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Larramendi: “Siempre me dicen que es imposible, es un mensaje que me resbala”
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RECORRERÁ GROENLANDIA EN UN TRINEO DE VIENTO

Larramendi: “Siempre me dicen que es imposible, es un mensaje que me resbala”

Circunnavegará Groenlandia con su trineo de viento para demostrar que este vehículo ecológico es ideal para lo científicos que investigan el cambio climático

Foto: Trineo de viento en la expedición Acciona Windowerred Antártida 2011-2012. (Tierras Polares)
Trineo de viento en la expedición Acciona Windowerred Antártida 2011-2012. (Tierras Polares)

Si Ramón Larramendi pudiera elegir en qué reencarnarse en la próxima vida, seguramente elegiría ser un inuit, uno de los habitantes de las zonas árticas de América y Groenlandia.

Larramendi es un explorador del siglo XXI que un día con 24 primaveras decidió recorrer 14.000 kilómetros durante tres años en trineo y kayak desde Groenlandia hasta Alaska. Ahí empezó una larga lista de viajes, anécdotas y records que no han terminado. Hoy, con 49 años, vuelve a tener esas mariposas en el estómago que le indican que está listo para una nueva aventura polar, una nueva expedición, un nuevo desafío. El 5 de mayo él y otras cuatro personas partirán hacia Groenlandia para circunnavegar el hielo interior de la isla.45 días para recorrer 5.000 kilómetros a bordo de un trineo impulsado por cometas, un invento único que ha salido de su propio ingenio.

Le pillamos en una nave de Madrid, pocos días antes de partir, y donde trabaja en los últimos preparativos del viaje junto a Manuel Olivera, uno de los integrantes del grupo. Todo el material parte este fin de semana hacia Copenhague; días después lo harán ellos. En la nave también se encuentran, entre otros, los hijos y la mujer de Manuel. Todas las manos vienen bien para dejarlo todo listo. Y todo ingenio es poco. Manuel utiliza los recipientes para dar de comer a los perros para fabricar un soporte donde irán apoyadas las varillas de las tiendas de campaña del trineo. El movimiento que deben soportar necesita que las varillas tengan mucho espacio para moverse y no quebrar.

placeholder Presentación en Madrid del trineo. (Tierras Polares)

Una idea con 14 años de maduración

Larramendi, los ingenieros Manuel Olivera y Eusebio Beamonte, el geólogo Juan Manuel Viu, la danesa Karin Moe Bojse y el groenlandés Hugo Svensson se embarcarán en un viaje por Groenlandia subidos a un trineo tirado por cometas. Capaz de desplazarse a una velocidad de hasta 50 kilómetros por hora gracias a la fuerza del viento, este trineo tiene tres módulos: locomotora, zona de carga y zona de habitabilidad.

La idea de un trineo de viento nació hace 14 años, cuando en una expedición con el Grupo Militar de Alta Montaña de Jaca, arrastrando un trineo, Larramendi empezó a pensar en un modo de transporte menos duro que andar por el hielo. ¿El resultado? Un trineo fabricado con maderas y unas planchas de fibra de carbono tirado por cometas. “Yo le llamo el trineo de viento inuit porque está basado en el sistema inuit de la sencillez”, cuenta este madrileño. “Cuando conté mi proyecto, todo el mundo tenía la idea de que fuera complejo, sofisticado, tecnológico. Pero yo sabía que iba a funcionar con maderas, a pesar de que mucha gente dice que es hasta cutre. Por eso no lo ha hecho nadie, porque es sencillo”.

Larramendi. (Tierras Polares)Ya ha probado el trineo en otros viajes y funciona. El objetivo de esta misión es demostrar que este vehículo puede transportar de manera ecológica y económica por la Antártida a los científicos que se dedican a investigar el cambio climático. “Ahora mismo hay presión económica pero también ecológica. En la zona más grande de la Antártida no se investiga nada y este vehículo es perfecto para viajar y realizar experimentos”, apunta este explorador. ¿Su sueño? Que el proyecto acabe en manos de España y nuestro país desarrolle un programa nacional en la Antártida, donde actualmente sólo están los grandes países como EEUU, China, Rusia y un consorcio franco-italiano.

"¿En serio? ¿Con los recortes que hay? ¿Tienes fe en que se consiga?”. Contesta rápido y con una sonrisa: “Cuando uno es explorador está acostumbrado a que le digan que es imposible. Desde mi primer viaje con 20 años constantemente me han estado diciendo que eso es imposible. Es un mensaje que me resbala. Estoy convencido de que saldrá adelante”. Su viaje a Groenlandia cuesta 60.000 euros pero el mismo viaje con vehículos que necesiten combustible podría alcanzar millones.

Los expedicionarios llevarán a bordo diferente instrumentación científica para recoger datos para dos proyectos científicos del Instituto Pirenaico de Ecología.

250 kilos de comida

El trineo, de 500 kilos de peso, tiene que soportar a cinco personas, que llevan unos 250 kilos de ropa y enseres y 250 kilos de comida. “Llevamos jamón serrano, lomo ibérico, chocolate, té, barritas energéticas, galletas, un pan especial, mantequilla, queso, aceite y comida deshidratada”, explica Larramendi. Cocinarán dentro de la tienda y dormirá en ella mientras está en movimiento. “Rotaremos cada nueve horas y media y pararemos durante cuatro o cinco horas al día porque el traqueteo cansa y para intentar estar juntos y compartir experiencias”.

placeholder Infografía del prototipo.

Todo parece controlado pero habrá dificultades que superar. “5.000 kilómetros es la mayor distancia en trineo que hayamos recorrido nunca, una ruta nueva, nadie ha transitado por la zona de hielo interior de Groenlandia. Hay un montón de incertidumbres y ahí está la gracia. Vamos a vivir en una especie de barco de vela; es emocionante”, apunta este explorador con un brillo especial en los ojos.

Groenlandia no es un sitio desconocido para él. Vive la mitad del año allí, donde tiene una casa de su propiedad y donde habla fluidamente el groenlandés y el danés. ¿Qué tienen las tierras polares que atraen tanto? “Es el último lugar salvaje de la tierra, no hay nada, no hay nadie, es un paraíso perdido”, explica. Tanto le apasiona que después de tres años surcando los mares del hielo regresó a España y montó una agencia de viajes destinada a que otros conocieran lo que él había visto. Para eso y para obtener un sueldo que le permitiera seguir explorando los lugares inhóspitos.

placeholder Travesaños del trineo. (Tierras Polares)

Su hijo de siete años ya sabe lo que es pasar sus vacaciones escolares en Groenlandia y a su edad ya ha conducido una zódiac entre iceberg. Pero no tiene especial interés en que siga sus pasos. Ser padre le ha enseñado, eso sí, a admirar la comprensión de sus padres el día que les dijo que se iba tres años de casa para andar por el hielo. De ellos también aprendió a disfrutar de la playa, porque él, como el resto de los mortales, también necesita pisar la arena una vez al año. “Al menos cinco días en invierno, entre noviembre y diciembre, que es cuando mejor se está”.

A caballo entre Groenlandia y Madrid, este explorador también tiene que lidiar la mitad del año con los atascos de la M-30 y las prisas de la ciudad. Convivir tanto tiempo con los inuit le ha ayudado a soportarlo. “Su adaptación al medio es impresionante, de ellos he aprendido a resolver situaciones imposibles con una sencillez abrumadora”. Y la sencillez es lo que le permite sonreír y no echar de menos su casa en Groenlandia. “Uno se adapta. La clave de la supervivencia es adaptarse a la realidad sin cuestionarla”.

Si Ramón Larramendi pudiera elegir en qué reencarnarse en la próxima vida, seguramente elegiría ser un inuit, uno de los habitantes de las zonas árticas de América y Groenlandia.

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