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Jorge Martín o el milagro de ser campeón en un Madrid que desprecia la moto
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Jorge Martín o el milagro de ser campeón en un Madrid que desprecia la moto

Resulta milagroso que el motociclismo madrileño haya conseguido parir un campeón de mundo como Jorge Martín, que le debe mucho al Circuito Ricardo Tormo de la Comunidad Valenciana

Foto: Jorge Martín celebra su título de Moto3 tras cruzar la meta en el Gran Premio de Malasia. (EFE)
Jorge Martín celebra su título de Moto3 tras cruzar la meta en el Gran Premio de Malasia. (EFE)

El primer circuito moderno construido en España fue el del Jarama, que se inauguró oficialmente el 1 de julio de 1967. En su momento, la pista madrileña estaba situada en las afueras de la gran ciudad, en un lugar remoto y poco accesible. Actualmente está rodeado de urbanizaciones residenciales que han crecido con el paso del tiempo. En una de ellas, el Club del Campo, casi con la recta de meta a la vista de su casa, vivía Jorge Martín.

Jorge creció oyendo el rugido de los motores, un rugido que poco a poco se ha ido reduciendo por imperativo legal, porque al ser engullido el circuito por una zona residencial se han impuesto una enormes restricciones de uso al autódromo madrileño, con muy pocos días de actividad al año y en unas condiciones desfavorables para la práctica de los deportes del motor.

Foto: Valentino Rossi se fue al suelo cuando iba en cabeza y fue superado por Marc Márquez. (MotoGP)

No obstante, el Real Automóvil Club de España (RACE), propietario de la instalación, se afana por seguir dando vida al circuito, y ha acometido en los últimos años obras de remodelación en sus instalaciones y un reasfaltado de la pista hace solo unos meses. Medio en broma, medio en serio, los del gremio del motor decimos que el Jarama terminará convertido en un recinto para bodas, bautizos y comuniones. Es improbable que volvamos a ver un gran premio motociclista en la pista madrileña. El último fue hace ya más de 20 años, en junio de 1998. La creciente oferta de nuevos circuitos en España y las numerosas trabas impuestas para la realización de carreras hacen que sea imposible.

También sería precisa una importante inversión en la adecuación del circuito a las nuevas exigencias de MotoGP, pero habida cuenta de las remotas posibilidades de poder organizar un gran evento en el Jarama, semejante desembolso carece de sentido. Y ahí se quedará la pista de la carretera de Burgos, como testigo mudo de las grandes gestas del motociclismo español.

El milagro de tener un campeón

Con semejante panorama, resulta milagroso que el motociclismo madrileño haya conseguido parir un campeón de mundo como Jorge Martín. Madrid se desentendió del motociclismo desde el día en el que el Retiro dejó de acoger carreras motociclistas. La última fue el 8 de octubre de 1967, y desde entonces la ciudad no ha querido saber nada más de las motos. Hubo una carrera del Campeonato de España en la Casa de Campo en 1973, en un improvisado trazado, pero el resto de la actividad velocista siempre se concentró en el Jarama, y el desarraigo entre la capital y las motos se hizo más y más grande.

Los madrileños sentíamos –y sentimos– envidia de Barcelona, que siguió acogiendo carreras en Montjuïc hasta 1986 y continúa considerando a las motos como parte de la cultura barcelonesa, por encima de los políticos de turno que haya en el ayuntamiento de la Ciudad Condal.

Para salir adelante en su carrera deportiva, Jorge Martín tuvo que buscarse la vida fuera de Madrid. Sus padres, que forman una familia trabajadora que ha tenido que hacer muchos sacrificios para que su hijo pudiera desarrollar su talento y habilidades, han sido un apoyo constante en su carrera. Su padre fue piloto amateur, compitiendo precisamente en el Jarama cuando todavía estaba activo el Trofeo RACE, un campeonato autonómico organizado en el circuito madrileño que en su momento gozó de reconocido nivel.

La Cuna de Campeones le permitió disfrutar de una beca que hizo más llevaderos los cuantiosos gastos de este deporte, y después, en 2012, con 14 años, fue admitido en la Red Bull Rookies Cup (RBR), que le dio una proyección internacional a su carrera deportiva. Con los gastos de material pagados, Jorge y su padre 'solo' tenían que pagarse el desplazamiento a las carreras europeas, siete u ocho pruebas. Seguía siendo un dineral. Con sacrificio salieron adelante. Subcampeón en 2013, ganó la RBR al año siguiente. Fue el momento más crítico, porque el siguiente paso debería ser el Mundial. Es un contrasentido: hay varios campeones de la RBR que han visto el final de su carrera deportiva en ese punto porque no han encontrado una salida acorde para seguir progresando.

El salto cualitativo

Por fortuna, Mahindra y Aspar lo incluyeron en su formación para el Mundial, y allí, bregando con las nada fáciles motos indias, con Pecco Bagnaia como compañero, que este domingo también se proclamó campeón del mundo en Moto2, Jorge logró sus primeros podios mundialistas. El salto cualitativo llegó en 2017 al fichar por el equipo italiano Gresini.

Ese paso estuvo marcado también por lo personal, por un crecimiento como piloto y como persona. De la mano de la agencia Playmaker, con Albert Valera como mánager, el mismo representante que tiene Jorge Lorenzo, comenzó a entrenar con él y con Aleix Espargaró y se instaló en Andorra, donde vive solo. También trabajó con Chicho Lorenzo, el padre de Jorge, siguiendo la avanzada tecnología en biomecánica (posición corporal, hábitos sobre la moto) de sus métodos. Su evolución en estos dos últimos años ha sido indudable, y la superioridad que ha mostrado esta temporada, a pesar de errores forzados por otros –le han tirado dos veces–, fallos propios y lesiones, le ha permitido ser campeón.

Supongo que, como suele ser habitual, habrá recepciones oficiales, en la Comunidad de Madrid y puede que hasta el Ayuntamiento de la capital, que ha repudiado a la moto como colaborador en la movilidad urbana. Ahora querrán salir en la foto, como si hubieran sido partícipes en la carrera deportiva de Martín. Lo justo sería que Jorge fuera recibido por la Generalitat Valenciana, que a través del Circuit de la Comunitat Valenciana Ricardo Tormo soporta y alienta el programa de promoción de pilotos, la Cuna de Campeones, donde afianzó sus primeros pasos Martín y por la que han pasado también varios campeones del mundo y otros grandes pilotos que han logrado grandes éxitos para el motociclismo español.

El primer circuito moderno construido en España fue el del Jarama, que se inauguró oficialmente el 1 de julio de 1967. En su momento, la pista madrileña estaba situada en las afueras de la gran ciudad, en un lugar remoto y poco accesible. Actualmente está rodeado de urbanizaciones residenciales que han crecido con el paso del tiempo. En una de ellas, el Club del Campo, casi con la recta de meta a la vista de su casa, vivía Jorge Martín.

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