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El rugby planta cara a la violencia machista
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Actitudes inconcebiles

El rugby planta cara a la violencia machista

Ya son varios los clubes que han tomado medidas para erradicar este tipo de comportamientos. Los equipos hablan de solidaridad, compañerismo y respeto

Foto: Imagen de la última edición del torneo de rugby celebrada en 2019 en Valladolid contra la violencia género. (Cedida)
Imagen de la última edición del torneo de rugby celebrada en 2019 en Valladolid contra la violencia género. (Cedida)

No hay manera de que los aspectos deportivos del rugby brillen con luz propia. Es una batalla que parece perdida. A principios de año el Grupo Intxausti Gernika Rugby Taldea anunciaba la expulsión fulminante de un jugador al haber tenido constancia de un lamentable hecho que podría tener encaje penal en lo que en términos jurídicos se enmarca dentro de la violencia de género. Ahí sí que la prensa, radios y televisiones amplificaron al máximo el suceso. Poco se habló de lo que este equipo y otros muchos se desviven por hacer real aquel eslogan de "tolerancia cero contra la violencia machista". Este desamparo mediático a los valores del rugby es una constante. Poco ayuda la relación epistolar tirándose los trastos a la cabeza entre los que mandan en el rugby español y los que aspiran a hacerlo. La visibilidad se logra poco a poco por méritos propios. El ostracismo se gana a pulso de forma meteórica, y ya cuando el enfermo está en la UCI con la ayuda de un respirador deja de ser noticia hasta que se firma el acta de defunción.

Foto: Román disputa un partido. (Walter Delgiromo)

Iñaki Uribe, abogado y presidente del Gernika, subraya que el protocolo del club obliga a sus jugadores a respetar los valores que representan al equipo. "No son nada del otro mundo porque hablan de solidaridad, compañerismo, respeto o sacrificio, pero hay que cumplirlos", explica. Uribe sostiene que nadie pide a los jugadores que se comporten "como monjas". Lo único que se les exige, "sobre todo la gente que viene de fuera", es que cuando anden por el pueblo "sepan que están representando al Grupo Intxausti Gernika Rugby Taldea". Estos condicionamientos que aluden a los valores del club están en letra impresa en sus contratos. Son relativamente sencillas de cumplir: acudir a los entrenamientos, estar a disposición del cuerpo técnico o de los médicos y tener un comportamiento "adecuado" dentro del terreno de juego. Aquí la norma es más laxa porque puede acontecer un comportamiento no adecuado "en el fragor de la batalla" que entra dentro de lo excusable. "Lo que no se tolera es que ese mal comportamiento sea reiterado o especialmente raro", añade.

Por tanto, a nadie puede extrañar la rápida actuación del club en un caso como el del jugador neozelandés expulsado. El incidente tuvo lugar el pasado 31 de diciembre. La Ertzaintza informó en Año Nuevo al Gernika de que había una denuncia por agresión en la que estaba implicado un miembro del equipo "y colaboramos desde el principio en todo lo que se nos pidió". Al jugador se le asignó un abogado de oficio y el club no intervino en nada más. El día 2 de enero se reunió la Junta Directiva y decidió por unanimidad rescindir el contrato "en base a las cláusulas que él mismo había firmado". El jugador, que no llevaba ni un mes residiendo en la villa foral, no puso ningún problema. "Se disculpó, reconoció que la había cagado y desde entonces ya no sabemos nada más de él", incide Uribe. Hubo quien criticó que la medida fuera un tanto precipitada por el tema de la presunción de inocencia. Aquí el presidente es tajante: "No decimos que sea inocente o no, pero ese tipo de comportamiento no podemos tolerarlos ni indiciariamente porque es causa objetiva de rescisión del contrato".

placeholder  La esquiadora Blanca Fernández Ochoa fue madrina del evento en 2018. (Cedida)
La esquiadora Blanca Fernández Ochoa fue madrina del evento en 2018. (Cedida)

El de Gernika no fue un caso aislado

Lo del Gernika no es un caso aislado. Otro club de división de Honor se ha visto obligado este mismo año a adoptar una decisión idéntica sin dar publicidad al tema. Hace dos años, sin embargo, el Hernani sí quiso que la opinión pública supiera de primera de mano que había expulsado a un jugador que "igual soplaba demasiado y se le fue la pinza", según señala su presidente, Joxe Kurutz Elosegi. El incidente ocurrió después de un partido, seguido de alguna que otra cerveza y de una cena con varios compañeros. Ya de noche el jugador se encontró con unas chicas "que le dijeron no y él, por lo visto, no lo aceptó". Pese a ello, insistió. Una de ellas se enfadó "y cuando se acercaron dos chavales le soltó a uno de ellos un guantazo y fue entonces cuando le detuvieron". Era el primer fichaje del Hernani de un jugador extranjero. El club actuó con rapidez y le dijeron que al día siguiente tenía que dejar el piso e irse. "Total que como no le quitaron el pasaporte se fue a Iparralde (país vascofrancés) donde conocía a algún que otro compatriota y ya nunca supimos nada más de él", espeta.

Por aquel entonces el club no tenía ningún protocolo para actuar ante estas situaciones. Y eso que varios años antes tuvieron que expulsar a un entrenador al que pillaron sacando fotos a chicos en el vestuario. Fue a raíz de unos incidentes ocurridos en el campo de fútbol del Hernani con una parte del público que increpó a una linier por el mero hecho de ser mujer, cuando todo cambió porque el club tampoco supo cómo reaccionar. El Ayuntamiento tomó cartas en el asunto y elaboró un protocolo de prevención contra la violencia de género que, en el caso del equipo de rugby, afirma que no se tolerará ninguna forma de acoso o abuso sexual por parte de nadie del club y que se establecerán métodos de prevención para proteger a las víctimas y denunciar a los acosadores.

En Valladolid, el club de rugby El Salvador se afanó en que su equipo femenino fuera a partir de 2009 un elemento de utilidad para dar relevancia al papel de la mujer tanto en el deporte como en la sociedad. La vicepresidenta del SilverStorm El Salvador, María Morán, recuerda que "al principio" el objetivo era recaudar fondos para ayudar a las víctimas, así que contactaron con Cruz Roja y todo el dinero se derivó a sus casas de acogida de emergencia para mujeres maltratadas, una práctica que sigue vigente hoy en día. Desde el primer torneo disputado en la temporada 2011-12 contra la violencia de género el proyecto ha ido creciendo. “No queríamos quedarnos exclusivamente en la parte de la recaudación porque empezamos a ver que uno de los problemas de esta lacra parte de la educación, que tiene que ser en igualdad”, añade.

placeholder La presentación de la Liga Iberdrola de rugby femenino. (EFE/Rodrigo Jiménez)
La presentación de la Liga Iberdrola de rugby femenino. (EFE/Rodrigo Jiménez)

Jornadas sobre la igualdad en el deporte

Así, el siguiente paso fue organizar una serie de jornadas sobre igualdad y violencia de género "abriendo un abanico más amplio que el mundo del rugby y siendo más generalistas con el deporte". A estas actividades le siguieron otras bajo el epígrafe "Formando Mujeres Líderes" orientadas a formar a las mujeres en el liderazgo dentro de todo lo relacionado con el mundo del deporte "de tal forma que luego se pueda extrapolar a la vida diaria en el ámbito laboral o académico". Al final también buscaron la colaboración de instituciones, entidades y patrocinadores para dar una mayor divulgación y relevancia a sus proyectos. De esta forma se cumplimentaron los tres ámbitos de actuación previstos en el plan inicial: divulgación, sensibilización y recaudación.

Si de algo está "orgullosa" Morán es de la implicación del club y de los patrocinadores en favor de la igualdad y en contra de la violencia de género. De ahí que no se guarde ni un solo detalle de todas las acciones que llevan a cabo. Habla, por ejemplo, de un proyecto puesto en marcha de forma conjunta por El Salvador y SilverStorm llamado ADA de alfabetización digital para mujeres maltratadas. El nombre del proyecto no surge al azar, sino que es una especie de homenaje a Ada Lovelace, a quien se considera la primera mujer programadora informática. "Al ser una multinacional de consultores expertos en informática han estado trabajando con grupos de mujeres maltratadas a través de los servicios sociales del Ayuntamiento de Valladolid dándoles clases, por ejemplo, sobre ciberseguridad para que, por un lado, se puedan proteger y, de otro, se abran al mercado laboral a través de la digitalización", explica Morán.

Se trata, en definitiva, de que este grupo de mujeres pueda acceder al mercado laboral con la mayor formación posible en aras a que les surjan más oportunidades profesionales que, a su vez, permitan reducir la brecha laboral. Esta política de formación ha tenido ya sus éxitos. Dos mujeres han conseguido trabajo de las 14 que les pidieron ayuda en primera instancia. "Eso es muy gratificante porque era el objetivo real de nuestra actuación y es que, además, entre todos les convertido en una pequeña familia que se apoya y se ayuda".

placeholder El equipo de rugby femenino URA posa con su camiseta en el día mundial contra la violencia de género. (EFE/Carlos Barba)
El equipo de rugby femenino URA posa con su camiseta en el día mundial contra la violencia de género. (EFE/Carlos Barba)

Llama la atención que parte de ese trabajo para que las mujeres maltratadas vuelvan a coger confianza y autoestima haya contado con la participación de la plantilla masculina del equipo que milita en División de Honor, "el buque insignia de este club". Las víctimas de la violencia de género acudían a los entrenamientos para tomar conciencia de lo que significa trabajar en equipo y de la importancia que supone la toma las decisiones. La actividad tiene también un efecto boomerang hacia los propios jugadores porque "toman contacto con una realidad que existe y que, en realidad, es otra forma muy importante de sensibilizarles ante la violencia sexista".

Con estos mimbres en 2019 se organizó el mayor torneo de rugby femenino que se hace en Europa. Acudieron a la cita 450 jugadoras de toda la geografía española y este año, si la pandemia no lo impide, piensan celebrar la décima edición en septiembre con la previsión de que estén presentes conjuntos europeos. De hecho, ya están buscando una madrina para ceremonia que siga los pasos de la medallista olímpica Blanca Fernández Ochoa, la fiscal ya fallecida y experta en violencia de género Soledad Cazorla, la exatleta Pilar Fernández de Valderrama o de la periodista Paloma del Río. Durante la competición, el club renueva cada año en torno al 8 de marzo su declaración de igualdad y se lee un manifiesto contra la violencia de género. Se trata, como dice la vicepresidenta del SilverSotorm El Salvador , "de hacer un ejercicio de compromiso real de fortalecer esa visibilidad de la mujer dentro del club y ofrecer oportunidades para que se desarrollen en otros estamentos como entrenadoras, árbitros o managers".

No hay manera de que los aspectos deportivos del rugby brillen con luz propia. Es una batalla que parece perdida. A principios de año el Grupo Intxausti Gernika Rugby Taldea anunciaba la expulsión fulminante de un jugador al haber tenido constancia de un lamentable hecho que podría tener encaje penal en lo que en términos jurídicos se enmarca dentro de la violencia de género. Ahí sí que la prensa, radios y televisiones amplificaron al máximo el suceso. Poco se habló de lo que este equipo y otros muchos se desviven por hacer real aquel eslogan de "tolerancia cero contra la violencia machista". Este desamparo mediático a los valores del rugby es una constante. Poco ayuda la relación epistolar tirándose los trastos a la cabeza entre los que mandan en el rugby español y los que aspiran a hacerlo. La visibilidad se logra poco a poco por méritos propios. El ostracismo se gana a pulso de forma meteórica, y ya cuando el enfermo está en la UCI con la ayuda de un respirador deja de ser noticia hasta que se firma el acta de defunción.

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