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Adrián Vicente, 'el frío' as del taekwondo español que se quedó a un paso del bronce olímpico
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Le tocó remar en la repesca

Adrián Vicente, 'el frío' as del taekwondo español que se quedó a un paso del bronce olímpico

El madrileño rozó la medalla en su segunda participación en unos Juegos. Llegó como segundo del ránking, pero perdió el combate definitivo ante el número uno del mundo

Foto: Adrián supo reponerse y luchar. (Europa Press)
Adrián supo reponerse y luchar. (Europa Press)

En Tokio se vio inmerso en una polémica de la que formó parte sin querer. Tenía por entonces 22 años y la vida le plantó en sus narices una oportunidad que no entraba en sus planes iniciales. El sueño se apagó en cuartos de final, pero prometió volver con fuerza. Y Adrián Vicente, tres años después, se ha quedado a un paso de la medalla de bronce.

El taekwondista madrileño llegó a París como número 2 del ranking en -58kg. En octavos de final, venció con claridad al palestino Omar Yaser. Sin embargo, en cuartos de final, perdió contundentemente ante el azerbiayano Gashim Magodemov. Sus opciones pasaban porque este pasara a la final y, a continuación, luchar en la repesca. Y así fue. En la repesca ganó al irlandés Jack Woolley. Sin embargo, en el combate definitivo, se midió al tunecino Mohamed Jendoubi, número uno del mundo, y no tuvo ninguna opción.

La de Adrián no es la típica historia de quien desde la cuna ya hace sus primeros pinitos. De niño hizo karate, judo y probó suerte en baloncesto. Sin embargo, cuando tenía 12 años y estaba en sexto de primaria, una exhibición de taekwondo le deslumbró y le dijo a su madre: "Mamá, yo quiero hacer eso". Un año después, ya estaba compitiendo. Al segundo, abandonó el baloncesto para centrarse solo en las artes marciales.

El taekwondo es un deporte muy practicado a nivel mundial (con más de 80 millones de licencias), pero en España "es minoritario y tiene poca visibilidad", con poco más de 50.000 federados. Poca gente suele implicar pocas opciones de triunfar. Pero como en todo en esta vida, si trabajas, estarás más cerca de recibir una oportunidad. Aunque no siempre triunfes. El mismo Adrián tiene como lema que "si te pilla la suerte, que te encuentre trabajando". Y a él, a los 18 años, le llegó su turno.

placeholder Adrián perdió en cuartos y se fue la repesca. (Reuters/Albert Gea)
Adrián perdió en cuartos y se fue la repesca. (Reuters/Albert Gea)

El taekwondo le escogió a él

Miguel Ángel Herranz, su entrenador de toda la vida, le comunicó que tenía la oportunidad de mudarse al CAR (Centro de Alto Rendimiento) de Madrid. Aunque su familia para él era un pilar fundamental, no solo no dudó en ir, sino que ese año se proclamó Campeón de Europa Absoluto. Era su primer gran éxito. "El taekwondo me eligió más a mí que yo a él", reconocía recientemente. Y que lo digas.

Su preparador destaca "su profesionalidad con el peso y las lesiones", algo que "junto a su ambición le lleva a dar casi siempre el 100%". Prueba de ello su trabajo en el CAR: los lunes, triple sesión; y hasta el viernes, entrenamiento doble. Solo descansa sábados y domingos, dos semanas en Navidades y dos semanas en verano. El resto, curro sin parar. También hubo espacio para trabajar en su salud mental, con tres años de terapia con Pablo del Río, psicólogo deportivo del CAR.

Por el camino ha habido otros sacrificios más allá de dejar atrás el domicilio familiar. Acudió a su primer campeonato mundial consciente de que ir suponía repetir segundo de bachillerato. No se arrepintió, consideró que era "una oportunidad única". Ahora, aunque le cueste compaginarlo por los horarios de entrenamiento, estudia Educación Primaria becado por la UCAM.

placeholder Adrián, en sus segundos JJOO. (Europa Press)
Adrián, en sus segundos JJOO. (Europa Press)

Envuelto en una fría polémica

Adrián se autodefine como un "rival disciplinado, frío y al que le gusta llevar el ritmo" y que en el tercer asalto mete una marcha más. Es ahí donde se lleva gran parte de sus combates. Uno de sus movimientos preferidos es el monkey kick, una patada con movimiento circular hacia el interior que se realiza con el borde interno del pie. Una técnica eficaz, pero no exenta de polémica. Para los más puristas del taekwondo, se trata de una acción que se aprovecha de la existencia de sensores en pie y peto y que, en ocasiones, permite puntuar sin realizar una patada completa.

Polémica fue, sin duda, su participación en los Juegos Olímpicos de Tokio. Su presencia en el país nipón no entraba en los planes de nadie, ni del propio Adrián. Sin embargo, la Federación Española anunció en un comunicado que Jesús Tortosa, por entonces la gran promesa del taekwondo, no acudiría a la cita olímpica por motivos deportivos. En ese momento, era el mejor de España. Detrás, polémicas entre los padres de Tortosa y la Federación en los que Adrián no pintaba nada.

De repente, el taekwondista madrileño, en menos de 10 años, pasó de conocer el deporte en sexto de primaria a unos Juegos Olímpicos. Su camino se detuvo en cuartos de final. Un gran trabajo que presume con orgullo en su brazo derecho, con un tatuaje de los aros olímpicos.

Ahora, Adrián tendrá que recuperarse de este golpe y pensar desde ya en sus próximos campeonatos, sin perder de vista la cita de Los Ángeles en 2028. En París no pudo ser, pero con su filosofía la medalla llegará antes o después.

En Tokio se vio inmerso en una polémica de la que formó parte sin querer. Tenía por entonces 22 años y la vida le plantó en sus narices una oportunidad que no entraba en sus planes iniciales. El sueño se apagó en cuartos de final, pero prometió volver con fuerza. Y Adrián Vicente, tres años después, se ha quedado a un paso de la medalla de bronce.

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