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Todo lo que se esconde detrás del triple de Santi Aldama en la cara de Antetokounmpo
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Momentos que definen carreras

Todo lo que se esconde detrás del triple de Santi Aldama en la cara de Antetokounmpo

Santi Aldama, el mejor español contra Grecia, tuvo su pique particular con Antetokounmpo que culminó con un triple en la cara de la estrella. La joya de la corona ha despertado

Foto: Aldama, un líder sobre la pista. (Reuters/Evelyn Hockstein)
Aldama, un líder sobre la pista. (Reuters/Evelyn Hockstein)

Giannis Antetokounmpo. 2,11 metros de altura, 2,21 metros de envergadura, primera zancada prodigiosa, segundo paso letal. ¿Quién puede parar a una superestrella de la NBA que ha conquistado el anillo y el MVP? Pues si tiene el día, nadie. Pero, igual que una casa no hace un hogar, un jugador no hace un equipo. Y ahí es dónde destaca la España de Sergio Scariolo, un combinado que (casi) siempre rinde por encima de sus posibilidades y que, ante la Grecia de Anteto, volvió a exhibir sus mejores cualidades para dar un golpe sobre la mesa y depender de sí mismo para estar en los cuartos de final de los Juegos Olímpicos. Y ahí, en los momentos de la verdad, Santi Aldama dio el paso al frente que tanto se le pedía. Un jugador con potencial generacional que, por fin, se desquitó con una actuación a la altura de las expectativas.

A Aldama el baloncesto le llegó en vena. Su padre, Santi Aldama, ya disputó los Juegos Olímpicos de 1992, su madre, Eli Toledo, era la hermana del también baloncestista Santi Toledo. De Santiagos y parqués iba la cosa. El pequeño, perdón, 'pequeño' Aldama rápidamente creció hasta medir 2,11, pero mantuvo la movilidad de un jugador exterior. Lo que antes se llamaba un unicornio, pero ahora, simplemente, se llama jugador de baloncesto moderno: un físico de ala-pivot con capacidad de anotar de exterior y ejercer de playmaker si es necesario.

Por condiciones, hablamos del mejor jugador español del momento. Es importante en la rotación de los Memphis Grizzlies (26 minutos por partido, en los que anota 10,7 puntos, recoge 5,8 rebotes y da 2,3 asistencias) y, viéndole jugar desde hace ya varias temporadas, la pregunta era: ¿por qué no tenía más protagonismo en una selección huérfana de los Gasol, Rubio y compañía? Para empezar, Aldama es un alma libre. Decidió abandonar España para adentrarse en Estados Unidos vía High School —una opción cada vez más común en jóvenes promesas españolas— y la jugada le salió bien. Siempre estuvo bajo lupa de la FEB, participando en las categorías inferiores, pero Sergio Scariolo no se apresuró.

La libreta del entrenador italiano —que cuenta con el respaldo absoluto de la federación— tiene una máxima: el respeto a los nombres de la Generación de Oro. Son ellos los que marcarían los tiempos de sus marchas. Había un runrún también, la tibieza de Aldama y su integración en un equipo en el que la solidaridad y la defensa es innegociable. Tardó más de esperado su llegada, pero el monstruo ya está aquí. Si en el Mundial 2023 ya había asomado la patita (fue el mejor en el partido contra Canadá que acabaría con España fuera de los cuartos), en los Juegos Olímpicos ha rugido.

Foto: España logró un triunfo vital ante Grecia. (Reuters/Evelyn Hockstein)

No hablamos de sus números ante Grecia —unos notables 19 puntos y 12 rebotes— sino de su personalidad. Fue un flashback del 2001, Aldama apenas tenía unos meses de vida, pero su gran ídolo, Pau Gasol, era un rookie que acabaría siendo historia del deporte español. Pau jugaba en los Grizzlies en su primera temporada, y le tocó enfrentarse a los Timberwolves de Kevin Garnett, el gran dominador interior del momento. Por cada canasta del catalán, venía una contestación del norteamericano. Hasta que Gasol se jugó un uno contra uno ante su némesis, un genio del trashtalking, para culminar un espectacular mate con dos más uno. Toque de hombro con Garnett, gestito de 'no te oigo' a la grada. Momento histórico.

Pau, como le pasa a Aldama, ha tenido que convivir en su carrera NBA con las acusaciones de ser un baloncestista débil, lo que la futbolización del deporte ha acabado por narrar como pechofrío. De hecho, había quien se refería a él como Gasoft (juego de palabras de su nombre y soft, blandito). Desde esa jugada ante Garnett, muchos callaron.

placeholder Aldama recibe indicaciones de Scariolo. (EFE/EPA/Alex Plavevski)
Aldama recibe indicaciones de Scariolo. (EFE/EPA/Alex Plavevski)

En un lance del juego, cuando Antetokounmpo ya había telegrafiado quién era el más peligroso de España, el griego catapultó su espalda contra la cara de Aldama. El canario se encendió, dejó las quejas a un lado, retó a su rival. Daba igual que el pabellón francés le dedicara una pitada —como a todos los integrantes de España de baloncesto— o que Anteto le acusase de flopping, en la siguiente jugada, Aldama cogió la pelota y se cascó un triple punteado en su cara. Gestito de aquí estoy yo incluido. Uno de esos momentos deben cambiar dinámicas.

¿La reacción de Scariolo? En los minutos calientes, Aldama estuvo en pista. Fue el mejor y el italiano lo reconoció. España sigue teniendo complicado las medallas, todavía a medio camino de generaciones, con Sergio Llull y Rudy Fernández dando sus últimos regalos, y con jóvenes como el canario arrancando motores. Es difícil imaginar metal sin Aldama de estrella. Despertó.

Giannis Antetokounmpo. 2,11 metros de altura, 2,21 metros de envergadura, primera zancada prodigiosa, segundo paso letal. ¿Quién puede parar a una superestrella de la NBA que ha conquistado el anillo y el MVP? Pues si tiene el día, nadie. Pero, igual que una casa no hace un hogar, un jugador no hace un equipo. Y ahí es dónde destaca la España de Sergio Scariolo, un combinado que (casi) siempre rinde por encima de sus posibilidades y que, ante la Grecia de Anteto, volvió a exhibir sus mejores cualidades para dar un golpe sobre la mesa y depender de sí mismo para estar en los cuartos de final de los Juegos Olímpicos. Y ahí, en los momentos de la verdad, Santi Aldama dio el paso al frente que tanto se le pedía. Un jugador con potencial generacional que, por fin, se desquitó con una actuación a la altura de las expectativas.

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