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Del baile de Achraf al de Rahimi o cómo no ser Luis Enrique para saldar una deuda de 32 años
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ESPAÑA, A LA FINAL OLÍMPICA

Del baile de Achraf al de Rahimi o cómo no ser Luis Enrique para saldar una deuda de 32 años

La Selección española buscará el segundo oro olímpico de su historia, después de eliminar a Marruecos y aprender de los errores cometidos hace año y medio en el Mundial de Qatar

Foto: Juanlu celebra su gol ante Marruecos. (EFE/Kiko Huesca)
Juanlu celebra su gol ante Marruecos. (EFE/Kiko Huesca)

La Selección masculina de fútbol se metió en la gran final olímpica, después de firmar una agónica remontada ante Marruecos (2-1) que le permite luchar por la medalla de oro. Comandada por un incansable Fermín López, el equipo nacional supo sobrevivir a los momentos más complicados del choque para aprovechar sus oportunidades en la segunda mitad y sellar un partido que le permitirá luchar por la gloria olímpica. Esa misma que no toca desde hace 32 años.

A lo largo de su historia, España ha tocado metal en cuatro ocasiones, pero solo una vez logró el oro. Eso sí, las otras tres ocasiones ha sido plata. La primera vez fue en Amberes 1920 donde, en un formato muy diferente al actual, el combinado nacional ganó la final de consolación. En Barcelona 1992 tocaríamos la gloria para, en Sídney 2000 y Tokio 2021, perder en la final ante Camerún y Brasil, respectivamente. Primero, en penaltis; después, en la prórroga.

Foto: Juanlu anotó el 2-1 definitivo. (Reuters/Luisa González)

Pero, en París, España no solo peleaba por meterse en la final y luchar por saldar una deuda pendiente desde hace 32 años, como es ganar el oro olímpico, sino que buscaba demostrarle a Marruecos que había aprendido de la lección de 2022 cuando, en el Mundial de Qatar, eliminaba al equipo nacional en octavos de final. Aquel partido es uno de los más dolorosos de la historia reciente de España, por cómo se perdió un partido donde se dejó mucho que desear.

Aquel día, Luis Enrique Martínez, por entonces seleccionador nacional, apostó por un fútbol combinativo, de dominio y de control, pero sin ninguna profundidad. España firmó un récord en los Mundiales: superar los 1.000 pases en un partido, con 1.041, completando 967 de ellos. Pero ese 93% de efectividad en la entrega de balón no se transformó en nada más. Solo dominio inocuo. Si hubiera sido un partido de balonmano, a España le hubieran pitado pasivo en cada ataque.

El balón iba de un lado al otro y regresaba al punto inicial sin ninguna intención de dañar a su rival. Daba la sensación de que la idea era no perder en lugar de ganar. Un dato habla claro de lo que sucedió aquel encuentro: en 120 minutos de juego, España solo tiró una vez entre los dos palos... dos veces menos que sus rivales pese al 68% de posesión. Aquel día, el aficionado aprendió una lección: el fútbol no era tener el balón, sino tenerlo con la intención de ganar el partido.

España perdió al final en penaltis, donde no anotó ninguno y en el que Achraf, en el lanzamiento definitivo, hizo un baile como un pingüino que sonaba a reivindicación por la ausencia de su amigo Sergio Ramos en el equipo español. Año y medio después, el destino quiso que ambos equipos se volviesen a ver las caras, aunque con jugadores diferentes por tratarse de unos Juegos. Pero los de Santi Denia sí supieron resolver los problemas que Marruecos les planteó sobre el césped.

Soluciones a los problemas

Fueron los africanos los que se adelantaron en el marcador, después de que Rahimi no fallara desde el punto de penalti. El delantero africano no dudó en bailarle en la cara a Arnau Tenas para celebrar su gol, lo que provocó el enfado del meta del PSG. Y es que, antes de lanzar, dos compañeros como el arquero y Achraf intercambiaron palabras sobre dónde iba a ir el penalti, en un pique entre ambos que el goleador marroquí pagó con una danza. Como la de su capitán en Qatar.

Pero el resultado fue muy diferente a lo sucedido entonces. Santi Denia no inventó y apostó por la verticalidad y la profundidad. Extremos y laterales muy abiertos, pases entre líneas, transiciones rápidas y, sobre todo, evitar la acumulación de jugadores en ataque. Si a una defensa férrea de nueve jugadores más el portero le sumas todo tu equipo al ataque, los huecos se reducen. Y, por más que tengas el balón, es muy difícil encontrar los espacios. Y, eso, España lo sabía.

La clave estaba en robar, salir rápido y, sobre todo, jugar con el campo muy abierto. Y fruto de dos arrastres en la banda derecha, donde Abde era más laxo en defensa, la Selección encontró dos oportunidades para encontrar huecos en la zaga marroquí que no desaprovechó. Primero, Fermín y, después, Juanlu, penalizaron aquello que, hace año y medio, España no supo ver por falta de electricidad en ataque. Aquello que Luis Enrique no vio, esta vez sí lo hizo Santi Denia.

Ahora, España está ante la oportunidad de levantar el segundo oro olímpico de su historia en fútbol masculino, después del logrado en Barcelona 1992. La Selección, que cuenta con un Mundial, cuatro Eurocopas y una Liga de Naciones, quiere seguir dando alegrías a sus aficionados. Es una oportunidad única y no la quieren desaprovechar.

La Selección masculina de fútbol se metió en la gran final olímpica, después de firmar una agónica remontada ante Marruecos (2-1) que le permite luchar por la medalla de oro. Comandada por un incansable Fermín López, el equipo nacional supo sobrevivir a los momentos más complicados del choque para aprovechar sus oportunidades en la segunda mitad y sellar un partido que le permitirá luchar por la gloria olímpica. Esa misma que no toca desde hace 32 años.

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