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Saltos extremos que "encogen el corazón" a 90 kilómetros por hora
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EL MUNDIAL copia el modelo de red bull

Saltos extremos que "encogen el corazón" a 90 kilómetros por hora

La FINA encuentra en los saltos extremos la modalidad que le garantiza más espectadores y mayores audiencias para el Mundial de Natación

Foto: Orlando Duque ejecutando su salto ayer en Barcelona
Orlando Duque ejecutando su salto ayer en Barcelona

El magnetismo que irradiaba Michael Phelps hacía girar la cabeza de los aficionados a la piscina casi sin querer. Una atracción fatal por cada brazada del nadador de Baltimore que tenía a todo el mundo en vilo. El ‘tiburón’ era el mayor reclamo para la Natación, que vivía su plenitud con cada medalla conquistada de manera asombrosa por uno de los mayores genios que ha dado el deporte. Su retirada tras los JuegosOlímpicos de Londres el pasado verano dejaba huérfano de ídolos este deporte, que pierde atractivo e interés sin su icono.

Sin embargo, los directivos de la Federación Internacional de Natación (FINA), con su director general Cornel Marculescu a la cabeza, han estado rápidos al quite incluyendo una de las modalidades más atrayentes para el gran público para el presente Mundial: los saltos extremos. A falta de Phelps, buscaban “un gran impacto cuando decidimos incluir los saltos extremos. Es una forma de mejorar nuestro producto (la Natación) en un mundo donde deporte y negocio van de la mano”. Y lo han conseguido.

La explicación oficial no puede ser más convincente, ni realista. Ayer se dieron cita en el Moll de la Fusta, en el puerto de Barcelona, cerca de 20.000 personas para ver el estreno de los ‘hombres-pájaros’ y sus clavados desde 27 metros –lo equivalente a nueve pisos- a una velocidad de 90 kilómetros por hora. La espectacularidad de los saltos repletos de giros y carpados hizo las delicias de todos los asistentes –en directo y por televisión-, que no perdían ripio para ver cómo entraban en el agua como ‘cuchillos’.

La idea de recurrir a los saltos extremos para ganar audiencia parte de los excelentes resultados de público y seguimiento que está teniendo el Mundial de saltos que organiza la marca austriaca RedBull, quien también está involucrada en este Mundial Natación de Barcelona. El ‘Wold Series’ ha llegado a concitar hasta 60.000 en alguna de las ocho pruebas que tiene alrededor del mundo.

El maremágnum de sensaciones que aglutina una prueba como esta, convierte en héroes o locos, según quién lo analice, a los 19 participantes en esta prueba: 14 hombres y cinco mujeres. Entre ellos, como no, el colombiano Orlando Duque, nueve veces campeón de las 'World Series' de saltos de gran altura, y que lideró las dos primeras rondas de la final ayer en los Mundiales, por delante del ruso Artem Silchenko y el mexicano Jonathan Paredes.


“Los últimos cinco metros te encogen el corazón”, resume el clavista para explicar la sensación que desata una prueba como esta en la que desaceleras de unas velocidad de entre 80 y 90 kilómetros por hora dentro de una agua con una profundidad de apenas seis metros, donde esperan buzos por su ocurriera lo peor. “Sabemos que es un deporte alto riesgo y que nos jugamos mucho”, ha confesado el colombiano en repetidas ocasiones. Razón no le falta, en su historial médico acumula roturas de coxis, desgarros musculares y una colección de traumatismos craneoencefálicos que harían pensárselo a más de uno antes de volver a saltar.

El Duque, sin embargo, habla de una cuestión psicológica y no de valentía: “Cuando te acercas a la plataforma el corazón se te acelera, pero entonces dejas de pensar y saltas. El resto sale solo. Todo responde a un trabajo psicológico para superar el miedo”. La fórmula, desde luego, la tiene más que conseguida, no en vano es el único saltador con un 10 en su currículum. Quizá sus tres años en un parque de atracciones en Austria hayan tenido que ver en su perfeccionamiento. “Allí saltaba desde 25 y abajo sólo había tres metros de profundidad”. Un virtuoso, desde luego.

El magnetismo que irradiaba Michael Phelps hacía girar la cabeza de los aficionados a la piscina casi sin querer. Una atracción fatal por cada brazada del nadador de Baltimore que tenía a todo el mundo en vilo. El ‘tiburón’ era el mayor reclamo para la Natación, que vivía su plenitud con cada medalla conquistada de manera asombrosa por uno de los mayores genios que ha dado el deporte. Su retirada tras los JuegosOlímpicos de Londres el pasado verano dejaba huérfano de ídolos este deporte, que pierde atractivo e interés sin su icono.

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