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Las 'harrijasotzailes' o cómo derribar el techo de cristal a base de alzar piedras: "Fue algo brutal"
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Las 'harrijasotzailes' o cómo derribar el techo de cristal a base de alzar piedras: "Fue algo brutal"

No era común que las chicas quisieran levantar piedras, pero poco a poco han ido rompiendo barreras. La primera fue Dámasa Agirregabiria, allá por 1935. Algunas han seguido su estela

Foto: Dámasa Agirregabiria rompió barreras en 1935. (Archivo General de Guipúzcoa)
Dámasa Agirregabiria rompió barreras en 1935. (Archivo General de Guipúzcoa)

"Esta señorita muy agraciada físicamente realizó numerosas exhibiciones públicas de su fuerza y destreza por toda la geografía guipuzcoana bajo la dirección de Errekartetxo". Este fue el pie de foto que Indalezio Ojanguren, el autor de la instantánea, anotó el 20 de enero de 1935 para dejar testimonio gráfico de las hazañas de Dámasa Agirregabiria, a quien todos los expertos en la materia coinciden en señalar como la primera mujer 'harrijasotzaile' (lanzadora de piedras). La joven aparecía en una calle de Eibar (Guipúzcoa) con una piedra cilíndrica de ocho arrobas (100 kilos) junto al levantador de piedras azpeitiarra Santos Iriarte, 'Errekartetxo'. Casi un siglo después, la fotografía de una mujer con una enorme piedra a hombros ha pasado de estar en las páginas de curiosidades a figurar en la sección de deportes. No es flor de un día. Las harrijosotzailes femeninas han venido para quedarse.

Desde el Gobierno Vasco, su director de Actividad Física y Deporte, Gorka Iturriaga reconoce que las ayudas económicas sirven para potenciar las disciplinas deportivas donde las mujeres no han tenido tradicionalmente cabida. "Además, hay que darles el prestigio y el cariño que les corresponde", explica. Iturriaga admite que, a día de hoy, aún es necesario activar este tipo de políticas. Han sido demasiados años de desigualdades. La brecha en materia de género sigue siendo "grande y es algo contra lo que queremos seguir luchando". Las cosas no cambian de repente. A veces se demoran. Pese a todo, ya se empiezan a ver los primeros resultados. "Ahora mismo acabamos de implementar en las tres capitales vascas un campeonato de pelota a mano al que se han apuntado 110 mujeres".

placeholder Karmele Gisasola alza una piedra de 75 kilogramos. (Cedida)
Karmele Gisasola alza una piedra de 75 kilogramos. (Cedida)

En lo que respecta al levantamiento de piedra, el máximo responsable del deporte vasco comenta que tanto los 'herri kirolak' (deportes autóctonos), como el remo y la pelota tienen la categoría de "deportes estratégicos" porque desde el Gobierno Vasco la idea ha sido siempre dotarles de partidas presupuestarias especiales de financiación "porque solo nosotros vamos a ser capaces de cuidarlos como se merecen".

Al principio, que los hombres levantaran piedras en modo competitivo se limitaba al ámbito familiar de los caseríos. Más tarde llegaron las apuestas. A partir de entonces, los más forzudos comenzaron a exhibirse en las plazas de los pueblos. Antes, por supuesto, había que fijar unas normas. Cuando hay dinero de por medio, ya se sabe. Las piedras irregulares se desecharon y se diseñaron otras de cuatro formas geométricas distintas: esféricas de ocho, nueve y diez arrobas (100, 112,5 y 125 kilogramos), cúbicas y rectangulares de entre 125 y 215 kilogramos y las cilíndricas de hasta 200 kilogramos. El récord masculino lo tiene el navarro Mieltxo Saralegi con una piedra de 329 kilogramos y en mujeres la guipuzcoana Idoia Etxeberria con otra mole de 163,4 kilogramos.

El camino familiar

El caserío Zelai de Mallabia (Vizcaya) es la cuna de una saga de deportistas vinculados a los 'herri kirolak'. José Gisasola fue quien abrió el camino que siguió su sobrino José Antonio Gisasola, Zelai I, varias veces campeón de Euskadi de levantamiento de piedra. "Siempre vivimos ese ambiente en casa mi hermano Jon y yo, así que no es nada anormal que nos aficionáramos a lo que tanto le gustaba al aita", dice su hija Karmele, la actual campeona de Euskadi en la misma especialidad que su padre. A ella siempre le gustó levantar piedras, pero como veía que ninguna mujer se animaba, se limitaba a acompañar a su progenitor por las plazas de los pueblos. "Durante los más de 20 años que compitió, jamás hubo una chica que saliera a la plaza junto él", afirma.

Karmele Gisasola nunca llegó a perder la afición. Y eso que vio cómo su hermano y su primo Ioritz ya le pegaban al hacha "cortando troncos y con sus pantalones blancos" con solo tres años edad. "Me gustaba, pero no quería participar", admite. Ya con 17 años empezó con su prima Maider con las tronzas (corte de troncos con una sierra). Siguió con el levantamiento de yunque, txingas (pesas) y piedras. No admiraba a nadie en especial. Eso sí, tenía como referentes a otras mujeres como Miren Urkiola, la salmantina María José Sardón o a Idoia Etxeberria. "Nadie podrá lograr lo que ella hizo cuando levantó una piedra de 163 kilos y otra de 118 con una sola mano. Fue algo brutal".

placeholder Lucía Orbe posa sobre una piedra de 250 kilos. (Héctor González)
Lucía Orbe posa sobre una piedra de 250 kilos. (Héctor González)

La triple campeona de Euskadi de levantamiento de piedra consiguió su mejor marca el año pasado en su localidad natal cuando realizó seis alzadas con una cilíndrica de cien kilos. Como 'harrijasotzaile' compite a menudo en exhibiciones en distintos pueblos de la geografía vasca o en campeonatos "con una txapela de por medio para la campeona" y donde se pueden ganar hasta 800 euros "aunque eso solo ocurre una o dos veces al año", se lamenta. También ha salido victoriosa en tres ocasiones en la prueba de lanzamiento de yunque y hasta logró la victoria en la primera edición de pentatlón femenino que se celebró en Euskadi. Por si alguna chica está interesada en probar, la cosa consiste en finalizar cinco pruebas: alzar 15 veces una piedra de 63 kilos en forma de bola, arrastrar 22 metros una piedra de 250 kilos, cortar con el hacha dos troncos de 45 pulgadas de grosor, llevar agarradas dos 'txingas' con ambas manos de 35 kilos cada una durante algo más de 60 metros y correr kilómetro y medio.

Estudiantes que compiten

Lucía Orbe es de Bilbao, una ciudad que está muy lejos de ser el epicentro de campeonatos o exhibiciones de deporte rural. "De pequeña sí que vi alguna vez levantar piedras, pero no era un deporte muy accesible para las que vivían en núcleos urbanos grandes". Cuando se independizó, una vez terminados sus estudios de Química, esta gestora de proyectos, que trabaja en una empresa energética, se instaló en Getxo. Allí empezó a hacer crosffit y coincidió con varios miembros del Getxo Herri Kirol Taldea, que vieron que la chica tenía interés en los deportes de fuerza. La invitaron hace casi dos años a probar lo de levantar piedras y la cosa cuajó. Tan es así que ahora entrena seis días a la semana combinando los 'herri kirolak' con el crosffit.

placeholder La palentina Marina Blanco posa antes de una competición (Joseba Urretavizcaya)
La palentina Marina Blanco posa antes de una competición (Joseba Urretavizcaya)

La doble subcampeona de Euskadi de levantamiento de piedra no tiene ningún tipo de ritual a la hora de alzar una bola de más de 80 kilos. “Lo importante es tener una buena cintura para darle un buen empujón a la piedra y así subirá bien”. Lo que sí hace es calentar mucho antes de cada competición “porque si no sufro mucho de lumbares”. Para el profano que piensa que todo es cuestión de fuerza, Lucía Orbe aclara que sin una técnica adecuada no hay nada que hacer. “Yo, por ejemplo, sé que tengo más fuerza o resistencia que otras chicas con menos peso, pero como levanto las piedras a base de fuerza bruta me acabo cansando antes con el riesgo de que además te puedas lesionar”, indica. Siempre junto a ella está su entrenador Félix Campos, quien de forma reiterada le pide siempre que utilice la fuerza justa y la técnica precisa “porque eso te garantiza que estés utilizando la energía exacta en vez de malgastarla”.

Los largos desplazamientos

La palentina Marina Blanco es muy dicharachera y cuenta su historia como 'harrijasotzaile' con cierta gracia. Un buen día una amiga le pidió que le acompañara a una competición para decidir quién era la mujer más fuerte de España. "Como estaba estudiando y no tenía dinero, la única forma de ir gratis era apuntándome también, y eso fue lo que hice", recuerda. Para preparar aquella competición de Strong Woman se dedicó varias semanas a levantar piedras a un metro del suelo, pero no hasta el hombro como se hace en el País Vasco. Aquello le enganchó enseguida, sin embargo, al llegar la pandemia y con los gimnasios cerrados no tenía un sitio para entrenar. De repente, apareció Julio Jiménez, que tenía una casa en Palacios de Goda (Ávila) donde ella podía entrenar y que, además, mantenía contactos con personas vinculadas en el País Vasco a los 'herri kirolak'.

Cada vez que se desplaza a Palacios de Goda tarda unos 75 minutos en coche. Eso no le desanimó para comprobar por sí misma "qué era eso de levantar piedras como los vascos". Su contacto con las deportistas de Euskadi fue al principio un poco complicado. "Después de insistir bastante, logramos meternos en la federación vizcaína hace año y medio, y ahora mismo estamos encantadas porque siempre nos avisan cuando hay un campeonato". Cuando no entrena, trabaja como quiropráctica y nutricionista casi 12 horas al día. "Es lo que tiene ser autónoma", apostilla. Por tanto, el deporte es solo un hobby y no se autoimpone una dieta estricta. "Tan solo me limito a vigilar mi alimentación".

placeholder La oriotarra Udane Ostolaza, en pleno torneo. (Ander Guillenea)
La oriotarra Udane Ostolaza, en pleno torneo. (Ander Guillenea)

Los pacientes se sorprenden cuando se enteran de que su quiropráctica levanta piedras, "un deporte que, en principio, todos piensan que es lesivo para la espalda". Sus amigos, por su parte, comentan que es "otra locura" más de Marina, "y mis padres me dicen que mientras yo sea feliz que puedo seguir con ello". La joven palentina, que levanta piedras cilíndricas al hombro de 90 kilos, relata con cierta gracia sus experiencias en el País Vasco porque no entiende "ni papa" de euskera. El año pasado, por ejemplo, un juez, pensando que era vascoparlante, le avisó durante el campeonato de Euskadi de que tenía que cambiarse de chaleco para levantar la siguiente piedra. Incluso comenzó con la inquietante cuenta atrás, por supuesto, también en euskera. La cosa no pasó a mayores y ahora afirma que "ya sé contar hasta diez, pero no mucho más". Marina es de las que habla y mima a esas moles de granito antes de alzarlas. "Creo que en el País Vasco las piedras no me entienden porque no hablan español y, claro, luego no suben las cabritas", remata en tono jocoso.

Competir con gente mayor

Hablar de la familia Ostolaza en el mundo de los 'harrijasotzailes' son palabras mayores. El abuelo Agustin venció en alguna ocasión a leyendas de este deporte como al mítico boxeador José Manuel Ibar, Urtain, o al navarro Iñaki Perurena. Su hijo, Joseba Ostolaza, empezó a levantar piedras con 13 años. A los 16 ya había conseguido alzar hasta el hombro una mole de 200 kilos, algo muy infrecuente a esas edades, y se retiró con siete campeonatos de Euskadi le levantamiento de piedras grandes y pequeñas. El relevo familiar lo ha tomado Udane, que el pasado 9 de octubre quedó la quinta de seis participantes en el primer campeonato de Guipúzcoa que se celebró de esta modalidad. "Pensé que iba a quedar la última porque he estado enferma, así que estoy muy contenta", espeta.

A sus 17 años Udane Ostolaza es la más liviana en cuento a peso en categoría femenina y, pese a sus 60 kilos, compite de tú a tú con chicas que por lo menos le sacan cinco kilos o más. Un buen día, hace justo ahora diez años, le comentó al aita (padre) que le gustaba lo de levantar esas moles de granito. El progenitor quedó encantado al oír los deseos de la niña, así que, para empezar, le regaló unas piedras de madera "que pesarían unos cinco kilos". Su madre siempre le ha apoyado también. "Ten en cuenta que cuando conoció a mi padre ya era levantador, lo mismo que un primo suyo, así que siempre le pareció buena idea".

Como aún no alcanzado la mayoría de edad y, por tanto, carece de permiso de conducir, no ha podido desplazarse fuera de Euskadi para competir las veces que ella hubiera querido. Pese a todo, ha participado en diversas exhibiciones en ciudades como Madrid o León, y es posible que en breve visite Zaragoza para demostrar su destreza con las piedras. Su padre, en cambio, sí que viajó a lugares como Escocia o Boise, la ciudad capital del estado de Idaho en Estados Unidos, donde reside una importante colonia de ciudadanos de origen vasco.

"Esta señorita muy agraciada físicamente realizó numerosas exhibiciones públicas de su fuerza y destreza por toda la geografía guipuzcoana bajo la dirección de Errekartetxo". Este fue el pie de foto que Indalezio Ojanguren, el autor de la instantánea, anotó el 20 de enero de 1935 para dejar testimonio gráfico de las hazañas de Dámasa Agirregabiria, a quien todos los expertos en la materia coinciden en señalar como la primera mujer 'harrijasotzaile' (lanzadora de piedras). La joven aparecía en una calle de Eibar (Guipúzcoa) con una piedra cilíndrica de ocho arrobas (100 kilos) junto al levantador de piedras azpeitiarra Santos Iriarte, 'Errekartetxo'. Casi un siglo después, la fotografía de una mujer con una enorme piedra a hombros ha pasado de estar en las páginas de curiosidades a figurar en la sección de deportes. No es flor de un día. Las harrijosotzailes femeninas han venido para quedarse.

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