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El peor final para el conflicto entre Maverick Viñales y Yamaha
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El peor final para el conflicto entre Maverick Viñales y Yamaha

El fabricante japonés ha comunicado que, de mutuo acuerdo, se pone fin a la relación entre ambos, dejando libre al piloto por lo que resta de 2021. Un caso verdaderamente insólito

Foto: Maverick Viñales (MONSTER ENERGY YAMAHA)
Maverick Viñales (MONSTER ENERGY YAMAHA)

No es una buena noticia que en medio de una temporada, una fábrica y uno de sus pilotos oficiales pongan fin a su relación. Es más, no se recuerda un hecho tan grave en la historia del campeonato. Aunque en el comunicado oficial emitido por el fabricante japonés, el responsable de la formación, Lin Jarvis, diga que la ruptura se ha producido de “mutuo acuerdo”, hay poco de mutuo en esta decisión cuando Yamaha movió ficha antes, apartando a Maverick Viñales del equipo en el pasado Gran Premio de Austria.

Ahora, las buenas palabras, como “Yamaha continuará apreciando los buenos recuerdos y el trabajo que ambas partes hicieron juntos en estos cuatro años y medio. Le deseamos todo lo mejor”, suenan vacías e innecesarias, incluso cínicas. Reinan las buenas formas y la cortesía, por ambas partes, cuando en realidad lo que podemos leer entre líneas es una mutua desconfianza, que es el verdadero origen de esta ruptura, porque Viñales llevaba mucho tiempo sin tener fe en su equipo, y quién sabe desde cuando el piloto había perdido su crédito ante Yamaha.

Lo sucedido entre Yamaha y Viñales es lo más grave que ha pasado en la historia del campeonato en la relación entre un equipo de fábrica de primer nivel y uno de sus pilotos. No, esto no tiene nada que ver con el caso de Johann Zarco, que en 2019 rompió su contrato con KTM, pero lo hizo a petición propia, con el consentimiento del fabricante austriaco y sin entrar en conflicto con él, para encontrar su propio camino. Eso sí que fue de mutuo acuerdo. Lo de Viñales y Yamaha es una historia cruenta y dolorosa, en la que ambas partes son igualmente responsables del desenlace final. Porque ahora se están cargando las tintas sobre Viñales, e innecesariamente se recuerda la espantada que protagonizó hace nueve temporadas en Sepang, con 17 años, cuando se enfadó y dejó el equipo BQR, con el que luchaba por el título de Moto3. No tiene nada que ver.

placeholder Viñales celebra su victoria en la carrera de MotoGP del Gran Premio de Catar (marzo de 2021). EFE
Viñales celebra su victoria en la carrera de MotoGP del Gran Premio de Catar (marzo de 2021). EFE



Sin duda que le ha faltado profesionalidad para canalizar su rabia y su frustración. El mal uso que hizo de la caja de cambios en Estiria y su intempestivo final de carrera, no tomando bandera, fueron un ejemplo nefasto del comportamiento de un deportista de élite. Pero la respuesta de Yamaha, mandando a Viñales al rincón de pensar, no fue la más inteligente de todas. Desde hace meses y puede que años, no ha habido una comunicación fluida entre el piloto y el equipo. Es algo que la escudería –y cuando digo escudería me refiero a su equipo directivo, con Jarvis y Meregalli a la cabeza- tendría que haber percibido. En su momento, los problemas de encaje con Ramón Forcada, el responsable técnico que “heredó” de Jorge Lorenzo, que terminaron forzando su sustitución por otro ingeniero de pista, Esteban García, fueron un síntoma de que algo no iba bien. Se veía desde fuera y resulta increíble que nadie ahí dentro haya sido capaz de darse cuenta.

Porque hablamos de relaciones humanas, que es la clave en cualquier entorno laboral para que el trabajo tenga un resultado satisfactorio. Si en Yamaha simplemente pensaron que el cambio de técnico era una simple manía de piloto, como cambiar de número o de diseño de casco, y que no pasaba nada, es que son muy ciegos. Puede que Viñales tenga un carácter complicado, y un entorno verdaderamente inestable, algo que nadie pone en duda, pero Yamaha no ha hecho mucho por ayudar. Los unos por los otros y la casa sin barrer…

Futuro inmediato

Y ahora, ¿qué? ¿Hay posibilidades de que Viñales corra de forma inmediata con Aprilia? Hace unos días se anunció su fichaje por la marca italiana para 2022, con opción a una segunda temporada. Era la única salida que le quedaba a Viñales, ya que la práctica totalidad de la parrilla estaba ya conformada. Pero lo suyo es una inversión a muy corto plazo. ¿Por qué solo una temporada con una segunda como opción? Quizás los italianos no se quieran pillar los dedos… Quizás Viñales no quiera lastrar su carrera con una moto a la que le queda mucho por avanzar hasta el primer nivel… Pues empezamos bien.

Aprilia tiene seis opciones al año para inscribir un piloto invitado, y hasta ahora no ha empleado ninguna. Quedan siete carreras por disputarse, y tiene a Lorenzo Savadori de baja tras la lesión sufrida en Estiria, aunque es probable que esté en condiciones de reaparecer la próxima semana en el Gran Premio de Reino Unido, en Silverstone. Subir directamente a Viñales, tanto como piloto invitado o como sustituto de Savadori, sería algo temerario si se presenta como piloto invitado, y verdaderamente desleal si es a costa del piloto italiano.

placeholder Viñales celebra con sus compañeros de equipo la victoria en el Gran Premio de Emilia Romagna de MotoGP (septiembre de 2020). EFE
Viñales celebra con sus compañeros de equipo la victoria en el Gran Premio de Emilia Romagna de MotoGP (septiembre de 2020). EFE



No es tan fácil bajarse de una moto y subirse en otra, sobre todo en una como la Aprilia, que está claramente lejos de la Yamaha. El impacto emocional de pasar, sin anestesia, de una moto a la otra, puede ser desconcertante, y más si se hace en medio de un Gran Premio. Quizás lo mejor sería que Viñales y Aprilia se concentraran en un intenso programa de pruebas en los próximos meses, intentando cerrar el año como piloto invitado en las carreras de la Península Ibérica. Eso sí que sería factible, y razonable.

Lo que está por ver es cómo resuelve Yamaha el agujero que tiene en su garaje. Así, de inmediato, lo más sencillo es subir a Cal Crutchlow, el piloto de pruebas, que actualmente está cubriendo la baja del lesionado Franco Morbidelli en el equipo satélite SRT Petronas, y buscar un sustituto para la formación malaya. Aquí parece que se va imponer el criterio de desvestir un santo para vestir a otro, y se barajan varias opciones, como la de subir al británico Jake Dixon, piloto del equipo en Moto2, a la máxima categoría. Y luego ya se vería quien ocupará su lugar en la clase intermedia.

No es una buena noticia que en medio de una temporada, una fábrica y uno de sus pilotos oficiales pongan fin a su relación. Es más, no se recuerda un hecho tan grave en la historia del campeonato. Aunque en el comunicado oficial emitido por el fabricante japonés, el responsable de la formación, Lin Jarvis, diga que la ruptura se ha producido de “mutuo acuerdo”, hay poco de mutuo en esta decisión cuando Yamaha movió ficha antes, apartando a Maverick Viñales del equipo en el pasado Gran Premio de Austria.

Ahora, las buenas palabras, como “Yamaha continuará apreciando los buenos recuerdos y el trabajo que ambas partes hicieron juntos en estos cuatro años y medio. Le deseamos todo lo mejor”, suenan vacías e innecesarias, incluso cínicas. Reinan las buenas formas y la cortesía, por ambas partes, cuando en realidad lo que podemos leer entre líneas es una mutua desconfianza, que es el verdadero origen de esta ruptura, porque Viñales llevaba mucho tiempo sin tener fe en su equipo, y quién sabe desde cuando el piloto había perdido su crédito ante Yamaha.

Lo sucedido entre Yamaha y Viñales es lo más grave que ha pasado en la historia del campeonato en la relación entre un equipo de fábrica de primer nivel y uno de sus pilotos. No, esto no tiene nada que ver con el caso de Johann Zarco, que en 2019 rompió su contrato con KTM, pero lo hizo a petición propia, con el consentimiento del fabricante austriaco y sin entrar en conflicto con él, para encontrar su propio camino. Eso sí que fue de mutuo acuerdo. Lo de Viñales y Yamaha es una historia cruenta y dolorosa, en la que ambas partes son igualmente responsables del desenlace final. Porque ahora se están cargando las tintas sobre Viñales, e innecesariamente se recuerda la espantada que protagonizó hace nueve temporadas en Sepang, con 17 años, cuando se enfadó y dejó el equipo BQR, con el que luchaba por el título de Moto3. No tiene nada que ver.

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