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Sara y Adrià, la 'extraña' pareja que emigró a Canadá sobre unos patines de hielo
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Sara y Adrià, la 'extraña' pareja que emigró a Canadá sobre unos patines de hielo

Tras seis años de unión, una madrileña y un barcelonés es la primera pareja española de patinaje sobre hielo en participar en unos Juegos de Invierno.

Foto: Sara y Adriá ejecutan uno de sus ejercicios durante el Mundial de Patinaje Artístico celebrado en Berna en 2012.
Sara y Adriá ejecutan uno de sus ejercicios durante el Mundial de Patinaje Artístico celebrado en Berna en 2012.

Llegó el día. Las 17.34 horas, ni un minuto más ni uno menos, de este domingo constituirán un momento histórico para el deporte español. Tras erigirse en los pioneros en sucesivas citas internacionales, Sara Hurtado (Madrid, 1992) y Adrià Díaz (Barcelona, 1990) será la primera pareja española de patinaje sobre hielo en participar en unos Juegos de Invierno. Seis años después de iniciar su unión profesional, una madrileña y un barcelonés verán recompensado un sacrificio silencioso, alejado del foco mediático que envuelve a los deportes mayoritarios. Toda una vida buscando un momento que ha terminado por llegar. Vía Canadá, donde han encontrado el apoyo que les ha faltado en España.

Adrià empezó a patinar a los cinco años en el cumpleaños de un primo. Sara, a los ocho, por iniciativa de su madre, que vio en la escuela de Patinaje sobre Hielo en Majadahonda una vía para iniciar a su hija y al hermano (éste en Hockey) en una de las aficiones que marcaron su adolescencia. Por separado, ambos hicieron gala de unas cualidades innatas para un deporte donde se exige una técnica exquisita y altamente depurada. Corría el año 2005 cuando, durante un curso organizado por la Federación, tuvo lugar el flechazo profesional. Tras coincidir en la clase, las lecciones de un profesor de danza francés despertaron un deseo irrefrenable por la danza sobre el hielo en pareja. El mentor galo vio estimó que unir sus caminos sería una buena idea y les invitó a probar suerte. Y hasta ahora.

Tras abandonar sus carreras individuales y asumir con todas las consecuencias aventurarse a lo desconocido, llegó el momento de convencer a las altas esferas para que asumieran un riesgo sin parangón en el deporte patrio. “Tuvimos que convencer a la Federación Española de Deportes de Hielo (FEDH) para que apostara por la danza y contratara a un entrenador. Además, a nivel personal tenían que cambiar la dinámica de nuestros estudios al incorporarnos al Centro de Alto Rendimiento en la Residencia BLUME".

"La Federación tuvo que crear un nuevo espacio para incorporar esta nueva disciplina por primera vez en España con dos jóvenes patinadores de gran trayectoria y proyección individual, pero sin experiencia alguna como pareja y además, de Danza”, recordaba Sara en un acto con la Universidad Francisco de Vitoria, centro donde ambos iniciaron sus estudios (de periodismo Sara y de INEF Adrià) hasta que la apuesta por emigrar a Canadá dio los resultados esperados. En el centro quisieron poner su granito de arena desde el primer momento y, demás de formar parte del programa de deportistas de alto rendimiento, les otorgaron una beca.

La familia de Sara acogió a Adrià en el hogar familiar como un hijo más. Un ingrediente añadido para el éxito de dos chicos que se jugaron todo a una carta. En las duras sesiones de entrenamiento se combinaba el trabajo sobre el material helado con el ballet, el baile de salón y el gimnasio. Jornadas maratonianas que se iniciaban al alba y terminaban bien entrada la tarde. La Federación, en otro gesto más de su fe ciega, contrató a John Dull, entrenador inglés de cierta reputación para gestionar a la prometedora dupla que arranca su carrera a nivel internacional. Pasaron de ser trigésimo segundos a novenos en el Campeonato del Mundo Júnior. En 2011, se estrenaron como absolutos con destacados resultados: bronce en el Bavarian Open, cuartos en la Universiada y decimoquintos en el Europeo. Por último, en el mundial senior de Moscú se quedaron a las puertas de acceder a la final.

Entonces llega la primera decepción. A Dull le sale un trabajo en Londres y no lo duda dos veces. Sara y Adrià, convencidos en la buena mano del británico, deciden seguir sus pasos y continuar construyendo los cimientos de un proyecto común en la City. Pero sus ansias quedaron reducidas a escombros cuando se dieron de bruces con una realidad inimaginable. “Las pistas de hielo las teníamos que compartir con público general, el hielo no reunía las condiciones optimas para entrenar, la pista era pequeña para preparar campeonatos, no teníamos preparador físico, etc... En esos momentos nos sentimos engañados y defraudados por nuestro entrenador, en el que habíamos creído”. Con visible tristeza, Sara aludía a la desilusión de aquel infausto trimestre en Londres en un reportaje publicado en el diario local ‘De Las Rozas’, localidad madrileña en la que vivió la joven patinadora y donde sigue residiendo su familia en la actualidad.

Montreal, salto al estrellato con acento francés

Tras el varapalo que supuso la efímera experiencia londinense, los dos remaron en la misma dirección a fin de sortear las piedras en el camino. Unas piedras que en ningún caso harían desistir en su ambición. Tras ahuyentar al fantasma con acento inglés, un clínic veraniego en Montreal les brindó la posibilidad de conocer a Marie-Fance Dubreuil y Patrice Lauzon, dos eminencias en esto de deslizarse con elegancia sobre el hielo al compás de la música. Subcampeones del Mundo y Olímpicos, la Federación, conocedora de la reputación de la pareja de la capital de Quebec y con Javier Fernández ‘exiliado’ en Toronto, no dudó en dar luz verde a una nueva etapa en sus vidas que daba comienzo en diciembre de 2011.

Tras alguna discreta actuación, en septiembre del pasado curso llegaba el gran día. Sobre el hielo de la localidad alemana de Oberstdorf, Sara y Adrià certificaban su billete para los Juegos más caros de la historia. Un ascenso que se consumaba a mediados de enero con el décimo puesto en los Europeos de Budapest. Un resultado que ofrece la posibilidad de incluir otra pareja en el Europeo de Estocolmo de 2015.

Aun estando en la pomada, la coyuntura económica no ayuda a relanzar un deporte minoritario desde cualquier ángulo. Durante los Europeos de 2011 tuvieron que pagar 1.200 euros para hacer frente a los llamativos trajes con los que competieron. Una pincelada de la austeridad que rige algunos aspectos de una disciplina desconocida para la mayoría. “Antes recibíamos dinero de la Federación, y también nos ha ayudado mucho la Fundación Madrid Olímpico. Este año, además, al ser olímpico, estamos sacando más ayudas. Aunque tampoco ha caído en muy buen año, porque aún hay mucha crisis y nadie quiere invertir en algo con un riesgo tan alto como nuestros deportes”, reconocían en una entrevista concedida al diario ‘Público’ antes de partir rumbo a Sochi.

Sobre la gélida pista del ‘Iceberg Skating Palace’ de Sochi, la primera pareja en la historia del patinaje artísitco español romperá el hielo. Sabedores de que la presión, por prestigio y tradición, recae sobre otros, se trata de dar rienda suelta a una pasión común. Con los pies en el suelo, meterse en la final, para la que se clasifican 20 de los 24 dúos participantes, y sacar un gesto de aprobación del respetable sería una más que digna carta de presentación. “No queremos hacernos ilusiones ni crear expectativas que no vayan a cumplirse”, señala Adrià. Pase lo que pase, su presencia en la cita olímpica ya es una victoria.

Llegó el día. Las 17.34 horas, ni un minuto más ni uno menos, de este domingo constituirán un momento histórico para el deporte español. Tras erigirse en los pioneros en sucesivas citas internacionales, Sara Hurtado (Madrid, 1992) y Adrià Díaz (Barcelona, 1990) será la primera pareja española de patinaje sobre hielo en participar en unos Juegos de Invierno. Seis años después de iniciar su unión profesional, una madrileña y un barcelonés verán recompensado un sacrificio silencioso, alejado del foco mediático que envuelve a los deportes mayoritarios. Toda una vida buscando un momento que ha terminado por llegar. Vía Canadá, donde han encontrado el apoyo que les ha faltado en España.

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