ganas, pero son un poco más inexpertas.
P. ¿En París se notó que el malecón fue Estados Unidos y no Australia?
R. Eso es lo que dice todo el mundo, pero tengo que decirte que el partido con Australia fue muy duro, aunque se viera controlado en el resultado. El final fue un poco más cómodo de lo que quizás podíamos esperar del partido. Australia estuvo a un nivel excelente, como suele pasar en todos los Juegos Olímpicos. Por suerte, nosotras seguimos haciendo las tareas, controlamos el partido y nos lo llevamos.
Son muchos años en el equipo y ganas experiencias con los torneos y minutos jugados. Ese bagaje adquirido te ayuda
P. Usted había perdido finales olímpicas. ¿Es inevitable que esos recuerdos aparezcan en los momentos decisivos?
R. Sí, creo que esos momentos te ayudan a prepararte de cara a la final. Sabes que eso puede pasar, pero no lo piensas como algo negativo. Cada partido es un mundo y da igual que hayas perdido una final, porque si estás preparado a la hora de jugar el siguiente encuentro… El pasado no importa, pero es cierto que haber jugado más finales te da una cierta experiencia.
P. También estuvo en Tokio 2020. ¿Fue una experiencia descafeinada?
R. Sí, es como dices, sobre todo ahora que lo veo con perspectiva, porque el contraste con respecto a París fue importante. La piscina de Tokio estaba absolutamente vacía y chocó mucho para ser unos Juegos Olímpicos. En París, en cambio, fue todo lo contrario. Nunca habíamos jugado en una piscina con más de 15.000 personas en la grada y fue un contraste bastante bestia. Veníamos con la idea de que iba a ser muy diferente y de que tendríamos a la familia, a los amigos, pero no esa cantidad de personas. Fue especial ganarla delante de tanta nuestra gente, porque vinieron muchos españoles.
P. ¿No choca un poco jugar un partido a puerta cerrada?
R. Sí, aunque ahora suena más raro que antes porque hemos vuelto a la normalidad. Antes de ir a Tokio, llevábamos más de un año jugando así y vivimos esa situación con cierta normalidad. Chocaba ver esa piscina tan grande así de vacía, pero veníamos preparadas.
P. ¿Qué otras anomalías experimentó en Tokio?
R. El tema de la mascarilla era uno de ellos. Por ejemplo, en el comedor todas las mesas tenían como unas pantallas por las que veías a la persona de enfrente, pero estabas aislada y bien protegida. Teníamos que hacernos cada día un test, aunque no era con el típico palo que te introducían en la nariz. A nosotros nos tocó escupir en un tubo, porque era un test de saliva.
P. ¿Notan los cambios que hay a nivel mediático entre los JJOO y otros torneos?
R. Sí, sí, se nota muchísimo durante los Juegos Olímpicos, porque se cubre más el waterpolo. A posteriori, como además hemos ganado, tenemos muchas más entrevistas, más eventos, más reconocimientos… Pero es algo positivo y esperemos que siga así.
Nunca habíamos jugado en una piscina con más de 15.000 personas en la grada y fue un contraste bastante bestia
P. ¿Se puede vivir del waterpolo?
R. Es complicado. Si estás en un club top y estás en la Selección, puedes vivir. Si no, es muy difícil y necesitas un trabajo. No obstante, ahora están subiendo mucho los niveles de vida y se hace cada vez más complicado, por eso necesitamos bastante apoyo y que se invierta en el waterpolo. Toda ayuda para los clubes y para la Federación es bienvenida y necesaria.
P. ¿Qué becas hay disponibles?
R. Nosotras, las jugadoras de la Selección, estamos dentro del Plan ADO. Es una beca muy necesaria, porque de lo contrario no podríamos estar entrenando tantas horas; tendríamos que encontrar un trabajo. No te sabría decir otras, porque esta es la más reseñable en cuanto a ayuda económica.
P. ¿Es muy exigente la preparación en el waterpolo?
R. Sí, son muchas horas, sobre todo cuando nos concentramos con la Selección. Cuando estamos en el club, es más difícil porque la gente también estudia y algunas lo compaginan con algo de trabajo. Normalmente, son cuatro o cinco horas al día que se pueden ir a seis o siete en los parones internacionales.
P. Usted se graduó en ADE. ¿Cómo compaginó el deporte de élite y los estudios?
R. Los deportistas tenemos cosas en común, y una de ellas es la capacidad que adquirimos para organizarnos. Eso y la disciplina son algunas de las enseñanzas del deporte. También tienes que tener voluntad de hacer otras cosas y te apañas como puede. Hay muchas noches en las que duermes menos o días en los que estás más cansado. Durante cuatro años, con mucha disciplina, saqué la carrera. Es cierto que en aquella época dialogaba mucho con mi entrenador y, si tenía tres exámenes, acortaba un poco sin problema. Es todo cuestión de voluntad, disciplina y organización.
P. ¿Ocurría a la inversa? ¿Daban facilidades los profesores?
R. Sí, también. No a la hora de no hacer exámenes, pero sí para moverlos si tenía algún viaje. Además, no me ponían pegas si no podía ir a clase como consecuencia de alguna competición. Estudié en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y teníamos el programa Tutoresport, aunque el 90% de los profesores entendían de primeras mi situación. Eso, sin embargo, me servía por si había algún caso excepcional de algún profesor que se ponía más duro.
P. Una vez le hicieron un reportaje en la universidad y vi que era alumna de primera fila.
R. Me puse allí para que fuera más fácil para la cámara [risas]. Normalmente, solía sentarme atrás por si me tenía que ir antes al entreno y así no molestaba. Intentaba causar el menor ruido posible, porque muchas veces tenía que salirme.
P. ¿Sabían sus compañeros quién era?
R. Sí, porque fueron varios años juntos y al final se enteraron. Quizás no me conocían los estudiantes Erasmus, pero la gente local sí.
Si estás en un club top y estás en la Selección, puedes vivir. Si no, es muy difícil
P. ¿Es más disciplinada la gente a la que le escasea el tiempo?
R. Sí, totalmente. Cuando yo estudiaba, entrenaba dos veces al día y, además, tenía tres o cuatro horas de clase también. Controlaba muy bien el tiempo que tenía entre el primer y el segundo entrenamiento para ir a la biblioteca y adelantar. Tenía dos horas entre ambos y estudiaba y hacía los trabajos. Mis compañeros, en cambio, se pasaban ocho o nueve horas al día en la biblioteca. Yo, con la mitad del tiempo, conseguí hacer lo mismo porque sabía que mi tiempo era más limitado y tenía que aprovecharlo.
P. ¿Se plantea juntar ADE y el deporte en el futuro?
R. Estaría bien. Ahora sigo en el waterpolo, pero tengo que empezar a plantearme qué voy a hacer en el futuro. Cuando llegas a los 30, tienes que decir de qué manera vas a compaginar el deporte con el trabajo, y tengo claro que quiero seguir formándome a nivel laboral. Me encanta el deporte y sería ideal encontrar algo vinculado con el mundo empresarial.
Tengo claro que quiero seguir formándome a nivel laboral
P. Usted pasó por Estados Unidos. ¿Qué diferencias experimentó en el trato a los deportistas de élite?
R. A los deportistas nos trataban como reyes, pues nos ponían todas las facilidades posibles. Tenías la ventaja de que la piscina o el centro de entrenamiento estaban ubicados a cinco minutos a pie o en bici de la universidad. Además, teníamos un buffet para el desayuno, que ahora incluso se ha extendido a las comidas y a las cenas. Te lo encuentras todo hecho y es más fácil vivir el día a día. El resto de estudiantes va a los partidos y es muy emocionante ver cómo animan al equipo de su universidad.
P. ¿Es posible importar el modelo americano a España?
R. Es difícil, porque aquí tienes a las universidades, por un lado, y a los clubes, por otro. Una manera sería vinculando a los equipos con las universidades, pero son organismos diferentes y es complicado. Además, que una universidad pueda tener unas buenas instalaciones también requiere una inversión económica muy importante.
P. ¿Se plantea ser dirigente en el futuro?
R. No, no me lo he planteado. Me gustaría seguir vinculada al deporte y ayudar de algún modo a la Federación. Pero no me planteo ser presidenta.
P. En su casa casi no le quedó otra que tirar por el deporte.
R. Sí, es verdad. Pero también soy una persona curiosa y me gusta descubrir otros mundos y explorar. No descarto tocar otros temas y acabar dedicada a algo que no tenga relación con el deporte, porque también me gustan las finanzas. O puede surgir otra cosa.
P. Su padre era entrenador de balonmano. ¿Cómo acabaron usted y su hermana en el waterpolo?
R. Sí, las dos empezamos en natación, aunque también hicimos otros deportes. En realidad, hicimos de todo menos balonmano.
Me gustaría seguir vinculada al deporte y ayudar de algún modo a la Federación. Pero no me planteo ser presidenta
P. ¿Esto era a propósito para enfadar a su padre?
R. No, no, no lo recuerdo así [risas]. Nuestros padres nos dejaban elegir para ver qué queríamos hacer. Nos iban apuntando y probamos diferentes deportes. Estuvimos en baloncesto, en tenis y en natación, que nos gustaba mucho. Cuando vimos que nos pusieron por delante una pelota y un deporte colectivo, nos encantó el waterpolo. Ya no nos daban más horas para hacer balonmano y nunca lo practicamos. A la gente le sorprende, pero lo elegimos nosotras. Es lo bueno, porque los padres tienen que meterse lo justo y dejar que sus hijos puedan elegir y decidir su propio camino.
P. Es habitual que a los deportistas se les dé bien más de una disciplina. ¿Era su caso también?
R. Sí, sí. De hecho, algunos entrenadores querían que tiráramos en exclusiva por su deporte. Uno de ellos fue el de tenis y ahora pienso que ojalá me hubiese dedicado a eso, porque me habría ganado mejor la vida [risas]. Es broma, es broma. Estoy muy feliz en el waterpolo, porque mira hasta el lugar que me ha llevado y lo que he disfrutado. Hacer más de un deporte te permite entender mejor el resto.
P. ¿Haber practicado esos deportes le sirvió para algo en el waterpolo?
R. Sí, el caso del baloncesto es muy claro. Me sirvió en el tema de la visión de juego y de las dos manos, porque ten en cuenta que al basket se juega con ambas en muchos momentos. Eso me ha ayudado a ser capaz de jugar fácilmente en los dos lados de la piscina sin ser zurda.
P. ¿En qué momento dejó atrás el resto y se decantó por el waterpolo?
R. En el momento en el que me ofrecieron una beca para entrar en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallés (Barcelona). Tenía 14 años y, evidentemente, ya era incompatible con el resto de deportes.
P. ¿Qué recuerdos guarda de la etapa de su padre como entrenador de balonmano?
R. Recuerdo ir a verle muchísimos partidos; recuerdo disfrutar y sufrir, sobre todo lo primero, porque era deporte de primer nivel.
Algunos entrenadores querían que tiráramos por su deporte. Uno de ellos fue el de tenis
P. Dicen que en el waterpolo hay muchos palos debajo del agua. ¿Cuánto hay de verdad y de leyenda en eso?
R. Sí, sí, los hay [risas]. Ahora [por el martes] tengo un partido de entrenamiento contra un equipo juvenil de chicos y va a haber palos. Pero estamos acostumbradas.
P. He leído que es lectora. ¿Ameniza así las concentraciones?
R. Durante el año me cuesta, porque, aunque alguna noche tengo tiempo, llego a casa cansada. En las concentraciones, como solemos viajar, tengo más tiempo libre y aprovecho para desconectar y no pensar en waterpolo todo el tiempo. Antes era de llevar libros en papel, pero ahora siempre utilizo el ebook.
P. ¿Cuáles son sus autores favoritos?
R. Tengo unos cuantos. De los últimos que he leído me gustó mucho El cuarto mono y suelo leer a Daniel Kahneman, porque también lo hago en inglés. La novela policíaca es lo que más me engancha.
P. ¿En las series también va por esa temática?
R. En las series empleo menos tiempo, pero siempre hago lo mismo: hablo con mi hermana cuando quiero ver algo. Ella es la que me recomienda, porque sabe bien las cosas. No suelo estar pendiente, pero con mi compañera de habitación, a veces vemos algunas juntas en la concentración. No te puedo recomendar nada [risas], pero sí decirte que me gustó Prison Break.
P. ¿Se aburre en las concentraciones o tiene algo de viaje de fin de curso?
R. No, no me aburro. A mí me gusta pasar tiempo con mis compañeras y con el equipo. Si fuera un deporte individual, quizás sería más difícil, pero nosotras encontramos maneras de pasárnoslo bien, aunque sean momentos duros.
P. ¿Qué cambió Miki Oca en el waterpolo español?
R. Muchas cosas por la cantidad de años que lleva. Ha sido una transformación que no ocurre de la noche a la mañana y por eso nos ha costado conseguir ese éxito definitivo, el oro de París. Él ha logrado un vínculo importante entre las jugadoras. Y entre nosotras con el staff, porque hay mucha confianza tanto dentro como fuera del equipo. Todo fluye. En los apartados técnicos y tácticos, los hemos trabajado durante muchos años.
P. ¿Las chicas de Miki Oca han liderado la revolución del deporte femenino español?
R. Se dice mucho que el fútbol femenino lo ha cambiado y está claro que han tenido su parte de importancia en ese sentido. Pero que creo que las chicas de Miki Oca, como bien dices, llevamos muchísimos años en lo más alto del deporte, con numerosos títulos y medallas. Gracias a nuestra actuación, y a la de otras mujeres en otros deportes, estamos consiguiendo que la percepción del deporte femenino poco a poco vaya cambiando.
Gracias a nuestra actuación, y a la de otras mujeres, estamos consiguiendo que la percepción del deporte femenino cambie
P. ¿Vislumbra el final?
R. No quiero pensar en eso, porque estamos viviendo un momento muy bonito. Dicho esto, tengo claro que la Selección tiene el futuro más que asegurado por el nivel de todas las jóvenes que suben y dan la talla. Seré capaz de dar un paso al lado cuando toque, pero ahora se trata de disfrutar este momento. Ahora pienso en conseguir el Mundial el año que viene, prefiero ir partido a partido.
P. ¿Se plantea estar en Los Ángeles?
R. Eso queda muy lejos, además de que es probable que haya una transición antes. Es difícil para una deportista pensar en la retirada, sobre todo cuando las cosas siguen yendo bien y estás preparada y en un buen momento a nivel físico.
Anna Espar (Barcelona, 1993) es Anni. Suena a diminutivo, pero no tiene ninguna relación directa con su tamaño como deportista. La catalana es una de las mejores waterpolistas de la historia nacional, con tres medallas olímpicas (dos platas y un oro), entre las que se incluye el gran triunfo logrado en París este verano. Al éxito en los JJOO se le suman los tres Europeos y el Mundial que alberga en su palmarés.
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