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El furor de los combates a guantazos llega a España: "Creí que me caía, hay que ser valiente"
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GANA EL QUE SE MANTIENE EN PIE

El furor de los combates a guantazos llega a España: "Creí que me caía, hay que ser valiente"

Dos tipos, una mesa y una sola regla: recibir los bofetones sin mover un músculo. Así son los combates a tortazo limpio

Foto: Dos concursantes se golpean durante un encuentro de 'slap figthing'. (UFC)
Dos concursantes se golpean durante un encuentro de 'slap figthing'. (UFC)

El verano pasado tuvo lugar un acontecimiento pionero en España. En Barcelona, en plenas fiestas de la Mercé, diez valientes se citaron en una discoteca para ver quién de ellos quedaba en pie al final de la noche.

El superviviente, y vencedor de la velada, fue Román Danko, un perito de metales preciosos nacido en Ucrania. Román tumbó a su primer rival e hizo que el finalista abandonase, asustado por lo que estaba por llegar. "Nunca había participado en un evento como este, lo hice solo por saber si podía aguantarlo, y también por el chute de adrenalina", dice a este periódico.

Román participó en un concurso de bofetadas, una disciplina que ha ganado popularidad en los últimos años. Lo que comenzó como un fenómeno viral, con vídeos cortos procedentes de Rusia, se ha convertido en la nueva apuesta de la UFC para los próximos años. En un escenario donde el boxeo, el wrestling y las artes marciales mixtas dan síntomas de agotamiento, los bofetones a mano abierta se postulan como el próximo big thing de los deportes de contacto.

El slap figthing solo tiene un puñado de normas. Los concursantes deben golpear con el brazo extendido, no pueden impactar con la palma de la mano en la oreja del rival ni levantar los pies en el movimiento de golpeo y tampoco retirar la cara a la hora de recibir. Cumplidas estas premisas, los contendientes se abofetean por turnos, dejando 30 segundos para la recuperación entre ellos, hasta que uno de los dos se desploma o decide retirarse.

"No tenía idea de cómo se peleaba en esto, solo había hecho algo de boxeo cuando era muy joven y pesas últimamente: esto no se parece en nada", recuerda Danko. "Ahí arriba (en el escenario) no puedes concentrarte. Estás asustado por el bofetón que vas a recibir, mareado por los que ya te has llevado y tienes a mucha gente diciéndote cosas y mirándote, lo único que puedes hacer es seguir adelante y golpear lo más fuerte posible, porque sabes lo que viene después".

"Cuando te golpean, se te mueve el cerebro, quedas muy aturdido"

Esta última parte que menciona Román es clave: gran parte de la fuerza que se usa para abofetear parte de la seguridad de que, si no tumbas al contrario, de inmediato recibirás lo tuyo. "No es lo mismo golpear que recibir. Cuando te golpean, se te mueve el cerebro, quedas muy aturdido. Yo creí que me caía, hay que ser valiente y aguantar. Hay gente que no soporta el shock y el dolor de la cara, sin contar con los que quedan ko", explica.

Aunque no lo reconoce, el ucraniano es un caballero. En el vídeo de la competición puede verse que no utiliza toda su fuerza para golpear y que, una vez que ha soltado el bofetón, lo que más le preocupa es el bienestar de su rival. No es, ni mucho menos, la actitud con la que llegó el deporte de Rusia, donde los contrincantes llegan a dislocarse codos, muñecas y falanges con tal de noquear al que tiene enfrente. Es más, en ocasiones los luchadores no se despiertan nunca del KO.

En octubre de 2021 se celebró en Polonia el evento Punchdown 5, que tenía como estrella a Artur Waluś Walczak, campeón de concursos strongman y considerado uno de los hombres más fuertes del país. Con sus 145 kilos y experiencia en el mundo del MMA, Walzack tuvo que enfrentarse a otro campeón del strongman, Dawid Zales Zalewski. En su segundo bofetón, Zalewski impactó con tal fuerza en el mentón de Walzack, que cayó desplomado y tuvo que ser trasladado al hospital.

La tomografía reveló que Walzack había sufrido un infarto cerebral originado por el impacto y los médicos optaron por mantenerle en coma para evitar daños mayores. Pero no había nada que hacer: el luchador falleció un mes después a causa de las lesiones.

Controlar el peligro

Que los concursos de bofetadas sean peligrosos depende de las normas. En Polonia se siguieron las reglas originales, las rusas, que imponen que el combate no termina hasta que uno de los luchadores cae o se retira. Además, los campeonatos suelen ser en formato eliminatorio, de modo que el ganador llega a la final con una buena tunda encima. Por contra, en Occidente se está intentando limitar la violencia del deporte, estableciendo máximos de tres bofetadas por encuentro o permitiendo al árbitro parar un combate cuando uno de los luchadores no esté plenamente consciente o muestre una deformación facial.

Estas limitaciones han permitido que Dana White, presidente de UFC, conseguir una licencia en el estado de Nevada para Powerslap, la primera liga profesional de guantazos. El formato está adaptado a los tiempos: 27 luchadores procedentes de todo el país, entre ellos una mujer, la húngara Sheena Bathory, participan en una suerte de Gran Hermano de las hostias. Conviven a lo largo de la semana en una casa mientras entrenan la técnica de los guantazos con máquinas de última tecnología. Después, se ven las caras en los eventos, que White ha diseñado tomando las extravagancias del wrestling. Los luchadores entran al ring con su propia música, tienen apodos como El Jesucristo de los Bofetones, El Perro o el Papá de los Guantazos, y fingen, en favor del espectáculo, no estar participando en un concurso brutal.

El año pasado se disputó el denominado mejor combate de slap figthing de todos los tiempos. Enfrentó a Wolverine, un exluchador de MMA conocido por tener el mejor bofetón de Estados Unidos, contra Darius The Destroyer, un joven latino con fama de poder encajar cualquier golpe. Ambos se dedicaron sus mejores guantazos durante más de 40 minutos, una duración inédita para un combate de bofetadas. Una lucha épica en la que se intercambiaron 27 golpes cada uno y solo terminó porque Wolverine perdió la visión de su ojo izquierdo.

Wolverine y Darius son ahora los directores técnicos de Dana White en Power Slap. Por ahora se han estrenado los dos primeros capítulos con más de un millón de visualizaciones cada uno. Es el triple del promedio que acumulan los combates de MMA, un negocio que vale 4.000 millones de dólares.

"Este deporte no es más violento que el MMA, por ejemplo, donde un luchador se tira encima del otro cuando cae al suelo para golpearle a muerte", dice Juan Ferrer, hombre más fuerte de España y uno de los pioneros del slapfigthing en nuestro país. En 2019 organizó un concurso informal en un gimnasio con gran éxito, si bien la pandemia frenó cualquier evolución. "Lo hicimos entre amigos, por pura diversión, pero descubrí que detrás había mucho interés. Quisimos seguir, pero con el confinamiento tuvimos que abandonar la idea".

Olvidado el virus, Ferrer y la promotora Boxea.es planean hacer la primera velada profesional de bofetones en España. Tendrá lugar el 29 de abril en Valencia y habrá una suculenta bolsa para los ganadores. Puede participar cualquiera, aunque algunos de los atletas confirmados llevan semanas entrenando. "Será un evento con un ring, jueces, árbitros y todo lo necesario para velar por la seguridad de los participantes. Y quién sabe si, en el futuro, de esto nace un campeonato de España y podemos hacer una federación para convertirlo en un deporte más, como es nuestra intención", zanja Ferrer.

El verano pasado tuvo lugar un acontecimiento pionero en España. En Barcelona, en plenas fiestas de la Mercé, diez valientes se citaron en una discoteca para ver quién de ellos quedaba en pie al final de la noche.

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