Fermín quiere el oro: España sobrevive y remonta en Marsella a la encerrona marroquí (2-1)
La Selección de Santi Denia, superior en los 90 minutos, remontó el tanto inicial de Marruecos con goles del culé y Juanlu. Ahora, turno para la gran final olímpica
Por el Estadio Vélodrome de Marsella pasaban las opciones de España de pasar a la final y asegurarse, al menos, la medalla de plata. En frente, Marruecos, con la confianza por las nubes ante un estadio repleto de aficionados rendidos a sus Leones de Atlas. La Rojita jugaba contra 11 en el campo y 50.000 en las gradas. Pero España supo resistir, y con goles de Fermín primero y de Juanlu después, alcanza su segunda final olímpica consecutiva.
En Marruecos, cuatro caras conocidas: Munir (exportero de Numancia y Málaga, entre otros), Achraf Hakimi (exmadridista, jugador del PSG), Abde Ezzalzouli (futbolista del Real Betis) e Ilias Akhomach (extremo del Villarreal). Los cuatro, titulares. Santi Denia, por su parte, no se salió del guion preestablecido y apostó por su once de confianza.
España, lejos de salir amedrentada por el ambiente, buscó el dominio desde el principio. Cada posesión venía acompañada de una sinfonía de pitos que solo cesaba si Marruecos recuperaba la posesión. Los africanos no sufrían sin balón, sino todo lo contrario. La velocidad en sus bandas y el contraataque era el plan para hacer daño a España.
La primera ocasión del partido fue para Marruecos, en una falta lateral que atrapó Arnau Tenas sin mayor preocupación. Achraf Hakimi, capitán marroquí y jugador más destacado de la selección africana, empezaba a generar peligro con sus subidas por banda. Una jugada trastabillada entre Abde, Pubill y el colegiado del partido, Ilgiz Tantashev, obligó a cambiar de árbitro principal. El uzbeko pasó a la posición de cuarto y el sueco Glenn Nyberg a la de primero.
Barrios pecó de confianza
Un disparo lejano de Fermín obligó a intervenir a Munir. Poco después, Baena conectó con el centrocampista del Barcelona y el disparo del andaluz se fue fuera por centímetros. España, poco a poco, empezó a soltarse.
Sin embargo, en el minuto 33, un error de Pablo Barrios obligó al árbitro a acudir al VAR y, tras revisión, pitar penalti. Rahimi lanzó el penalti y engañó a Tenas para adelantar a Marruecos y desatar la locura en las gradas, donde se encendieron varias bengalas. En la celebración, el delantero se fue a reír en la cara del portero español. Amarilla para ambos.
Baena, en dos ocasiones en un descuento de doce minutos, rozó el empate. Primero, con un disparo al palo. Luego, con un golpeo que se marchó por poco. Sin embargo, la primera parte finalizó con España por debajo del marcador. El partido se ponía muy complicado, pero España estaba en el encuentro.
Tras el paso por vestuarios, el escenario del partido invitaba a un segundo tiempo peligroso: cualquier recuperación de Marruecos podía sentenciar a La Rojita. Ilias probó fortuna desde fuera del área, sin éxito. Luego, Barrios, estuvo a punto de redimirse y obligó a Munir a volar.
España encerró a Marruecos
Los de Denia pasaron del dominio al asedio. Durante varios minutos, Marruecos fue incapaz de salir de su campo. Solo disparos lejanos generaban preocupación a la defensa española. El seleccionador movió el banquillo con un triple cambio: Juanlu Sánchez, Miguel Gutiérrez y Bernabé sustituyeron a Pubill, Miranda y Barrios.
Una jugada individual de Bernabé acabó en Fermín que, listo, aprovechó el rechace y con un zurdazo batió a Munir. España merecía más y tuvo que ser el centrocampista del Barcelona el que pusiera las tablas en el marcador. En la celebración, destrozó el banderín de una patada y fue amonestado. La tensión de ver la final tan cerca era palpable.
El empate activó a Marruecos y, poco a poco y en consecuencia, a su grada. Eric García, en el minuto 84, salvó a España de un gol que le hubiera dejado contra las cuerdas. Pero La Rojita quería el oro y ante Marruecos, por fin, rozó o alcanzó su verdadero nivel. Un disparo cruzado del sevillista Juanlu tras una internada en el área, adelantó a España. Y aunque Marruecos lo intentó, España resistió. Contra todo y contra todos, a la final olímpica. Con el recuerdo de Tokio entre ceja y ceja.
Por el Estadio Vélodrome de Marsella pasaban las opciones de España de pasar a la final y asegurarse, al menos, la medalla de plata. En frente, Marruecos, con la confianza por las nubes ante un estadio repleto de aficionados rendidos a sus Leones de Atlas. La Rojita jugaba contra 11 en el campo y 50.000 en las gradas. Pero España supo resistir, y con goles de Fermín primero y de Juanlu después, alcanza su segunda final olímpica consecutiva.