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Mireia Belmonte, un milagro en el agua
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logró seis medallas en el último europeo

Mireia Belmonte, un milagro en el agua

No hay barrera que se le resista. Con seis medallas en los últimos europeos de Berlín, la catalana sigue haciendo historia en la natación con sólo 23 años

Foto: Mireia bate con energía sus brazos durante la final de los 200 mariposa en la que consiguió el oro.
Mireia bate con energía sus brazos durante la final de los 200 mariposa en la que consiguió el oro.

Es la mujer del momento. No hay barrera que se le resista a la mejor nadadora española de todos los tiempos. Mireia Belmonte (Badalona, 1990) no levanta el pie del acelerador y continúa grabando con letras doradas su nombre en la historia en la natación. El pasado domingo, la sirena catalana culminó en Berlín unos Europeos de ensueño. En el Velodrom de la capital alemana, Mireia sumó seis de las 13 preseas que conquistó la delegación española. Dos de cada color: oro en los 1.500 libres y los 200 mariposa; plata en los 800 libres y los 400 estilos; y bronce en los 5 kilómetros en aguas abiertas y en los 400 libres.

Un botín reluciente que cumple con las expectativas previstas por la única nadadora española nacida en España (la rusa nacionalizadaNina Zhivanevskaya ganó el bronce en los 100 espalda en Sydney 2000) capaz de ganar una medalla olímpica. "Estoy muy sorprendida por las seis medallas. No pensaba que iba a conseguir tantas. A nivel individual he conseguido en todo menos en el 200 estilos. Mi objetivo principal aquí era nadar todas las finales y al final me voy con casi todas las medallas, así que no puedo estar más contenta", declaró Mireia después de poner el punto y final a su colosal actuación. La española confirmó a lo largo de siete días que es la mejor nadadora de la historia de este deporte en España: por palmarés, versatilidad y proyección. Y todo con unos 23 años que no hacen sino alumbrar un futuro de lo más halagüeño. Polivalente y multifuncional, Mireia participó en siete pruebas diferentes a lo largo del campeonato: desde los 5 kilómetros en aguas abiertas hasta los 200 mariposa pasando por los relevos o los 200 estilos, una especialidad donde la fatiga que le produjeron los 800 libres le privó de uhacerse con un nuevo premio.

Parece que fue ayer cuando una niña de cuatro años se zambullía en el agua por primera vez. Lo hizo por prescripción médica, para prevenir una escoliosis que no llegó a aparecer. Con seis empezó a competir y a contemplar con fascinación las coloridas uñas de las nadadoras mientras mordían sus medallas. A los 12 entró en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat para seguir sus pasos. Además de la fe que le fue inculcada durante sus años de escolarización religiosa, Mireia es una persona tremendamente supersticiosa. Ya sea en el color de sus uñas, en el rosa siempre presente en sus complementos o el no volver a utilizar un bañador si las cosas no han salido bien. Son las rarezas y pequeñas excentricidades de formidable nadadora que hasta hace nada le guardaba mucho respeto al mar. Una fobia que superó metiéndose en un Aquarium con tiburones. Una terapia de choque brutal para la leona de Badalona, como la llamaban en sus años mozos.

Una vida con forma de medalla

Con las seis de Berlín 2014, la nadadora catalana llega ya a diez medallas en continentales absolutos, una cuenta que abrió con sólo 17 años cuando subió a lo más alto del cajón en los 200 estilos en Eindhoven 2008 (Holanda). Caprichos del destino, fue en esta prueba la única donde no pudo terminar entre las tres primeras. El año pasado, en el Mundial de Barcelona 2013, Mireia ganó tres medallas, dos de plata en los 200 mariposa y en los 400 estilos, y una de bronce en los 200 estilos. Un total de seis metales ostenta en los mundiales de piscina corta, entre los que se encuentran tres de oro, todos en Dubai 2010 (200 mariposa y las dos pruebas de estilos). Además, durante ese mismo campeonato obtuvo la plata en los 800 libres. Las otras dos medallas, una plata en los 200 estilos y un bronce en los 400 estilos, las consiguió en Manchester 2008. Sus mayores éxitos son en los Europeos de piscina corta, en los que tiene once medallas, nueve de ellas de oro. Su primera medalla la ganó en Debrecen (Hungría) 2007, una plata en los 400 estilos. Al año siguiente, en Rijeka (Croacia) se llevó el oro en esa misma prueba.

En Estambul 2009 consiguió una plata en los 400 estilos y en Szczecin (Polonia) 2011 ganó cuatro oros, en los 200 mariposa y estilos y, en los 400 libres y estilos. Dos años después, en Herning (Dinamarca), logró otras cuatro medallas de oro, en los 200 mariposa, 800 libres, 400 libres y 400 estilos. Finalmente, en los Europeos Absolutos, en piscina de 50 metros, Mireia se subió a lo más alto del podio en los 200 estilos en Eindhoven 2008 y en los 1.500 libres en Debrecen (Hungría). También en Eindhoven se alzó con el bronce en los 200 mariposa y, cuatro años después, en Debrecen, consiguió la plata en la misma prueba.

El renacer de una estrella que trataron de apagar

Sin embargo, no todo fue ha sido un camino de vino y rosas en el meteórico ascenso de esta diosa del agua. El momento más duro de su vida llegó después de triunfar en los Juegos Olímpicos de Londres, donde se colgó dos metales: la plata en los 200 mariposa y en los 800 libre. Logros que la convertían en la nadadora española más laureada de todos los tiempos. Como en el pasado europeo, en la capital británica Mireia nadó sin descanso y participó en seis pruebas. En lo que fue la recompensa a una tesón inigualable, sólo una mancha para una profesional extremadamente exigente. Ocurrió en la final de los 400 estilos cuando Mireia, víctima del sobreesfuerzo y sus ansias por competir al máximo en cada brazada, acabó última.

Sin embargo, la atroz crisis económica dibujó un escenario dantesco para sus aspiraciones. El Club Natación Sabadell decidió no renovar el contrato con su nadadora estrella, que se quedaba de patitas en la calle. La falta de acuerdo respecto a los estipendios a recibir por Mireia hizo imposible que continuara nadando en la ciudad barcelonesa donde aterrizó cuando tenía 17 años. En medio del revuelo por lo ocurrido, Mireia salió a la palestra para reconocer el grueso de sus ingresos: 2.200 euros brutos mensuales del Sabadell, 18.000 anuales del plan ADO y cantidades (no especificadas) en concepto de patrocinio. Además reveló que, al comprender los argumentos esgrimidos por el presidente del Sabadell, sus pretensiones se redujeron a transformar los 2.200 brutos en netos, algo inviable en aquel momento. “Parece que cuanto más arriba llegues en el deporte peor te van a tratar. Fui al club porque creía que me merecía una mejoría de sueldo por los resultados.No pedía cantidades millonarias, pero el club no lo ha aceptado", desvelaba en una entrevista con Europa Press.

El cielo se nubló y el espléndido futuro que había labrado con tanto esfuerzo empezaba a peligrar. "Hubo un momento en que no veía luz. No sabía qué hacer, si dejar de nadar o qué", llegó a reconocer en alguna ocasión. De seguir sin equipo no podría plantearse participar en los Mundiales de Barcelona que se celebrarían el siguiente año en la Ciudad Condal. Así pues, tras la abrupta ruptura decidió ir a entrenarse a Niza. Pero en el país vecino no encontró lo que esperaba y, después de una breve estancia en la ciudad francesa, acabó desechando la opción de proseguir con su futuro lejos de España. Tras meses de penumbra y con la cita mundialista en 'casa' oteando el horizonte, la situación dio un giro radical. En febrero de 2013, el fastuoso proyecto de laUCAM Fuensanta de Murcia llegó a su vida para darle todo lo que necesitaba: una carrera (dejó Empresariales por la Publicidad), dinero y poder volver a entrenarse en Sabadell con su extécnico, el francésFred Vergnoux.

Para Mireia, José Luis Mendoza, flamante presidente de la UCAM, supuso una aparición divina. “Es un hombre apasionado del deporte, ama el deporte, me esponsoriza y me ofrece estudios gratuitos en una universidad privada, ¿qué más puedo pedir?”, reconocía el pasado año en una charla íntima con el suplemento ‘Fuera de Serie’ publicado por el diario Expansión. Pasado el tormento y con el rumbo enderezado, alcanzó seis mínimas para exhibir ante los ojos de todo el mundo sus enormes cualidades. Un momento que supuso su feliz regreso a la piscina. Desde entonces, la badalonesa no ha parado: cosechó dos platas y un bronce en el esperado Mundial, cuatro oros en el Europeo de piscina corta, tres récords del mundo en piscina de 25 metros y una exuberante catarata de 26 medallas en la Copa del Mundo. Ahora, desde la profundidad de la piscina y con el Viejo Continente a sus pies, seguirá luchando por alcanzar un cielo que, pese a su juventud, cada día está más cerca.

Es la mujer del momento. No hay barrera que se le resista a la mejor nadadora española de todos los tiempos. Mireia Belmonte (Badalona, 1990) no levanta el pie del acelerador y continúa grabando con letras doradas su nombre en la historia en la natación. El pasado domingo, la sirena catalana culminó en Berlín unos Europeos de ensueño. En el Velodrom de la capital alemana, Mireia sumó seis de las 13 preseas que conquistó la delegación española. Dos de cada color: oro en los 1.500 libres y los 200 mariposa; plata en los 800 libres y los 400 estilos; y bronce en los 5 kilómetros en aguas abiertas y en los 400 libres.

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