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Jorge Lorenzo, arquitecto y robot
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ESTÁ A UN PUNTO DEL LIDERATO DE ROSSI

Jorge Lorenzo, arquitecto y robot

Hace un año, Márquez tenía el título prácticamente en el bolsillo con su séptima victoria consecutiva mientras el mallorquín deambulaba en la oscuridad de su M1. Nada que ver con la imagen de ahora

Foto: Jorge Lorenzo martillea su bandera en Montmeló (Reuters).
Jorge Lorenzo martillea su bandera en Montmeló (Reuters).

Montmeló, 365 días después. Jorge Lorenzo se marchaba del trazado catalán celebrando su cuarta victoria consecutiva y acechando con descaro a Valentino Rossi. La imagen de Marc Márquez era radicalmente diferente: por tercera vez en lo que va de temporada, el actual campeón no suma ni un solo punto. El piloto de Yamaha y el de Repsol Honda se han intercambiado los papeles: hace un año, el de Cervera tenía el título prácticamente en el bolsillo con su séptima victoria consecutiva mientras el mallorquín deambulaba en la oscuridad de su M1. Nada que ver con la imagen de ahora: la comunión con su Yamaha es total y exhibe su mejor versión como piloto.

Trece años después de su debut en el Mundial de Motociclismo, Lorenzo lograba hilar cuatro victorias consecutivas por primera vez en su carrera: Jerez, Le Mans, Mugello y Cataluña. Cien puntos que le han servido para cimentar su ataque al liderato que todavía ostenta Valentino Rossi. Eso sí, el italiano tiene que espabilar porque su compañero de box ha reducido la distancia entre ambos a un solo punto. Aterrizó en la senda del triunfo en la primera parada del Mundial en España y desde entonces, no sólo no lo ha abandonado sino que ha servido para silenciar las dudas que había en torno a su figura ante su prolongada ausencia en el podio. Subido a lo más alto de éste, Lorenzo se ha reencontrado con el Jorge de siempre para mostrar sus mejores maneras sobre la Yamaha.

La marca del diapasón tiene su parte de culpa (entendida ésta de manera positiva) porque ha puesto a disposición de sus hombres una máquina cómoda y estable, como el propio Lorenzo la definía en una entrevista concedida a El País. Ningún piloto se atreve a decir, de forma tajante y contundente, que la M1 es la mejor moto de la parrilla, pero lo cierto es que se trata de una máquina ganadora que no se deja pilotar de cualquier manera: se necesita la precisión de una máquina perfectamente engrasada y la delicadeza de las manos de un arquitecto en el dibujo del trazo. Y ambas características las atesora el Jorge Lorenzo de siempre: el mallorquín maniobra con finura y es más constante y regular que nunca.

Los números, tan fríos como tajantes, no mienten. En cada gran premio, el piloto de Yamaha calca su hoja de tiempos de forma milimétrica y eso es algo que se puede permitir gracias a su regularidad y a la perfecta gestión de la M1. Para llegar a ese punto de excelsa competitividad en el que Lorenzo es intratable, el mallorquín ha tenido que ser más irracional que nunca. O lo que es lo mismo: recuperar su esencia. Y para conseguirlo, el piloto de Yamaha ha vuelto a pensar lo justo sobre la moto, se ha dejado de preocupar por cuándo y cómo lo harían sus compañeros de parrilla y, en resumen, ha vuelto a pilotar como siempre. El resultado salta a la vista: con Jorge Lorenzo en plenitud, es imposible luchar de tú a tú contra él.

No sólo ha cambiado la imagen física del mallorquín después de haber perdido cinco kilos, también la que desprende. El de Yamaha ya no está encorsetado y él mismo ha confesado que ha recuperado la fluidez y el instinto que había perdido temporadas atrás a lo largo de los circuitos del Mundial. Jorge Lorenzo se muestra delicado a los mandos de la M1, concentrado como nunca para anular sus defectos como piloto, fresco y suelto. Está sacando provecho del talento que tiene porque, obviamente, no se le había olvidado pilotar. Sólo tenía que encontrar la combinación perfecta entre el arquitecto y el robot que conviven dentro de su mono azul y, de momento, lo está haciendo de dulce. Como sus maneras sobre la M1.

Montmeló, 365 días después. Jorge Lorenzo se marchaba del trazado catalán celebrando su cuarta victoria consecutiva y acechando con descaro a Valentino Rossi. La imagen de Marc Márquez era radicalmente diferente: por tercera vez en lo que va de temporada, el actual campeón no suma ni un solo punto. El piloto de Yamaha y el de Repsol Honda se han intercambiado los papeles: hace un año, el de Cervera tenía el título prácticamente en el bolsillo con su séptima victoria consecutiva mientras el mallorquín deambulaba en la oscuridad de su M1. Nada que ver con la imagen de ahora: la comunión con su Yamaha es total y exhibe su mejor versión como piloto.

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