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De Pampa de Leñas a Casa de Piedra con buen tiempo y un asado
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NUEVA COMUNICACIÓN CON LA EXPEDICIÓN

De Pampa de Leñas a Casa de Piedra con buen tiempo y un asado

Garrido es un guía muy especial. Al llegar a Pampa de Leñas decidió que no hacía falta montar otra tienda porque la expedición sigue con buen tiempo

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En la crónica de ayer referíamos que el guía tiene sus privilegios, una tienda para él solo. Pero Fernando Garrido es un guía muy especial. Al llegar a Pampa de Leñas decidió que no hacía falta montar otra tienda: “¡Va! Yo duermo fuera y si cae algo me meto en la cabaña de piedra”. Tendrá el privilegio de ver la noche en el cielo austral, la luna está menguando y el 30 de enero tendrán luna nueva. Siguen con buen tiempo. El viento está siendo clemente. Cuando comunicó con nosotros, los arrieros preparaban las brasas para el asado que compartirían con Néstor, el jefe de la logística de los campamentos de Inka Expediciones, la empresa prestadora de servicios. Subirá con ellos a Plaza Argentina. Parece que la edad ha inspirado los emparejamientos de los cuatro andinistas. En una tienda Eusebio y Miguel, que rebasan la raya de la cincuentena, como informábamos en la crónica del pasado día 22, en la otra José Ángel y Daniel cercanos todavía a los cuarenta.

Hemos estrenado las comunicaciones por el teléfono satélite que lleva Fernando y fue un buen estreno. Una comunicación limpia y fluida. Como esta expedición no es profesional no lleva ningún patrocinio y cada uno se ha pagado lo suyo, podemos informar con libertad de aquello que consideramos de utilidad. Normalmente tiene una marca y alguien lo fabrica. Lo hicimos con los Zippo, con las botas Spantik y ahora con los teléfonos satélite Iridium. No hay nada mejor. Caro pero seguro. La constelación de Iridium consta de 66 satélites de órbita baja, a unos 760km, que operan como una red totalmente mallada y que están respaldados por varias unidades en órbita. Hasta el año 2012 tres empresas ofrecían el servicio en España. En la actualidad solo queda una.

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De Pampa de Leñas a Casa de Piedra. A primera hora del domingo comenzaron la segunda etapa hacia el campo base de Plaza Argentina. Sin prisas, el paso tranquilo es básico para ir aclimatando bien. Si el viento les ha dado tregua el perfil sigue siendo cómodo. A unos trescientos metros de Pampa de Leñas cruzaron el rio Vacas por un puente metálico inseguro solo en apariencia. Habrán llegado pasado el mediodía a Casa de Piedra, una casucha adosada a una roca que construyeron los arrieros para pernoctar y cocinar. Están a 3.200 metros de altitud. Se acabó el asado. “Con un poco de sopa ya pasamos”, comentó Fernando.

Los bustos de Perón y de Evita

No eran de piedra pero pesaban como si lo fuesen los bustos de Perón y de Evita que suboficiales del ejército argentino subieron en 1954 a la cima del Aconcagua. El ideólogo del proyecto fue Andrés López, un militar que recuerda así la conversación que mantuvo con Perón: “"Mi general -le dije-, el viaje a la ciudad de Mendoza fue para encontrarme en Uspallata con camaradas suboficiales, porque vamos a organizar una expedición al Aconcagua para rendirle un homenaje a usted y a la señora Evita, colocando sus bustos en la cumbre del cerro. ¿Ustedes están locos, dijo Perón? ¿Cómo se van a exponer a eso? Es una locura."

Pero lo hicieron. El 3 de febrero depositaron en la cima los bustos, que eran de aluminio desarmable y pesaban más de 50 kilos. Y además, las placas conmemorativas, un pararrayos, cemento, bulones y herramientas. Tres días después subieron de nuevo a armarlos

Con la denominada “Revolución Libertadora” nombre con el que se autodenominó la dictadura cívico-militar que gobernó la República Argentina tras derrocar a Perón, el general Aramburu decidió retirar los bustos. En el mes de febrero de 1956 otro grupo de suboficiales los desalojó de la cumbre. Mucho tiempo después, en 1973, ya con Perón de regreso a la Argentina y al poder. El promotor de la idea, Andrés López, sugirió volver a colocar otros bustos. La respuesta de Perón zanjó el delirio: “Dígale a Lopecito que está loco. Ya está viejo, cachuzo, que se deje de joder”.

En la crónica de ayer referíamos que el guía tiene sus privilegios, una tienda para él solo. Pero Fernando Garrido es un guía muy especial. Al llegar a Pampa de Leñas decidió que no hacía falta montar otra tienda: “¡Va! Yo duermo fuera y si cae algo me meto en la cabaña de piedra”. Tendrá el privilegio de ver la noche en el cielo austral, la luna está menguando y el 30 de enero tendrán luna nueva. Siguen con buen tiempo. El viento está siendo clemente. Cuando comunicó con nosotros, los arrieros preparaban las brasas para el asado que compartirían con Néstor, el jefe de la logística de los campamentos de Inka Expediciones, la empresa prestadora de servicios. Subirá con ellos a Plaza Argentina. Parece que la edad ha inspirado los emparejamientos de los cuatro andinistas. En una tienda Eusebio y Miguel, que rebasan la raya de la cincuentena, como informábamos en la crónica del pasado día 22, en la otra José Ángel y Daniel cercanos todavía a los cuarenta.

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