Carolina Marín, la flamenca que cuestionó a la medicina, recibe el Princesa de Asturias
La deportista española ha sido galardonada con el premio en la categoría de Deportes. Tras sufrir un duro varapalo en París al romperse por tercera vez el ligamento cruzado, confía en volver a la élite del bádminton
Nadie había superado dos lesiones de cruzado en el bádminton para reinar de nuevo en este deporte. Pero Carolina Marín se había empeñado en desafiar a la medicina o a la biología. Aquellos infortunios no fueron el freno, más bien se convirtieron en la gasolina que alimentó su motor hacia su nuevo reto: convertirse en la mejor de la historia. Y siguió comprando boletos para ello, para lograr una medalla de oro en París que estaba casi en sus manos, hasta que el drama se apoderó de nuevo de su carrera. La tercera rotura del ligamento cruzado la alejó de su anhelo, pero su carrera amerita el Premio Princesa de Asturias de 2024.
El desenlace fue cruel. Ocurrió cuando mejor estaba tras las dos lesiones previas, como si a Carolina la hubieran encuadrado dentro de El mito de Sísifo; como si cada competición fuera una subida continua a la montaña. Pero la roca se le hubiera vuelto a caer en el instante más inoportuno. 'Así empieza lo malo, y lo peor queda atrás', argumentó William Shakespeare en una ocasión, y sirve a la perfección para describir lo que ha vivido.
España estuvo casi una década sin ver a Carolina en los Juegos Olímpicos, una penitencia demasiado larga. Para los españoles y para todos los aficionados al deporte. En Río de Janeiro no vio el Corcovado, pero llegó a Huelva con la medalla de oro colgada. Hay objetivos que exigen sacrificios elevados. En París tampoco tenía intención de ver la Torre Eiffel, e iba por buen camino para convertirse en campeona olímpica de nuevo.
Carolina tiene 31 años, pero mantiene el espíritu de esa niña de 14 que dejó Huelva para ingresar en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) Joaquín Blume. Ella peleó por su sueño sin olvidarse de su tierra y sin miedos que la aterraran, porque su madre le fue tajante: las puertas de casa siempre estarían abiertas si decidía volver.
El precio de alcanzar el éxito
Marín, sin embargo, nunca tuvo intención de regresar a Huelva, aunque no lo descarta en el futuro por ese vínculo inquebrantable con el sur. A los ocho años, empezó a practicar un deporte desconocido en España que ella misma ha popularizado, hasta el punto de que es imposible no asociar al bádminton con su nombre, como si de una pareja de enamorados se tratara.
Este periplo ha tenido precisos costes de oportunidades. Alejarse de su familia fue el principal, con sus padres recién divorciados y con la incertidumbre de cómo le iría la vida en la capital. Pero en la Blume estaba su pasión, acompañada de un esfuerzo que la llevó al triunfo en Río de Janeiro. Ella misma ha transformado las pistas en su Disneyland particular.
El adiós al flamenco
Abandonar las clases de flamenco fue otro de los peajes a pagar. Durante cuatro años lo compaginó con el bádminton, hasta que la exigencia de los estudios la obligó a decantarse solo por una actividad. Aquella decisión fue acertada, porque hoy ocupa uno de los peldaños más altos en la historia del deporte español. Y porque nunca pensó que acabaría ganándose la vida como bailadora, aunque con este éxito seguro que se marca algún baile, como con los triunfos pasados. Por ella y por Andalucía, lugar al que se escapa cada vez que tiene ocasión.
Nadie había superado dos lesiones de cruzado en el bádminton para reinar de nuevo en este deporte. Pero Carolina Marín se había empeñado en desafiar a la medicina o a la biología. Aquellos infortunios no fueron el freno, más bien se convirtieron en la gasolina que alimentó su motor hacia su nuevo reto: convertirse en la mejor de la historia. Y siguió comprando boletos para ello, para lograr una medalla de oro en París que estaba casi en sus manos, hasta que el drama se apoderó de nuevo de su carrera. La tercera rotura del ligamento cruzado la alejó de su anhelo, pero su carrera amerita el Premio Princesa de Asturias de 2024.