Los reveses de Carolina Marín después de tocar la gloria olímpica y mundial en bádminton
La andaluza ha pasado un calvario desde 2019, cuando se rompió el cruzado de la rodilla izquierda, sufrió el fallecimiento de su padre y padeció otra lesión en su rodilla derecha
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Nadie daba crédito en el pabellón de Porte de la Chappelle cuando Carolina Marín estaba a unos pocos puntos de llegar a su segunda final olímpica, después del oro en Rio 2016. Todo estaba preparado para que la onubense se redimiera de su ausencia en Tokio y de sus dos duras roturas, una en cada rodilla.
Además, llegaba en un gran estado de forma, no solo físico sino mental. "Soy una loba que muerde y no suelta hasta el final", aseguraba este sábado después de vencer a la japonesa Ohori y plantarse en semifinales. Estaba muy cerca de las medallas, pero otra vez esa maldita rodilla hizo añicos su sueño olímpico.
Cuando se encontraba con un set arriba y dominaba 10-7 en el segundo, su rodilla colapsaba después de un salto. Todo se volvía negro de nuevo y las lágrimas volvían a invadir a la española que no se podía creer que volviesen las pesadillas de las lesiones. Y es que los infortunios físicos han sido una constante en su carrera desde 2019.
En aquel entonces, Marín era invencible con un palmarés envidiable: oro olímpico (2016), tres Mundiales (2014, 2015, 2018) y cuatro Europeos (2014, 2016, 2017, 2018). Era, y es, la jugadora más laureada de la historia del bádminton. Todo iba de cara hasta que, en un entrenamiento, Carolina se derrumbó con su primera grave lesión.
Las lesiones de Carolina Marín
Ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha. Con esta rotura, comenzó la amargura de la española. En una mañana de enero de 2019, y a un año de defender el oro en Tokio, que al final serían dos por la pandemia. Fue aquel día donde empezaría el calvario de Carolina al confirmarse que se había roto el cruzado anterior de la rodilla derecha. "Cuando me enteré de que tenía mi ligamento roto, me puse a llorar, pero de camino a casa dije: 'Vale, esto es lo que hay, mañana te operan'. Ahí cambié el chip", confesaba en una entrevista con El País.
Ahí fue donde volvió a mostrar su gran carácter, aceptó la situación y se puso manos a la obra. Se operó y, a los siete meses, ya estaba de vuelta en una pista tras acortar los plazos. Carolina había vuelto, pero, cuando su rodilla se había recuperado, un pilar fundamental de su vida desaparecía. Su padre fallecía en agosto de 2020 después de las secuelas sufridas por un accidente en febrero de ese mismo año.
"Papi, siempre lucharemos juntos", le dedicaba la andaluza a su padre en una carta de despedida. Y con su padre en el recuerdo y una vez asentada en el circuito, volvía a proclamarse campeona de Europa en 2021. Pero, cuando parecía que esta mala experiencia ya había sido superada y volvía la mejor Marín, la otra pierna le fallaba a dos meses de Tokio.
Ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y rotura del menisco interno y externo. Esta lesión fue un mazazo más en la carrera de la española. Cuando ya visualizaba su defensa del oro olímpico en Tokio y con la moral por las nubes tras haberse coronado, de nuevo, campeona de Europa, su otra rodilla decía basta, acompañada de la rotura del menisco. Y como era de esperar, Carolina se volvió a derrumbar. Sabía que no le quedaba otra opción que volver a luchar y levantarse con ese espíritu guerrero y resiliente que le caracteriza.
Y Marín lo consiguió, se repuso, de nuevo, de una grave lesión. Aceptó su ausencia en los Juegos de Tokio 2021 y reaparecía por todo lo alto en el campeonato de Europa, celebrado en Madrid, para conquistar su sexto europeo. En Europa, demostró que no tenía rival y quería volver a ser la mejor del mundo, pero cayó en la final mundial del verano pasado.
Se despide Carolina Marín pidiendo perdón y por su propio pie, renunciando a la silla de ruedas. Espectacular ovación.
— Eurosport.es (@Eurosport_ES) August 4, 2024
Mucha fuerza, Carolina.#Paris2024 pic.twitter.com/e5qdLwO6AS
Aun así, su foco estaba puesto en París. Ya había recuperado sensaciones y llegaba con la moral por las nubes. Pero, por desgracia, se sumó una nueva lesión en su rodilla derecha, la misma donde se produjo la primera en 2019. Todavía falta saber el alcance de este nuevo infortunio y el tiempo que le tendrá de baja. Pero las sensaciones no son las mejores.
Marín ha vuelto a sufrir la otra cara del deporte, la misma que vivió en 2019 y 2021 sumados al fallecimiento de su padre en 2020. Primero, tocó la gloria mundial en 2014 y 2015, después la olímpica en 2016. Le siguieron éxitos en 2017 y 2018. Sin embargo, desde 2019 la onubense solo hace que remar a contracorriente ante los obstáculos que le está poniendo la vida. Pero de todos ellos, Carolina ha salido más fuerte.
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