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El beso de hermanos y un sombrero roto: el plan letal de Martín y Pérez para marchar sobre París
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UN ÉXITO ROTUNDO EN PARÍS

El beso de hermanos y un sombrero roto: el plan letal de Martín y Pérez para marchar sobre París

Álvaro Martín y María Pérez consiguieron la primera medalla de oro en la historia de la marcha mixta. Completaron una fantástica actuación frente a los duros rivales ecuatorianos

Foto: Álvaro y María han lanzado a España. (EFE/Tolga Akmen)
Álvaro y María han lanzado a España. (EFE/Tolga Akmen)

"Campeones, campeones". El festejo era proporcional a la hazaña. Álvaro Martín y María Pérez se habían coronado de nuevo debajo de la Torre Eiffel, esta vez con un campeonato olímpico en la primera edición de la marcha por relevos mixta de la historia. Atrás quedó Ecuador con sus tenaces perseguidores, que incluso sufrieron para llegar a la meta. "Vamos, Glenda. Qué bien, Glenda", le decían a la ecuatoriana desde la grada tras certificar la plata.

El abrazo entre Martín y Pérez fue eterno y de película, tanto como el beso en la mejilla que le dio al recoger la medalla. Dos hermanos más allá de la sangre. Ambos se cogieron de la mano y se fueron corriendo a saludar a las decenas de aficionados desplazados. Qué decenas, más bien centenas, porque la presencia española fue abrumadora. En la prueba individual, a los atletas les había agobiado la cercanía del público. Pero en esta se convirtió en la gasolina que los empujó hacia la gloria.

Porque fue un oro que llegó con una simbiosis perfecta. El ataque de Martín a Daniel Pintado, justo antes del último relevo, dejó anonadados a los periodistas ecuatorianos. "Si España no tenía ninguna amonestación, estaba preparado ese ataque. Me lo esperaba, porque él sabía que tenía que dejar a María con cierta ventaja. Hemos acabado distanciados tanto de Perú como de Ecuador porque la actuación ha sido fantástica", explica José Antonio Carrilo, entrenador de Álvaro Martín, a El Confidencial.

Por allí aparece Ruth Beitia, leyenda del atletismo español, muy feliz con este éxito. Declina con elegancia hacer comentarios: "Los protagonistas son ellos". Es cierto, pero los entrenadores también juegan un importante papel en este triunfo. Carrillo y Jacinto Garzón, técnico de María Pérez, estaban exultantes, pero menos emocionados que en la prueba individual. La tensión ya la habían soltado.

placeholder Martín y Pérez celebraron el oro. (Europa Press)
Martín y Pérez celebraron el oro. (Europa Press)

La tranquilidad de los españoles

"He vivido la jornada de forma diferente, porque los deberes estaban hechos", cuenta Garzón a El Confidencial mientras recibe saludos de miembros de otras delegaciones. "La plata lograda por María era un sueño de vida. Hablé ayer con el fisio y me dijo que estaba muy metida en la carrera".

Carrillo aparece por allí sin el célebre sombrero que lo ha acompañado estos días. "No tenía que haberlo roto. Espero que algún día lo cuelguen en el museo de mi pueblo. El otro día estaba a lágrima viva, pero hoy estaba más tranquilo. Ha sido una subida y un bajón a la vez, como decirme: 'Despierta, que hemos ganado el oro'". Con el bronce de Álvaro en la prueba individual, rompió el sombrero para imitar a Mussabini, el entrenador de la película Carros de Juego, era un sueño, y todavía no se ha despertado.

Jacinto le pedirá la medalla a María para hacer una réplica y enmarcarla en casa. Aunque la superioridad española fue evidente, Garzón sufrió: "Tenía miedo a la carrera, porque era trampa. Ecuador y China tenían grandísimos equipos. Ten en cuenta que la corredora china se había reservado para esta carrera".

placeholder Pintado y Glenda fueron dos duros rivales. (Europa Press)
Pintado y Glenda fueron dos duros rivales. (Europa Press)

La doble amonestación de Ecuador

El éxito es una felicidad para Jacinto, aunque no todo haya sido de color de rosas. "He vivido una etapa agridulce como entrenador por Alberto Amezcua, que no participaba. Derroché lágrimas de tristeza y de alegría. No solo somos técnicos, también padres, hermanos… Nuestra virtud es la paciencia, no los conocimientos".

La bolsa del Cristo del Consuelo que acompañó a Carrillo está ausente hoy. "Cuando quedaban escasos kilómetros, veía que lo íbamos a conseguir. El oro no estaba cazado, pero faltaba muy poco. Han estado muy fuertes", reconoce mientras le coge el teléfono a su hija.

La doble amonestación a Ecuador frenó un poco a Pintado y aceleró a Martín. "Ecuador estaba fuerte, pero Glenda no hubiera aguantado el ritmo de María. La idea era aguantar a los ecuatorianos si venían fuerte y esperar a que quedaran cinco kilómetros. Pero ella ha visto la situación de carrera y ha decidido ampliar la ventaja", explica Garzón.

Foto: María Pérez y Álvaro Martín celebran la victoria. (Reuters/Piroschka Van de Wouw)

La petición de Martín

Glenda llega exhausta, con evidentes signos de cansancio. "No sentía mi cuerpo en los últimos kilómetros, me dolía todo. Veía que la australiana me recortaba distancias y no podíamos arriesgar, porque teníamos la doble amonestación", explicaba con un peluche de la mascota del torneo en la mano.

"Si llega la segunda medalla, te la regalo", decía entre risas Pintado. Tras conseguir el oro, su entrenador le aseguró anoche que llegaría otra y bromeó con él. En la tarde previa, el ecuatoriano habló con su hermano, con sus sobrinos y con sus hijos. Charló de manera distendida y se olvidó de que tenía que competir. "Con una medalla era suficiente, pero con dos le doy gracias a Dios".

Glenda y él repiten la foto con toda la prensa ecuatoriana antes de que aparezcan por ahí Álvaro y María. Y de que reconozcan con señorío el mérito de Ecuador en el torneo. "Espero que lo reciba su presidente una, dos o tres veces", explicaba Martín. Ahora queda que Pedro Sánchez reciba a estos supercampeones. Ya son historia del atletismo y olimpismo español.

"Campeones, campeones". El festejo era proporcional a la hazaña. Álvaro Martín y María Pérez se habían coronado de nuevo debajo de la Torre Eiffel, esta vez con un campeonato olímpico en la primera edición de la marcha por relevos mixta de la historia. Atrás quedó Ecuador con sus tenaces perseguidores, que incluso sufrieron para llegar a la meta. "Vamos, Glenda. Qué bien, Glenda", le decían a la ecuatoriana desde la grada tras certificar la plata.

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