El calvario invisible de los 'sin papeles' en los Juegos Olímpicos: "La policía nos destruye las tiendas"
Las autoridades francesas han desalojado a 12.500 personas de campamentos y asentamientos para enviarlos fuera de París. Las personas sin hogar, muchos menores de edad, denuncian haber sufrido persecuciones
"La policía viene por la noche y nos destruye los campamentos y las tiendas. Tenemos cinco minutos para coger las pocas cosas que tenemos y salir corriendo". Estas palabras pertenecen a Abou, un joven de 17 años originario de Costa de Marfil que atravesó cuatro países (Malí, Argelia, Túnez e Italia) y dos continentes (África y Europa) para llegar hasta el sueño de Francia, donde ha visto cómo su futuro se hacía trizas.
Su caso representa el de miles de jóvenes inmigrantes subsaharianos, muchos de las antiguas colonias francesas, que se embarcaron en una patera con los pocos ahorros de sus familias yse jugaron la vida en un viaje sin billete de vuelta. Al ser menores de edad, el Estado francés debería hacerse cargo de ellos por ley y brindarles comida, alojamiento y educación, pero los infinitos trámites burocráticos y un país polarizado y que quiere frenar la inmigración dejó en un limbo legal a muchos de ellos.
Sin ser reconocidos por la justicia como menores al ser indocumentados y tampoco poder acceder a una vivienda, miles de ellos se han acumulado en las calles de París durante los últimos años. Con el aterrizaje de los Juegos Olímpicos, la policía ha incrementado la presión sobre las personas sin hogar e inmigrantes sin techo en la capital gala por dos grandes motivos.
El primero es paramaquillar las arrugas de una ciudad íntimamente ligada al lujo y a la ostentación, y en segundo lugar, para intensificar la seguridad de una urbe blindada que lleva a cabo un férreo dispositivo por toda la Isla de Francia. Es imposible caminar tres pasos en la Ciudad de La Luz sin ver desfilar a policías o militares u observar cualquier calle sin el habitual ruido ensordecedor de las sirenas policiales. En cualquier caso, las autoridades francesas no quieren que los pobres formen parte del pomposo escenario de los Juegos Olímpicos.
El Confidencial acude a uno de los asentamientos ilegales de inmigrantes bajo un puente en Aubervilliers, lejos del centro de París y cerca de Saint-Denis, donde el paro juvenil se dispara en comparación con el resto de Francia y la multiculturalidad representa al barrio. Un enjambre de bloques de hormigón ha sido desperdigado debajo del puente para que los vagabundos e inmigrantes sin recursos no puedan desplegar lo más cercano a una cama.
"Vino la policía para hacer una limpieza social. No sabíamos dónde nos enviaban", cuenta Julien, que vino con 16 años y es originario de Guinea-Conakri. "Los Juegos Olímpicos son una amenaza para nosotros. No nos han dado solución en estos meses", añade. "Todavía somos menores y no deberíamos estar en la calle. Solo quiero estudiar y tener una vida mejor", explica.
Bloques de hormigón. (Albert Ortega)
"He dormido debajo de puentes, en campamentos... cada vez que encontraba un sitio me echaba la policía. Tenía que coger rápido mis cosas y salir corriendo. Como no estábamos reconocidos como menores porque los trámites burocráticos iban lentos, decidimos ocupar edificios públicos vacíos, como gimnasios, que era la única solución que nos daba la administración", añade Abou.
Debajo de un puente... o fuera de París
Tal y como explicamos en El Confidencial, Hasta 12.500 personas (3.400 menores entre ellas) han sido desplazadas de sus puntos de vida en el último año. "Esas personas vivían en campamentos, en tiendas de campaña y en colchones debajo de los puentes, en situaciones muy duras porque no tenían casa", cuenta Antoine De Clerck.
"La única solución que dio el Estado fue meter a la gente en autobuses para que fueran a otras ciudades como Burdeos, Marsella, Lyon y Orleans y asegurarles que tendrían alojamiento durante tres semanas. La gente podía rechazar subirse al autobús e irse de París, pero les decían que no había solución si se quedaban en la capital", apostilla.
👉 Galerie de l'ourcq, la station vélo pour les #JOP a bien été installée en remplacement des tentes ⛺️
👉 Canal saint Denis, à chacun de nos passages des forces de police stationnent et patrouillent pour empêcher les réinstallations 🚓
— le revers de la médaille (@reversmedaille) July 30, 2024
"Algunosvinimos aquí para escapar de la guerra, otros porque los perseguían y otros porque no teníamos trabajo ni futuro en nuestros países de origen. Lo único que queremos es ir a la escuela, un trabajo y poder acceder a una vivienda. Luchamos por eso", confiesa Julien. "Cuando vine me enviaron a un centro, porque no tenía papeles y era menor. Pero cuando pasé a ser mayor de edad tuve que ir a la calle, buscar una sábana y una tienda de campaña. En la calle sufres muchos problemas de salud", explica Julien.
Abou cuenta que juega al fútbol y quiere ser mecánico, pero que no se siente parte de "los Juegos Olímpicos más inclusivos de la historia", tal y como los presentó Emmanuel Macron. "Todo se ha llenado de policía, no paran de hacer controles y de buscar a los inmigrantes sin papeles para echarnos", cuenta. "Nos persiguen por la noche, nos dicen que nos tenemos que ir y destruyen las tiendas de campaña", remata.
Namawa es una chica que lleva más de un año y medio en París. "Vine aquí porque hablo francés y para tener una mejor vida. Estuve ocho meses en la calle con mi hijo, sobreviviendo gracias a las asociaciones como Médicos del Mundo o diversas ONG'S. Estoy cansada porque muchos hoteles han quitado sus plazas para sintecho de cara a reservarla a los Juegos Olímpicos. Pensaba que viniendo aquí tendría un futuro mejor, pero me vi con mi bebé durmiendo en la calle. No sé qué futuro me espera", confiesa compungida.
"La policía viene por la noche y nos destruye los campamentos y las tiendas. Tenemos cinco minutos para coger las pocas cosas que tenemos y salir corriendo". Estas palabras pertenecen a Abou, un joven de 17 años originario de Costa de Marfil que atravesó cuatro países (Malí, Argelia, Túnez e Italia) y dos continentes (África y Europa) para llegar hasta el sueño de Francia, donde ha visto cómo su futuro se hacía trizas.