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Iannone, el más rápido en un GP en el que nadie habla de motociclismo
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Iannone, el más rápido en un GP en el que nadie habla de motociclismo

La decisión de Dorna de repartir escoltas a Lorenzo y a Márquez ha tenido críticas variadas. El mallorquín lo entiende, el barcelonés prefiere no tener. Mientras tanto, manda Iannone

Foto: Jorge Lorenzo, durante los entrenamientos en Mugello (EFE)
Jorge Lorenzo, durante los entrenamientos en Mugello (EFE)

Las declaraciones altisonantes suelen tener consecuencias, y era de prever que el punto más caliente de todo el Mundial de motociclismo esperaba en Mugello, Italia, la raíz de Rossi y sus tifosis. Valentino lleva meses echando gasolina a un fuego que ayudó él mismo a generar. Todo está en el final del campeonato del pasado año, cuando una coz a Márquez le quitó las opciones de volver a ser campeón y su buena relación previa se disolvió como un azucarillo en agua. Con Lorenzo, su compañero de equipo, nunca se llevó bien, y la maniobra terminó con el título en el zurrón del mallorquín. Así que tres pilotos y una guerra.

Llegó Italia, donde la pasión por Valentino es desbocada, y Dorna se encontró con un miedo extraño en un mundo habitualmente pacífico como es el del motociclismo. La paz está quebrada y la compañía española, en previsión, decidió poner dos guardaespaldas a las dos estrellas españolas, aunque Marc Márquez, en un intento de abrazar la rutina y la normalidad, pidió que se los ahorrasen. Entonces, y solo entonces, reaccionó Valentino Rossi para rebajar tensiones.

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"No creo que hagan falta [los escoltas]. Es más el lío que se monta que lo que pasa al final. Lo importante es que los 'tifosi' sean inteligentes, que no se pasen, ya sea en el motociclismo o en otros deportes", decía Rossi en un intento de rebajar tensiones, muy diferente a la política llevada a cabo durante toda la temporada. El de Tavullia no pudo evitar dejar su impronta en el tema y pidió para sí mismo guardaespaldas, no porque genere odios, en Italia es un dios menor, sino por todo lo contrario. "El año pasado me costó mucho, una verdadera lucha, hacer los 500 metros que separan mi vivienda del taller".

Márquez es el que con más contradicción está viviendo la tensa situación provocada en Italia. Él fue quien pidió no tener guardaespaldas. "No puede ser, no; así no", dijo cuando se dio cuenta que Dorna había decidido protegerle con especial mimo. "Honestamente desde que he llegado a Italia y al aeropuerto, lo único que me han pedido ha sido autógrafos y fotos y felicitaciones y aunque a veces no las sienta las ha habido", contaba el piloto catalán, quizá el más moderado y conciliador de los tres en los últimos meses. "Tendré la seguridad normal que tengo en todos los circuitos, pero no quiero guardaespaldas. Lo veo innecesario y no quiero que se llegue a este punto en el motociclismo. Se está dramatizando una cosa que no es para tanto", apostillaba el piloto.

El dos veces campeón del mundo de Moto GP no cree que vaya a haber disturbios, pero sabe positivamente, como lo saben todos en el paddock, que el ambiente será extremo. Como siempre en Mugello. "Lo más importante es encontrar la concentración, pero aquí hay demasiada gente y aunque me gusta que los 'tifosi' sean calientes, a veces lo son demasiado y entre empujones y gritos es ya un éxito llegar al camión que está delante del taller", explicaba Márquez.

Iannone, el más rápido

En cuanto a Jorge Lorenzo, es el único de los tres grandes que ve oportuno el refuerzo en la seguridad. Lo cuenta desde la normalidad, sin dar tintes dramáticos a la historia: "En realidad uno nunca sabe lo que puede pasar en un recinto con cincuenta o sesenta mil personas, pues no se pueden controlar las acciones de todos y ya que nunca se sabe lo que puede pasar, pues están ahí por si pasa algo". "Yo, personalmente, estoy tranquilo, aunque si tuviésemos que salir fuera sería otra historia, pero dentro del circuito estoy tranquilo, aunque están ahí por lo que pudiera suceder", recalca el vigente campeón.

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Con todo el lío de las declaraciones y los guardaespaldas ha terminado pasando algo similar a la final de Copa del Rey: se ha hablado muy poco de la parte deportiva. Mugello es una nueva prueba de fuerzas en un campeonato en el que nadie parece ser regular y reina la incertidumbre. En Italia, con una larguísima recta, ha mandado en los entrenamientos un 'outsider', Andrea Iannone, que no está haciendo buena temporada pero corre a lomos de una Ducati, la mejor velocidad punta de todo el campeonato. La paradoja es que esta temporada será la última que esté en la marca italiana, pues han decidido que el compañero de Lorenzo en el próximo año sea Dovizioso, más experimentado, más sosegado, menos brillante.

Lorenzo, quien cogerá su moto el próximo año, ha sido el segundo más rápido en las sesiones previas, muy por delante de casi todos sus rivales. Poco importa, es este sábado, en las sesiones de clasificación, cuando se sabrá el orden real en el que han llegado las motos a este circuito. De momento la igualdad es la nota común.

Las declaraciones altisonantes suelen tener consecuencias, y era de prever que el punto más caliente de todo el Mundial de motociclismo esperaba en Mugello, Italia, la raíz de Rossi y sus tifosis. Valentino lleva meses echando gasolina a un fuego que ayudó él mismo a generar. Todo está en el final del campeonato del pasado año, cuando una coz a Márquez le quitó las opciones de volver a ser campeón y su buena relación previa se disolvió como un azucarillo en agua. Con Lorenzo, su compañero de equipo, nunca se llevó bien, y la maniobra terminó con el título en el zurrón del mallorquín. Así que tres pilotos y una guerra.

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