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Zarco, el Asterix de MotoGP con un móvil sin internet y al que le asustan las redes sociales
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EL PEQUEÑO GALO ES POCO MEDIÁTICO EN SU PAÍS

Zarco, el Asterix de MotoGP con un móvil sin internet y al que le asustan las redes sociales

El doble campeón de Moto2 y debutante en MotoGP esta temporada, Johann Zarco, es mucho más que un 'rookie' y no se achica ante las estrellas de la clase reina

Foto: Johann Zarco en su box de Austin. (EFE)
Johann Zarco en su box de Austin. (EFE)

Estamos en 2017. Los pilotos de MotoGP sucumben bajo la férrea autoridad de un quinteto magnífico: Rossi, Viñales, Márquez, Pedrosa y Lorenzo. ¿Todos? ¡No! Un pequeño e irreducible piloto galo resiste. Se llama Johann Zarco.

Desde hace algunos años hemos asistido al peregrinaje de muchos pilotos por las diferentes categorías del Mundial, con mayor o menor fortuna, con un único objetivo: llegar a MotoGP. Y una vez alcanzada esa cima, su carrera se difumina. Son muchos los campeones que no han triunfado en MotoGP, y muchas las promesas que no llegaron a nada en la máxima categoría del motociclismo mundial. Pero no es el caso de Johann Zarco. No se trata de uno de tantos 'rookies' (novatos) que llegan a MotoGP y se consumen. Zarco quiere hacerse un hueco en MotoGP y lo ha demostrado desde la primera carrera de la temporada.

Foto: Nicky Hayden, en una imagen de archivo. (EFE)

Seguramente estamos ante el piloto de mayor carácter y personalidad del 'paddock'. Lo comprobamos el año pasado, en el doloroso Gran Premio de Cataluña. Cuando los pilotos de MotoGP discutían sobre el criterio seguido para decidir modificar el trazado del Circuit de Catalunya tras el accidente mortal de Luis Salom, Zarco mostró dignidad y respeto, tomando la palabra en una tensa rueda de prensa en la que no dudó en frenar la intervención de Marc Márquez para responder a una pregunta maliciosa. Sin medias tintas, sin corrección política.

Sin gorra publicitaria permanente

Y así, sin filtros, sigue comportándose hoy, como el mismo piloto que siempre ha sido. Zarco es un piloto poco convencional, carece del ego de las estrellas del deporte moderno: no tiene una marca de gafas de sol que le patrocine, ni tampoco usa gorras publicitarias de forma continuada; usa un móvil sin acceso a Internet, y le espantan las redes sociales. Sólo su llegada a MotoGP le llevó a abrir una cuenta en Twitter en diciembre del año pasado, donde cuenta con menos de 6.000 seguidores. Sigue fiel a su hombre de confianza de siempre, Laurent Fellon, cuya familia lo acogió cuando tenía 13 años tras dejar su Cannes natal, con quien comparte desde hace años la dirección de una escuela de pilotaje, ZF Grand Prix School, en la que enseña los secretos de la conducción deportiva a niños-piloto.

Además, por su carácter y su forma de entender las carreras, es un antidivo, un piloto de la vieja escuela, de los tiempos heroicos de las carreras, cuando el “marketing” no era importante. Considerarlo como un piloto de la vieja escuela supone conectarlo con la historia del motociclismo, con los mitos y las leyendas, con la iconografía popular. Y Zarco dice sentirse a gusto con ello: “Sí, me gusta, porque yo he leído muchas cosas interesantes sobre esos tiempos, y me gusta oír aquellas viejas historias. Creo que es muy interesante, y me gusta que me comparen con pilotos de esas épocas. También me gustan las pistas antiguas, me siento cómodo en ellas”.

La presión de Le Mans

Este fin de semana, el Mundial de MotoGP aterriza en una de esas viejas pistas, Le Mans, el escenario del Gran Premio de Francia, la carrera de casa para Zarco. Después de haber brillado con naturalidad en las cuatro primeras carreras del año –lideró en Losail hasta caerse en la séptima vuelta, fue quinto en Termas y COTA, y cuarto en Jerez-, mostrando una ausencia total de complejos frente a los pilotos consagrados, el reto de Le Mans es muy grande. Zarco va a estar en el punto de mira de todos. “Tendré algo más de presión, pero intentaré manejarla”, dice con su modestia habitual. Pero tiene una doble responsabilidad: por él, y por su equipo, la escudería francesa Tech 3, que siempre intenta dar el máximo en Le Mans, delante de sus patrocinadores.

Foto: Jorge Lorenzo sobre su Ducati en el GP de España. (EFE)

Se espera de Zarco su asalto al podio en Le Mans. Zarco enlaza con los grandes mitos del motociclismo francés, aunque los supera a todos por palmarés. Es el único piloto galo que ha ganado dos títulos mundiales, y con sus 16 victorias en el Mundial sólo se ve superado por el campeón del mundo de sidecares Alain Michel (18) en número de triunfos en Grandes Premios.

Zarco no es mediático en Francia

A pesar de la profunda tradición motociclista de Francia, donde comenzaron a disputarse competiciones en 1902, Zarco no es una gran figura mediática en su país. No cabe duda que su recogimiento, su carácter de perfil bajo y alejado del marketing comercial de las estrellas del campeonato, no facilita su popularidad. Pero en el imaginario de los auténticos aficionados, los que sí lo conocen, Zarco comparte terreno con los mitos franceses, como Patrick Pons, el hombre que cambió el motociclismo galo a principios de los años setenta, y Christian Sarron, uno de sus primeros campeones, que en su salto al Mundial de 500 en 1985 se convirtió en la esperanza europea durante los años de dominación norteamericana.

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En aquellos días, Sarron obtuvo una simbólica victoria sobre Freddie Spencer en Hockenheim, bajo la lluvia, que lo encumbró, aunque semanas después en Assen, en condiciones similares, se lo llevó por delante… Pero aquel triunfo de Sarron quedó para la posteridad. Muchos esperan de Zarco una gesta de ese calibre, un hito, quizás este mismo fin de semana. Pero Zarco es mucho más que eso. El año pasado nos confesó: “Cuando defiendes el título, tienes que sentirte hambriento”, y esa actitud es la que le llevó a sumar su segunda corona. Y aún no se ha saciado. Sigue con hambre.

Estamos en 2017. Los pilotos de MotoGP sucumben bajo la férrea autoridad de un quinteto magnífico: Rossi, Viñales, Márquez, Pedrosa y Lorenzo. ¿Todos? ¡No! Un pequeño e irreducible piloto galo resiste. Se llama Johann Zarco.

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