La penitencia de Jorge Lorenzo y el deber de cambiar para sacudirse las pulgas

A perro flaco todo son pulgas, especialmente para Jorge Lorenzo, condenado a la penitencia una vez más con su Honda. En Qatar y Argentina no logró buenos resultados y en Austin lo que podía haber sido su primer top 10 acabó en desgracia. Una avería mecánica extrañísima le retiró de la pelea. No fue la cadena, como se rumoreó durante los primeros minutos, sino otro tipo de error que Honda aún no ha hecho público. “La moto ha tenido un problema que no me ha permitido acabar la carrera, es todo lo que puedo comentar ahora mismo. No puedo decir nada más, pero no tiene nada que ver con lo de ayer, no ha sido la cadena", explico el balear.

El GP acabó convirtiéndose en una auténtica pesadilla para los japoneses, pues Márquez y Cruthlow, sus otros pilotos oficiales, se fueron al suelo. Jorge ha sufrido de lo linto este fin de semana, si bien ya avisó antes de que arrancara la primera jornada de libres que este no era un circuito que se adaptara a sus características. Horrible durante las sesiones de entrenamiento, rodando casi siempre dos segundos por detrás de su compañero de equipo y uno de su nuevo rival, el británico del LRC. En la Q2 se le salió la cadena de la moto debido a los baches existentes en la pista y la altura de los pianos y en la carrera, cuando la cosa parecía que empezaba a carburar, extrañas circunstancias ajenas a su pilotaje le asestaron el golpe de gracia definitivo: "Están investigando. Me ha pasado un par de veces, he seguido probando, pero en la misma vuelta me ha vuelto a suceder y he decidido parar la moto". El campeón del mundo no daba crédito y maldecía bajo el casco su mala suerte.

En esta ocasión el limitador de velocidad no le dio problemas -bromeaba estos días de que había puesto algo más que cinta aislante en el dichoso botón para no confundirse- pero su salida tampoco fue buena. "Esta vez fue muy bien con el embrague, pero luego me ha faltado un poco de potencia y me han pasado algunos pilotos", comentó. A Lorenzo parece haberle mirado un tuerto. Pese a que sus sensaciones son cada vez mejores con la montura del ala dorada, el destino siempre le tiene reservado algo negativo. Sin duda tenía mejor ritmo que Pol Espargaró y Francesco Bagnania, a la postre octavo y noveno, antes de que la ley de Murphy le cayera encima.

Jerez, su circuito mágico

Por suerte para él, la próxima cita ya es Jerez, una de sus pistas preferidas. En el trazado andaluz, y salvo la cantada el año pasado con Ducati, puede presumir de ocho podios -con tres victorias- desde su estreno en la categoría reina. "Es un circuito mágico para mí", dijo el año pasado. Tiene una curva a su nombre, la que da paso a la recta de meta, y un club de fans que no dejará de alentarle. Como en casa en ningún sitio. Luego vendrán Francia, Italia y, de nuevo, España con Montmeló. Cuatro pruebas en las que siempre ha estado delante, con mejor o peor moto, y que deben servirle para ganar confianza y dar un paso de gigante. Está obligado a cambiar su mala suerte.

El curso pasado consiguió su primera victoria con Ducati en Mugello, puesto que volvió a repetir unos días después en Cataluña. El primer cajón del podio no es aún un objetivo real, pero sí estar con los importantes, en la terna de pilotos que luche por la zona notoria. "Espero poder ser más fuerte", señaló el balear. Es cuestión de tiempo que el campeón del mundo vuelva a sacar su mejor versión a relucir, pero algunas voces críticas ya asoman entre los aficionados. Se esperaba algo más, es lícito. Superados sus problemas físicos, con la mejor moto de la parrilla y con trazados que se le adaptan como anillo al dedo en el próximo mes y medio, ya solo queda sumar.