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Doblete histórico de un Evenepoel que regala la imagen más bella de los Juegos Olímpicos
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Doblete histórico de un Evenepoel que regala la imagen más bella de los Juegos Olímpicos

El belga se convierte en el primero de la historia en conseguir medalla de oro en contrarreloj y en ruta. A sus 24 años, el ciclista de Soudal Quick-Step redondea su corta, pero fructífera e intensa trayectoria con los pedales

Foto: Evenepoel, histórico en París. (EFE/EPA/Christophe Petit)
Evenepoel, histórico en París. (EFE/EPA/Christophe Petit)

Los Juegos Olímpicos son, en bicis, el equivalente a Eric Roberts... Tienen su prestigio, pero es más por "cómo suenan" que otra cosa. Aclaremos, estamos hablando de ciclismo en ruta, y de ciclismo en ruta profesional, porque si se repasan todas las disciplinas veremos que los velocípedos estuvieron ahí desde el mismísimo comienzo. Y no hay tantas cosas que estuvieran ahí desde el mismísimo comienzo. Además, que nos han regalado historietas. Amateurs, pero historietas. Cuando ganó medalla un Borbón bastardo (no es insulto... es que Fernand Sanz era hijo bastardo de Alfonso XII... qué mal pensados son ustedes). La tragedia de Knud Kensen, y todo lo que ella mostró. La exhibición epatante de Sujoruchenkov, cuando aun era "el otro Blaireau".

Lo de Grewal, ese yanqui que estuvo en pros tres meses y, según confesaría, "casi me muero". Germanos orientales, soviéticos, objetos voladores no identificados. Así hasta 1996, cuando dejaron participar a los pros (antes era imposible, porque los Juegos eran solo para deportistas amateurs como Carl Lewis, Steffi Graf o Michael Jordan). Desde entonces... pues paisanos con más o menos chicha, sensación de que estos asuntos importan mogollón solo a quienes triunfan, y dos o tres momentum de calidad. Bueno, dos o tres momentum de calidad y uno absolutamente legendario, cuando Rigoberto se queda hipnotizao porque la reina Isabel II hace un guaraná (muy fuera del protocolo), y el pobre, qué despiste, no ve marcharse a Vinokúrov en pos del oro olímpico. Jo, macho, las cosas que pasan...

Claro que, siendo objetivos, el premio es guapo. Digamos que en las bicis un oro no es lo más mejor, como sucede en muchos (en la mayoría) de deportes, pero bien sirve para justificar ceros en la nómina, pasearte por las teles y, en casos extremos, hasta que te hagan estatua. Vamos, que es día grande, aunque menos grande que otros días grandes, al menos para el connaisseur, porque, como ninguno de ustedes ignora, el buen aficionado ciclista es un snob de narices (me declaro culpable, señoría).
Así que estábamos ante París con más ganas que vergüenza, con expectación suave.

A ver, la ausencia de Tadej lastra, y más con todo el lío sobre las causas de dicha ausencia. Pero tampoco hay que centrar las bicis en un solo nombre, porque aquí tienen ustedes mogollón. Santísima trinidad, sobre todo, que son favoritos favoritérrimos. Mathieu van der Poel, Remco Evenepoel, Wout van Aert. Vista la crono, visto el año, vista la capacidad para no errar en el Día D... entre ellos. Que dos sean belgas (flemish, oiga) no sé si ayuda o perjudica en una carrera sin orden posible, con selecciones cortísimas y más caos que la habitación de Steven Adler...

Pero la idea está ahí.

Foto: El luso lo celebró a lo grande. (EFE/Manuel Bruque)

¿El circuito? Pues vueltecitas alrededor de París, por esas carreterucas que tan bien conoce el Tour, por las tachuelas que ponen de cuarta, prestigio mediante. Y luego a la capital, y un bucle subiendo Montmartre, un bucle muy Amélie. Esperemos que sea Amélie como la película, que me gusta una miaja, y no como los fans insoportables de Amélie, más intensos que hacer sentadillas con Abdoujaparov, más cursis que muchos cronistas de ciclismo.

A ver. Distancia y desnivel tienen, también cien látigos y hasta adoquines. Así que cero quejas, amigos, cero quejas.

Salida y lo típico... escapada de secundarios. Pero secundarios-secundarios, secundarios tipo "mi nombre aparece después del motorista que traía pizzas al rodaje". A ver, esperen que inspiro... Se escapan Ed Doghmy, Rougier-Lagane, Chaiyasombat, Kagimu y Manizabayo. Marruecos, Mauritania, Thailandia, Uganda y Ruanda. Quien conociera de antes a alguno se ha ganao ejemplar dedicado de mi último libro. Vamos, mi apuesta es que no llegan.

Digamos que en las bicis un oro no es lo mejor, pero bien sirve para justificar ceros en la nómina o pasearte por las teles

Pasan las horas. Pasan las horas. A un rato van por delante, también, Lutsenko y Healy. Siendo lógicos... cero oportunidades de pillar presea (el término presea solo se usa en Juegos Olímpicos), pero siempre mola ver delante a Lutsenko (el tío más duro de todos los tíos duros) y Healy (el tío más... en fin, es que no sé ni definir a Healy, pero me mola mogollón).

Batallitas. Intentonas. Refriegas. Ya saben.

Y, a ochenta de meta o así... avisperos. Ataques, ataques, gente regu, gente mala, gente que no te sorprendería con el oro. Los favoritos, detrás. Aranburu, baza española, que pasa de meterse en ese corte. Total, para qué. Un minuto y hay pocos gregarios, un minuto y necesitan los líderes ataques serios, ataques tipo magia del Golden Axe.
Solo que tienen... tienen magias. Tienen muchas. Mathieu, por ejemplo. Ataca cuando casi quedan cincuenta kilómetros. Con él van Aert. Con ellos Jorgenson, Skujiņš, Julian Alaphilippe (que viene con preparación misteriosa, que corre en casa, que cero confianzas con Julian Alaphilippe). No ha entrado Remco Evenepoel, y ahora tiene compañero delante, así que igual no es por fuerzas. Ah, detalluco... el único que aguanta con (cierta) solvencia ese tirón de van der Poel es van Aert. El duelo de una década se reproduce en París.

Pero les pillan al poco. Y entonces...

Buuuummmm.

Explosión sideral, fuerza de setecientos cincuenta mil millones de kilovatios, Mazinger Z con los rayos láser, alguien alcanza el séptimo sentido.

Ataque de Remco Evenepoel.

Ataque de Remco Evenepoel y todos miran para otro lao, porque nadie parece en condiciones de sostener ese ataque de Remco Evenepoel. Mete veinte segundos, pilla a los líderes (meritorios, no dioses, extras que buscan un son de flauta, y acaban por conseguirlo... Kung, Healy, Haller, Madouas). Inteligencia y capacidad. Huele bien. Huele bien porque Remco no se esconde nunca, porque Remco empieza a demoler, entra con fuerza en las curvas, mete látigo en cada mínimo repecho, en cada adoquín. Es un espectáculo, tiene dorado olímpico y quiere doblar...

Treinta segundos. Pero, ojo... treinta segundos que nadie sabe cuántos segundos son, porque aquí no hay pinganillos, así que funcionan olfatos, situaciones, destrezas, experiencias. Ya les dije... huele bien, está en su distancia. Su distancia. La distancia de Evenepoel son treinta y cinco, cuarenta kilómetros.
Qué maravilla de época, amigos, que suerte poder vivirla. No me dejen olvidarlo en cada crónica.

Llega Montmartre y Evenepoel a lo suyo... Le aguantan Healy, que peta, y Madouas. Por detrás latigazo de Van der Poel, por eso del pavés, que le pone tontorrón. Ataque loquísimo, van Aert que aguanta, que le cuesta pero aguanta, que llega y aguanta. Cuarenta segundos arriba entre Remco (más rémora que ni a rémora alcanza) y los dos del Cx, que han recibido visitas, como quien tiene casa con piscinuca... Es tiempo, porque Evenepoel va desbocao. Es tiempo, porque entre muchos es duro entenderse. Es tiempo, porque van Aert trae posición perfectísima para secar cualquier intentona. Es tiempo, porque lo de Bélgica no sale tan bien ni en la charla previa.
Es tiempo.

Ataque de Remco Evenepoel y todos miran para otro lao, porque nadie parece en condiciones de sostener ese ataque de Remco Evenepoel

Ah, el circuito precioso. Duro y exigente, icónico como siempre hacen los franceses sus cosas icónicas. Acierto. Grandes Juegos Olímpicos, desde la ceremonia de inauguración hasta las estampas que embellecen (si pudiera sobre embellecerse) París.

Veinte a meta, el minuto. Remco que va sobre raíles, Remco que parece una locomotora desbocada, un Blaine el Mono, un Halcón Milenario. Madouas cogido ahí como algún periodista deportivo a la pierna de Cristiano Ronaldo. Detrás... bueno, a ver, cómo decirles... detrás no tengo mucha idea, porque el realizador de estos Juegos Olímpicos es fan de Robbe-Grillet, es Godard hasta el culo de farlopa, es André Breton tras dos noches sin dormir. Vamos, que ni papa muestra.

Última subida a Montmartre... y Valentin Madouas se muere. Se muere mogollón, se muere tipo Emma Bovary en Homais, se muere y empieza a peligrarle la plata. La plata, sí, porque no hay duda sobre quién llevará una medalla de oro.

Larga vida a Remco Evenepoel.

Queda lo de Madouas y el bronce (Jorgenson fortísimo, Laporte con situación ideal). Madouas que lleva el pedaleo de una salida demasiado loca. Que pierde segundos a cada segundo. Que empuja hasta con las orejucas. Mantiene, porque atrás tampoco tiran en plan épica, pero... Es la lucha de la tarde, porque con Evenepoel decimos exhibición, decimos que se le rinde hasta el Sacré Coeur, se le rinden hasta las bailarinas esas de cancán que han puesto para animar a los ciclistas, que cabarets y bicis siempre estuvieron unidos.

Solo que... el ciclismo siempre te da una vuelta de tuerca adicional, siempre te reserva nervios y plot twist. Pincha Remco con la meta casi a la vista, deja la bici, levanta sus brazos, golpea las manos, aúlla. Dadme una bici, dadme una bici, mi reino por una bici. Parecen tardar, pero es más esa crispación de Evenepoel. Cambio (relativamente) rápido, victoria (que sigue) segura. Para esto amigos, sirve abrir diferencias... para que no te salga nadie por el córner, para que no dependas de hados y malas suertes. Siempre lo digo, y hoy quiero repetirlo... Lo que hacen estos paisanos... lo de Tadej, o Remco, lo de van der Poel y Vingegaard... es correr de manera inteligente. De manera muy inteligente. Si tienes superioridad atlética tienes que poner esa superioridad atlética de tu parte, y eliminar, en lo posible, albures o tacticismo. Lo contrario no es ser inteligente, que no les cuenten gaitas. Lo contrario es hacerlo mal.

Foto: El español amarra la octava medalla española en París. (Reuters/Peter Cziborra)

Así que oro para Evenepoel. Doblete, foto histórica delante de la Torre Eiffel. Una de las imágenes de los Juegos, uno de los deportistas de este mesuco. Segundo hace Madouas, que ha perdido siete años de vida, que lleva el casco como un globero, las gafas cual Rompetechos, que encuentra botín inesperado. Laporte es tercero, bronce. Vamos, que Francia dos medallas. Vamos, que rendimiento sorprendente. Deben estar felices.

(Van der Poel decepcionado y decepcionante. Pidcock entra con él. Van Aert atado por el equipo. Los españoles... en fin, los españoles. Alguna aparición fantasmagórica en momentos de espesor regu, pero actuación pansinsalera. No eran favoritos, pero tampoco compitieron como si no fuesen favoritos. Vamos, que debieron lucirse en todos los cortes, en cada nido de avispas rugiente, en cada curva donde hubiese látigo o similar. Y no. ¿Desganados? No creo yo que nadie pueda estar desganado en tal lid. Pero corrieron mal. Rematadamente mal).

Hablemos un poco de Remco Evenepoel. Del año que ha tenido Remco Evenepoel. Dubitativo en primavera, encendiendo alarmas de los que tienen la alarma a punto de encender por Niza o Dauphiné. No es un grande, no tiene opciones en Vueltas de tres semanas, los puertos serios son demasiado para él. Y, mira, llega el Tour... su debut en el Tour, con lo importante que es conocer el Tour. Llega el Tour, digo, y cumple con creces. Pero con muchos creces. Tercero tras los dos monstruos, solidez indubitada cuesta arriba, ningún día malo, distancias abismales con todos los que no se llaman Jonas o Tadej.

Sumen, a eso, una victoria contrarreloj. Sumen, a eso que puso al equipo con aviesas intenciones, que atacó a Vingegaard, que jugó a lograr lo que parecía imposible. Debut impensable, solvencia vista pocas veces en tales circunstancias durante los últimos... qué... ¿cuarenta años? Y llega, con esos credenciales, a los Juegos Olímpicos. Y sale, con esos credenciales, como uno de los ciclistas del año. Doblete, crono y ruta. Inédito, jamás se hizo. Descubre, Remco, una nueva dimensión. Y lo hace, además, a su manera, sin renuncia al estilo que maravilla desde que es juvenil. Ataque, ataque, marcha, marcha. Que me sigan, ya reventarán. Que me sigan, hasta ese repecho aguantan. Calidad y actitud...

Resultados.

Sumen a eso el punto de carisma que gasta el tío. Con esas pintas de estar siempre a mala hostia con todos, con ese aire "Rossy de Palma en Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios", con su postura perfecta sobre la bici.

Con la foto más hermosa de todo el año ciclista.

Enhorabuena, Remco Evenepoel, protagonista indiscutible de esta época histórica.

Los Juegos Olímpicos son, en bicis, el equivalente a Eric Roberts... Tienen su prestigio, pero es más por "cómo suenan" que otra cosa. Aclaremos, estamos hablando de ciclismo en ruta, y de ciclismo en ruta profesional, porque si se repasan todas las disciplinas veremos que los velocípedos estuvieron ahí desde el mismísimo comienzo. Y no hay tantas cosas que estuvieran ahí desde el mismísimo comienzo. Además, que nos han regalado historietas. Amateurs, pero historietas. Cuando ganó medalla un Borbón bastardo (no es insulto... es que Fernand Sanz era hijo bastardo de Alfonso XII... qué mal pensados son ustedes). La tragedia de Knud Kensen, y todo lo que ella mostró. La exhibición epatante de Sujoruchenkov, cuando aun era "el otro Blaireau".

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