Lúa, tu mamá ya era leyenda: Ana Peleteiro, la olímpica que eligió vivir sin dar explicaciones
La gallega no ha conseguido el oro en París, el objetivo que se había marcado tras la lesión de Yulimar Rojas. Se conformó con una sexta plaza que sabe a poco en una cita en la que la mayoría de las miradas estaban en ella
Dar a luz en mitad del ciclo olímpico que culminaba en París podría ser visto como una desventaja, pero para Ana Peleteiro (Ribeira, Lugo, 1995) era una oportunidad. No había objetivo más allá de disfrutar de la pequeña Lúa, que iluminó su vida más de lo que ya lo había hecho el atletismo. Ahora disfrutará con su madre de nuevo tras el sacrificio de los últimos meses, dedicados a buscar una medalla en los Juegos Olímpicos de París que se le ha escapado.
Llega a la zona mixta y saluda con una media sonrisa. Se nota la decepción por este sexto puesto. "Estoy triste. Estaba bien en el calentamiento y en el inicio. La lluvia me ha desconcentrado, no acabé de encontrarme. Pero no se acaba aquí mi vida, porque en un abrir y cerrar de ojos estaremos en Los Ángeles", sostuvo Peleteiro.
Peleteiro quería estar en los Juegos Olímpicos en un óptimo estado, pero era consciente de que tenía que recuperar la forma perdida durante su embarazo. La prueba de fuego previa a París fue el Europeo de Roma, apenas mes y medio antes, en los que ganó el oro, a pesar de no haberlos preparado de manera específica.
En París, sin embargo, la fortuna fue distinta. "No estaba cansada a nivel físico, pero pasé toda la noche previa en vela. Es normal, porque siempre me cuesta dormir. No busco excusas con esto, ojo".
La relación con Yulimar
El objetivo en París era lograr el oro, ser la sucesora de su amiga Yulimar Rojas como campeona olímpica. La venezolana se ejercita en Guadalajara con Peleteiro, junto a Iván Pedroso, entrenador común; Jordan Díaz, también forma parte del clan. Ser adversarias no es óbice para que sean amigas y disfruten de cada día de entrenamiento juntas. La pequeña Lúa adora a Rojas, como lo hace su madre. Porque es posible entablar amistad con una rival, aunque luego en la pista todo quede al margen.
Estos cuatro años le han servido a Peleteiro para erigirse como la firme defensora de la maternidad en el deporte de élite. Es posible tener un hijo y conciliar con los numerosos torneos que, en parte, abruman la agenda de los atletas. Estar en París 15 días alejada de su hija convirtieron la logística de su familia en un encaje de bolillos.
Precisamente con su familia iba a disfrutar tras este diploma olímpico en París. "Da rabia. ¿Quién no quiere ganar una medalla olímpica? Hoy he visto la otra cara de la moneda. Pero voy a ir con mi familia a tomar champán".
La ayuda de las energías
La gallega se ha convertido también en una firme defensora del antiracismo, consciente del tremendo problema que supone en un determinado sector de la sociedad española. Peleteiro no se calla, porque no tiene por qué hacerlo. Y qué diablos, porque no hay ningún tipo de argumento que justifique la crítica a una persona por su raza o lugar de procedencia.
No ha habido medalla que suceda al bronce de Tokio, en el que se comprobó esa excelsa relación con Yulimar. La venezolana fue campeona olímpica y Peleteiro, también medallista, se alegró por el éxito de su amiga tanto o más que por el suyo propio. Fue la culminación del sueño que todavía no se ha despertado ante la imposibilidad de procesar un triunfo de semejante envergadura.
Es probable que Peleteiro le pidiera a todas las energías en las que cree en la víspera de la competición. Se define como católica, aunque no siga la Biblia al pie de la letra. A pesar de la decepción, tiene una legión de devotos, de sus ideales y de su rendimiento en la pista. Tal vez no haya medalla que supere esto.
Dar a luz en mitad del ciclo olímpico que culminaba en París podría ser visto como una desventaja, pero para Ana Peleteiro (Ribeira, Lugo, 1995) era una oportunidad. No había objetivo más allá de disfrutar de la pequeña Lúa, que iluminó su vida más de lo que ya lo había hecho el atletismo. Ahora disfrutará con su madre de nuevo tras el sacrificio de los últimos meses, dedicados a buscar una medalla en los Juegos Olímpicos de París que se le ha escapado.
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