Brasil tiene motivos para sacar pecho del campeón de Europa de fútbol sala

El fútbol sala brasileño es prolífico. Sus cinco Mundiales -de siete en total- hacen gala de la ‘dictadura’ a la que someten al resto de selecciones cada vez que se celebra el campeonato más prestigioso del futsal. Su dominio no se queda ahí y, como el país que tiene excedentes de un determinado producto, estos títulos los ha logrado aportando compatriotas al enemigo, a otras selecciones. En la final de la Eurocopa de este sábado a las 20:30 horas(dos horas y media despuésque el Españá-Portugal por el tercer puesto), entre Rusia e Italia, hasta 11 brasileños con doble nacionalidad pisarán el parqué del Sportpaleis de Amberes para defender los colores de su país de adopción.

En la final de la Euro de 2007, España se enfrentó a una Italia que contaba con 14 jugadores en su plantilla y todos eran de origen brasileño. Siete años después, la ‘azzurra’ parla más italiano que portugués habiendo reducido el número de futbolistas con doble nacionalidad a seis: Gabriel Lima Oliveira, Humberto Honorio, Jairo dos Santos ‘Vampeta’, Alex Rodrigo de Silva Merlim, Rodolfo Fortino de Araujo y Saad Assis. La mayoría de ellos militando en torno a una década en la liga profesional transalpina (Saad Assis, actual jugador del Barcelona, es el que menos arraigo tiene). En el caso de los rusos, Gustavo, Pula, Eder Lima, Robinho y Cirilo nacieron en Sudamérica y hace un par de días eliminaron a España para disputar la final de la Eurocopa.

La singularidad de este deporte, más popular en Brasil y España que en ningún otro país, provoca que se den situaciones llamativas como las de este sábado. Los clubes de estos países (menos desarrollados en el futsal) van por la vía rápida y, mientras esperan a que dé resultados su cantera, se nutren de jugadores extranjeros. De ahí a la selección el salto es más natural de lo que aparentemente pueda resultar.

Brasil en fútbol sala y Kenia en atletismo

Distinto ocurre en deportes como el atletismo, en el que uno está acostumbrado a ver deportistas africanos defendiendo los colores de una nación distinta simplemente porque le da cobijo para entrenar (y cobra por ello) sin necesidad de tener un arraigo. Como ejemplo más reciente está lo que puede suceder en Kenia. “Ante los nuevos impuestos, muchos deportistas van a comenzar a competir bajo la bandera de otros países”, aseguró esta semana Samson Katam, entrenador jefe en el equipo de la Policía keniana, el principal club de atletismo del país. Kenia tiene una superpoblación de atletas al igual que Brasil de jugadores de fútbol sala.

En España existe un caso de ‘nacionalidades’ que trae de cabeza a la federación, en este caso de baloncesto. ¿Ibaka o Mirotic? Al contrario que en fútbol sala y pese que Mirotic lleve desde los 14 años jugando y viviendo en España, al montenegrino se le considera nacionalizado y las reglas de la FIBA son claras: un nacionalizado por selección. Ibaka se hizo español en 2011 tras su paso por Manresa. Esta medida se llevó a cabo para evitar las ‘nacionalizaciones express’ como la del estadounidense Bo McCalebb, que llevó a Macedonia en 2011 hasta el cuarto puesto del Eurobásket viajando por primera vez al país balcánico para recoger su pasaporte…

Este último caso tampoco parece ser el de Rusia o Italia de fútbol sala, aunque no por ello está exento de que en nuestro país haya corrientes de opinión favorables a establecer un límite de ‘doble nacionalizados’. De momento, no va más allá de ser una mera opinión. Observando la progresión de Italia, quizás estos ‘brasileños’ ayuden a crecer en popularidad el ‘Calcio a 5’ para que, en futuras citas, el país transalpino goce de una cantera lo suficientemente rica como para que sus clubes no tengan la necesidad de acudir al mercado brasileño.