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Lorenzo sí sabe disimular "ese punto de chulería" que tiene "desde pequeño"
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LAMENTÓ EL INCIDENTE DE MARC MÁRQUEZ

Lorenzo sí sabe disimular "ese punto de chulería" que tiene "desde pequeño"

Jorge Lorenzo ha evolucionado. Asegura que no es fácil quitarse la imagen de "chulito y prepotente", pero felicitando a Márquez delante de todos, lo logra

Foto: Jorge Lorenzo en su box (Reuters).
Jorge Lorenzo en su box (Reuters).

“Me sabe mal lo de Marc pero no sé muy bien lo que ha pasado y por qué no ha terminado”. Esta fue la respuesta que Jorge Lorenzo dio en el ‘parc fermé’ después de cosechar una nueva victoria en Phillip Island que le vuelve a meter de lleno en la pelea por el título… ayudado por el fallo de Honda. El triunfo no mermó la serenidad que el bicampeón ha ido cosechando a lo largo de los años. Incluso reconoció que en el choque que tuvo con Marc, el culpable fue él: “He entrado muy largo y he frenado muy tarde, me he equivocado y por eso nos hemos tocado”. El mallorquín sabe que arrastra una fama que le califica de arrogante y chulo. No ha dudado en reconocerlo. Y aunque hace tiempo aseguraba que le costaba disimularlo, acciones como la del domingo demuestran que no sólo ha aprendido a perder, también a ganar.

Una carrera lo ha cambiado todo. No había perdido todas sus opciones, pero lo sucedido en Australia supone un empujón para Jorge Lorenzo que, a sus 26 años, se encuentra luchando por conquistar la máxima categoría del motociclismo. Por tercera vez. Su juventud no está reñida con la experiencia: el mallorquín lleva subido a una moto desde que tenía tres años. Mientras el resto de chicos y chicas de su edad quemaban etapas en la vida, él daba gas a su moto. “Me llamo Jorge Lorenzo y voy a ser campeón del mundo”. Esta era su carta de presentación. Osada, soberbia y fruto de ese atrevimiento innato de los jóvenes que empiezan a saber de qué va la vida. Y, a pesar de todo, no le faltó razón.

Los que acompañan a Jorge en su día a día no ha tenido reparos a la hora de confesar en alguna ocasión que es difícil de llevar o que le gusta lucirse. Y al mismo tiempo aseguran que ha cambiado. Once años formando parte del Mundial dan para equivocarse muchas veces y aprender de esos errores. El piloto fogoso y algo temerario ha dado paso a uno más maduro y sereno. Sigue teniendo el mismo valor aunque la ambición desmesurada por ganar a toda costa se ha visto apaciguada por las sanciones y el hecho de ser consciente del riesgo que conlleva su profesión. Y es que en su momento, no tuvo reparos a la hora de reconocer que tiene “ese punto de chulería desde pequeño; he intentado disimularlo, pero no lo puedo evitar”. Una frase contra la que ha tenido que luchar porque confesó que “no es fácil quitarse la imagen de prepotente”.

El de Yamaha siente la necesidad imperante de decir lo que siente porque si no “lo paso mal”. Su entorno cree que la imagen que ha proyectado estos años no se adaptaba a la realidad. Es por eso que Jorge Lorenzo ha intentado mostrarse más sencillo y cercano: “He aprendido a perder. Uno comprende que no siempre se puede ganar y lo acepta pensando en que llegará una nueva victoria. También he aprendido a tener paciencia”. Así ha logrado aplacar un temperamento que a veces le sigue saliendo como cuando, esta temporada, celebró una victoria con un corte de mangas o le negó el saludo a Márquez tras una carrera donde saltaron las chispas. Algo que no sucedió en Malasia cuando, tras la polémica suscitada por lo sucedido en Aragón, no tuvo problemas a la hora de felicitar al ‘rookie’ delante de todos aceptando su derrota. Porque la versión más madura de Jorge Lorenzo no sólo ha aprendido a perder, también a ganar y a gestionar un arma de doble filo como es el éxito.

“Me sabe mal lo de Marc pero no sé muy bien lo que ha pasado y por qué no ha terminado”. Esta fue la respuesta que Jorge Lorenzo dio en el ‘parc fermé’ después de cosechar una nueva victoria en Phillip Island que le vuelve a meter de lleno en la pelea por el título… ayudado por el fallo de Honda. El triunfo no mermó la serenidad que el bicampeón ha ido cosechando a lo largo de los años. Incluso reconoció que en el choque que tuvo con Marc, el culpable fue él: “He entrado muy largo y he frenado muy tarde, me he equivocado y por eso nos hemos tocado”. El mallorquín sabe que arrastra una fama que le califica de arrogante y chulo. No ha dudado en reconocerlo. Y aunque hace tiempo aseguraba que le costaba disimularlo, acciones como la del domingo demuestran que no sólo ha aprendido a perder, también a ganar.

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