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Maverick Viñales, un catalán madridista que sueña con ser notario y es campeón
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MOTEGI SUPUSO EL PUNTO DE INFLEXIÓN

Maverick Viñales, un catalán madridista que sueña con ser notario y es campeón

Maverick Viñales por fin hizo su sueño realidad. Ya es campeón del mundo... aunque no oculta que sueña con ser notario y presume de su madridismo

Foto: Maverick Viñales celebra la victoria y su título mundial (Efe).
Maverick Viñales celebra la victoria y su título mundial (Efe).

Las pulsaciones de Maverick Viñales (18) al terminar la carrera estaban disparadas. No era para menos. Junto a Álex Rins regalaron un final trepidante, intenso, cargado de adelantamientos (hasta tres en el último tramo del circuito). El colofón perfecto a una carrera en la que Luis Salom le echó una mano cuando se quedó sin opciones por una caída. La batalla se reducía a dos rivales y Viñales se coronó como el campeón más inesperado atendiendo a lo visto a lo largo de la temporada. “De creer que el campeonato estaba perdido a ganarlo, es algo increíble”, confesaba Maverick. Y es que el sueño que hizo realidad ayer es algo que buscaba desde que se subió por primera vez a una moto. Sólo tenía un año.

Como otros tantos pilotos, la pasión por las ruedas se la inculcó su padre Ángel, el mismo que eligió el peculiar nombre de su hijo en honor a la película ‘Maverick’ protagonizada por Mel Gibson, el actor preferido de su progenitor que no debe estar muy contento con el equipo elegido por su hijo: “Soy del Real Madrid para llevar la contraria a toda mi familia”. A los tres años empezó a participar en algunos campeonatos que se celebraban en Cataluña y a los siete llegó su primer título: el subcampeonato catalán en la categoría 50cc. Estaba claro que talento tenía. Y de sobra. Con un pilotaje agresivo y un estilo propio fue quemando etapas con más rapidez de lo habitual manteniendo una progresión constante.

Antes de llegar al Mundial, pasó por el Campeonato Español de Velocidad (CEV). Aterrizó en 2009 y fue segundo. En la siguiente temporada no dejó escapar el título, tampoco el europeo. Maverick llamaba a la puerta del Mundial a golpes y la puerta se abrió en 2011 de la mano de Paris Hilton, la multimillonaria invirtió parte de su dinero en la escudería que había fichado a Viñales. Con el 25 en su moto (por los puntos que supone cada victoria) no tardó en destacar. Su primera victoria llegó en Le Mans (Francia) convirtiéndose en el español más joven en ganar un gran premio con 16 años y 123 días. No fue flor de un día, firmó tres triunfos más de los cuales dos (Malasia y Valencia) fueron consecutivos siendo el piloto más joven en lograrlo.

Semejante precocidad hacía pensar en una carrera plagada de éxitos desde el primer momento. No ha sido así. La temporada pasada iba a ser la suya y comenzó dando esa sensación (cinco victorias en nueve carreras), pero las cosas cambiaron en la segunda parte del campeonato. La relación con su equipo empeoraba por momentos debido a una serie de errores en la moto y Viñales los dejó plantados en Malasia para regresar después. La imagen de Maverick estaba totalmente devaluada. Cambió de equipo y se encontró con un ambiente propicio para dejar de lado el caos y lograr la estabilidad necesaria para templar sus nervios y volver a sacar su mejor pilotaje.

Japón, punto de inflexión

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A pesar de ser el campeón, la temporada no ha sido un camino de rosas. Es más, sólo ha subido tres veces al cajón más alto del podio. La pretemporada no fue como estaba planeada por una caída en la que perdió la falange del dedo anular de la mano derecha. Maverick Viñales se rehízo hasta que el título pasó a ser cosa de tres: Salom y Rins empezaron a ganarle la partida y a medida que aumentaban sus posibilidades, disminuían las del piloto del Team Calvo. Y, por fin, después de tantos reveses, el destino se la devolvió y le volvió a meter en la pelea. Aunque fuera a costa de las dos caídas que protagonizaron sus rivales más directos en Japón.

Faltaban un par de semanas para el desenlace final y las diferencias (22 puntos con Salom y 17 con Rins) se habían reducido. Tanto que los tres llegaron a Valencia con una diferencia máxima entre el primero y el tercero de cinco puntos. Todo lo sucedido en los meses previos no serviría para decantar la balanza, sólo valía la victoria para ser campeón. Maverick Viñales puede dar fe de ello. Por algo sueña con opositar para ser notario.

Las pulsaciones de Maverick Viñales (18) al terminar la carrera estaban disparadas. No era para menos. Junto a Álex Rins regalaron un final trepidante, intenso, cargado de adelantamientos (hasta tres en el último tramo del circuito). El colofón perfecto a una carrera en la que Luis Salom le echó una mano cuando se quedó sin opciones por una caída. La batalla se reducía a dos rivales y Viñales se coronó como el campeón más inesperado atendiendo a lo visto a lo largo de la temporada. “De creer que el campeonato estaba perdido a ganarlo, es algo increíble”, confesaba Maverick. Y es que el sueño que hizo realidad ayer es algo que buscaba desde que se subió por primera vez a una moto. Sólo tenía un año.

Maverick Viñales Japón
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