La gimnasta que llevará placa: "Me siento más cómoda saltando que caminando"
Es madrileña y polifacética. Estudió Psicología, pero quiere ser policía nacional porque su ilusión es dedicarse a la criminalística. Su pareja, David, también ha estado en estos Juegos Olímpicos
Acaba de dejar la ropa en la lavandería cuando saluda desde lejos en la villa olímpica. Es Noemí Romero (Madrid, 2000), que porta la vestimenta de la delegación española. No quiere un café porque tiene que marcharse pronto a comer, justo antes del entrenamiento.
Noemí es una persona polifacética, que combina el deporte con estudios en diferentes disciplinas. Se graduó en Psicología y su próximo objetivo es convertirse en policía nacional tras abortar el camino a la Guardia Civil. Apenas le queda tiempo en su día a día, como le ocurre en la villa olímpica.
La madrileña ha sido (una más) víctima del tráfico parisino. Los desplazamientos hasta los entrenamientos se convierten en puras odiseas, tanto que sería más rápido coger el transporte público. Romero conversó con El Confidencial antes de competir, y de que su pareja [David], también olímpico, le pidiera matrimonio en París.
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PREGUNTA. ¿Se sintieron en una película de Disney en la ceremonia inaugural?
RESPUESTA. Totalmente. No me esperaba para nada esa inauguración, porque era la primera que se hacía fuera de un estadio. Fue alucinante. Estuvo pasada por agua, pero nos lo pasamos genial. Aunque nos estábamos mojando, queríamos aguantar allí, no queríamos irnos.
P. Al menos hubo chubasqueros.
R. Sí, la organización nos dio unas bolsas antes de subir al barco en la que había un chubasquero. Al principio pensábamos que no lo íbamos a usar, sobre todo porque sólo chispeaba. No queríamos estropear el outfit poniéndonos el chubasquero.
P. Los focos estuvieron, en parte, en David [su pareja] y usted.
R. Para nada. Cada uno estuvimos a lo nuestro, pero cuando llegamos a la Torre Eiffel nos hicimos un selfie juntos. Una fotógrafa capturó ese momento y se lo agradecemos, porque mi foto era horrenda [risas]. La imagen se hizo viral y dio la vuelta al mundo, pero no nos lo esperábamos. En el barco, por cierto, había tanta ilusión que la lluvia no existía.
P. ¿Qué supone estar con su pareja en París?
R. Si estar en unos Juegos Olímpicos es cumplir un sueño, hacerlo con tu pareja y en la ciudad del amor es muy bonito. De haberme clasificado sola, no disfrutaría tanto la experiencia.
🔝Pareja dentro y fuera de la competición #París2024 #ParísRTVE3a
— Teledeporte (@teledeporte) August 3, 2024
David Vega y Noemí Romero, nuestros dos representantes en Gimnasia de trampolín, se comprometieron en París
📽️Y así nos lo cuenta nuestro compañero @NicodeVicente pic.twitter.com/Kci9r6jTJ9
P. ¿Se ha cerrado un poco el círculo?
R. Totalmente. Él siempre me dice que haber venido en pareja era el trampolín que necesitaba. Hemos hablado con gente y nos decían que si no nos hubiéramos clasificado juntos, no hubiéramos tenido el mismo empujón de disciplina que al hacerlo en pareja.
P. ¿Cómo fue la clasificación?
R. Bastante larga, con más de un año de competiciones. En marzo, en la última prueba clasificatoria, en Alemania, se decidían muchas cosas, porque se cerraba el ranking. Me quedé en la preliminar, porque fallé un ejercicio en el último salto. Ese error llegó porque me había resbalado y, de hecho, me rompí un dedo del pie. Pero yo no lo sabía, sólo tenía dolor.
P. ¿Qué ocurrió entonces?
R. Me puse hielo, salté y me quedé a las puertas, en las semifinales de la clasificación. Melania Rodríguez [la otra española que competía por la plaza], en cambio, saltó y pasó a la final. Yo estaba muy nerviosa, porque no sabía lo que tenía en el pie. Y porque la semana siguiente teníamos el campeonato de Europa y quizás me quedaba sin competir. Fue una montaña rusa de emociones.
P. ¿Existe envidia entre los deportistas aunque haya cierta complicidad?
R. No lo llamaría envidia, más bien rivalidad. Yo quiero que a ella le vaya bien y viceversa, pero miramos por nosotras. A ella no le salió bien su salto y yo ya sabía, por el ranking, que la plaza era mía. Aunque ese momento fue espectacular, no terminé de disfrutarlo, porque me supo mal por Melania. Y porque David todavía no había competido, lo hacía en 20 minutos.
P. 20 minutos pueden ser una eternidad.
R. Me parecieron tres días [risas]. A David no le fue especialmente bien, pero le ocurrió lo mismo a casi todos sus rivales. La incertidumbre fue total, porque no sabíamos si tenía la plaza o no. Cuando acabó la competición, no sabía si darle un abrazo de consuelo o de alegría. Al poco tiempo, llegó un juez español y nos dijo que liberásemos tensiones, que ambos teníamos la plaza. Todos rompimos a llorar.
P. ¿Es beneficioso para un deportista tener una pareja que se dedica a lo mismo?
R. Totalmente, y mucho más si te dedicas al deporte de alto rendimiento. Una pareja de fuera no entendería el sacrificio que tenemos que realizar, porque es un deporte muy poco conocido. Nosotros nos entendemos, nos comprendemos y estamos ambos en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallès. Aunque no pasemos tiempo de calidad en pareja, nos vemos con frecuencia, ya sea en la cena, la comida o en un entrenamiento. Con una pareja de fuera, sería imposible.
P. ¿Cómo es su día a día en el CAR?
R. Tras conseguir la clasificación, y al haber acabado los estudios, me he dedicado puramente a los entrenamientos. Por las mañanas realizo preparación física, pesas, gimnasio… Después de comer, nos toca la técnica, hacer el salto con los entrenadores. Eso lo compaginas con el estudio si estás matriculado en algo. A partir de septiembre, me tocará otra vez, porque empezaré un nuevo máster.
P. ¿Cambia algo la preparación de cara a unos Juegos Olímpicos?
R. Hacemos lo mismo que de cara a un Mundial o a un Europeo. Eso sí, intentamos que los entrenamientos sean cortos, pero más intensos; más eficientes. Lo concentramos todo para no llegar fatigados a la competición.
P. ¿Qué tal la concentración en la villa olímpica?
R. Increíble. Estar rodeado de este nivel de deportistas, de ídolos a los que te gustaría conocer y hacerte una foto. Estamos en una nube, viviendo un sueño e intentando aprender al máximo.
P. Usted quiere ser policía nacional.
R. No sé por qué me atrae mucho la criminalística. Estudié Psicología, me especialicé en psicología forense y más tarde hice el máster en criminalística, porque me encanta. La única forma de trabajarla es como policía, por eso oposité a Guardia Civil.
P. ¿Sacó la plaza?
R. Los exámenes se me dieron bastante bien, pero dejé uno a posta sin hacer. Si aprobaba, me tenía que ir a la academia. Si sacaba la plaza y renunciaba a ella, me amonestaban y no me dejaban presentarme a otra en un tiempo. Y me picó más el gusanillo de ser policía nacional, por eso no hice el último examen.
P. ¿Se puede ser policía sin ser valiente?
R. Sí, sí, porque hay muchos tipos de policía. Tienes que pasar por patrullar, por seguridad ciudadana… Hay personas que son inteligentes, pero igual trabajan en un laboratorio o en una oficina.
P. ¿Se puede ser buen policía sin tener picardía?
R. No, no, porque te tomaría el pelo [risas].
P. ¿Estudiar una oposición se parece un poco al confinamiento? Lo digo por estar casi todo el día sin salir de casa.
R. No lo veo así. Aunque no me gusta estudiar, me gusta mucho aprender cosas nuevas. Como es algo que elijo yo, que no me lo han impuesto, encuentro siempre ratos para aprovechar el tiempo. Porque siempre hay tiempos muertos.
P. ¿Qué características debe tener un buen criminólogo?
R. Tienes que ser muy responsable, ágil mentalmente, atento y confiar muchísimo en ti y en tu criterio.
P. ¿Las series que ve también están relacionada con la criminalística?
R. Sí, sí, totalmente. He acabado con todas las que hay en Netflix de este tipo. Memento Mori es la última que he visto. También he visto todos los true crime que se han emitido: El caso Alcasser, el de Marta del Castillo…
P. Adriana Cerezo también quiere dedicarse a la criminalística. ¿Han podido hablar de ello en la villa?
R. No me he cruzado con ella, nunca la he visto en persona. Quizás trabajemos juntas en el futuro.
P. Usted ha estudiado Psicología. ¿Se puede empatizar con un delincuente?
R. Empatizar no implica que apoyes o respetes sus decisiones. Si en la infancia ha tenido problemas, por ejemplo, esa persona no parte de la misma base que otra que esté sana a nivel mental o que no tenga psicopatologías. Puedes entender lo que pasa por su mente aunque no estés de acuerdo.
P. ¿Cómo llega una persona a la delincuencia?
R. Con psicopatologías, porque sus circuitos neuronales no funcionan igual que los de una persona sana a nivel mental. La infancia es el periodo más vulnerable de una persona, por eso dependes mucho de lo que vives para el tipo de conductas que eres capaz de desarrollar en el futuro.
P. ¿Se siente como una superheroína cuando está en el aire?
R. No lo había sentido así hasta la fase de clasificación. Hasta ese momento, no me había percatado de la cantidad de aficionados que nos siguen y nos apoyan. La sensación de estar volando mientras saltas es brutal.
P. ¿Nunca le ha dado vértigo?
R. No, no, ten en cuenta que llevo haciéndolo desde los seis años. Era muy pequeña cuando empecé y no me paré a pensar en los miedos. Como he crecido con ello, casi que me siento más cómoda saltando que caminando.
P. ¿Cómo llega una niña de seis años al salto de trampolín?
R. Fue pura casualidad. Con cinco años hacía kárate en el colegio y me quisieron apuntar el año siguiente de nuevo. Pero un día el profesor se puso enfermo y llegó una sustituta que colocó un trampolín pequeñito. Probé, me encantó, se lo dije a mis padres y me buscaron un sitio donde practicarlo.
P. ¿Se pueden superar las 22 medallas de Barcelona?
R. Me gustaría, pero hemos perdido varias oportunidades con las que ya contábamos. Va a estar complicado.
Para finalizar, Noemí se somete al test de El Confidencial en estos Juegos Olímpicos.
P. Su primer recuerdo de unos Juegos Olímpicos.
R. Me quedo con el día que entré en la villa y vi a deportistas de gran nivel por todos sitios, a los que antes veía por la tele.
P. ¿Con qué deportista se tomaría una cerveza?
R. Con Simone Biles.
P. ¿Dónde se liga más, en la villa olímpica o en Tinder?
R. En la villa, sin duda [risas]. Y muy fácil, casi no hay que hacer nada.
P. ¿A qué deportista le pediría un autógrafo?
R. A Simone Biles.
P. ¿Qué te tatuaría si ganara una medalla?
R. Los aros olímpicos.
P. ¿Quién es el deportista español con más medallas?
R. Ni idea [Craviotto empatado a cinco con David Cal].
P. Elija el titular de El Confidencial si gana la medalla.
R. [Resopla y piensa] Volando a por el oro.
P. Una superstición inconfesable.
R. Me molesta visualmente ver una chancla boca abajo.
P. ¿Cuál es el día de su vida que más le ha costado entrenar?
R. Cualquier día que he estado con la regla.
P. ¿Dónde estaría ahora mismo si no se dedicara al deporte?
R. Sería criminalista.
P. La última vez que ganó una medalla en su vida personal.
R. La clasificación a los Juegos Olímpicos.
P. Un compromiso que haya evitado por el deporte.
R. Estar en casa con mi familia.
P. ¿Qué haría con el dinero de una medalla si gana?
Acaba de dejar la ropa en la lavandería cuando saluda desde lejos en la villa olímpica. Es Noemí Romero (Madrid, 2000), que porta la vestimenta de la delegación española. No quiere un café porque tiene que marcharse pronto a comer, justo antes del entrenamiento.
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