París acogió los peores Juegos Olímpicos de la historia: "Fue un milagro sobrevivir a esa edición"
La capital francesa acogerá el evento por tercera vez en su historia. La primera fue en 1900 por el empeño del barón de Coubertin y resultó un absoluto fracaso corregido en los de 1924
"Ha sido un milagro que los Juegos Olímpicos hayan sobrevivido a esta edición". El empeño del barón de Coubertin, fundador del evento y presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), tornó en realidad en 1900 y París acogió sus primeras Olimpiadas modernas. Un fracaso absoluto manifestado en cuatro meses de pruebas con contratiempos de todo tipo. Hubo deportistas que conocieron que eran campeones olímpicos muchos años después. Esta es la historia.
El I Congreso Olímpico se celebró en 1894 en Sorbona -en París, por iniciativa del barón- para recuperar el evento deportivo de mayor envergadura. Los Juegos Olímpicos llegaron a París en 1900, pero no serían los primeros modernos, como Coubertin deseaba. Los delegados del COI manifestaron su desacuerdo con realizar una extensa espera (seis años). Y se fijaron los de Atenas en 1896.
Aunque Atenas afrontó numerosas vicisitudes en la búsqueda de la financiación, aquella fue una edición para la historia. Esto provocó que el rey Jorge I solicitara al COI, con el apoyo de los atletas estadounidenses, que la ciudad se convirtiera en la sede permanente de los Juegos Olímpicos. Y, claro, esta decisión contrastaba por completo con los intereses de Coubertin.
El poder de persuasión del astuto barón sirvió para convencer a los miembros del COI de que no apoyaran la propuesta. Esta decisión se transformó casi en un conflicto diplomático porque los griegos acabaron enfurecidos: "(Coubertin) es un ladrón que intenta privar a Grecia de una de sus joyas históricas".
El árbol en el centro de la pista
París, por tanto, acogió sus primeras Olimpiadas simultáneamente a la Exposición Universal (EXPO). 1.066 deportistas se dieron cita en Francia, en la primera edición que permitió la participación de mujeres, aunque sólo hubiera siete en aquella ocasión.
Las mujeres no fueron la única novedad de aquella edición, que contó también con nuevos deportes: se incorporaron la vela, el boxeo, el polo, el remo, el fútbol, el rugby y el tiro con arco. Otros, en cambio, tuvieron el mismo denominador común, la precariedad en los espacios habilitados para sus pruebas.
El atletismo, por ejemplo, tuvo anécdotas inverosímiles. Los 100 metros se disputaron en una recta inclinada y con baches, mientras que los 500 fueron en una pista ovalada. Las pruebas de lanzamiento de disco y de jabalina se celebraron en una pista de hierba que tenía árboles en el centro, así que los discos acabaron entre las ramas. Y la jabalina entre los troncos.
La retirada del rival
Esta edición fue la única que no contó con ceremonia de inauguración y de clausura. En waterpolo, sólo hubo dos selecciones que se apuntaron, Inglaterra y Francia. Cada equipo jugó con sus propios normas y el colegiado, alemán, aplicó el reglamento teutón. El partido acabó en una inevitable tangana.
Fue la primera participación de España en unos Juegos Olímpicos, y la primera medalla. Francisco Villota y José de Amézola lograron el oro en pelota vasca sin necesidad siquiera de vencer a Francia en la final. Sus rivales se retiraron tras un conflicto con la organización por la normativa.
La medalla, sin embargo, no fue reconocida hasta 2004, cuando el COI revisó las pruebas y reconsideró el medallero. El criterio aplicado se basó en cuatro reglas: la participación internacional, el carácter abierto, sin hándicaps y que los deportistas fueran amateurs.
La imposición de Coubertin
Los Juegos se celebraron en paralelo a las competiciones deportivas de la EXPO y en el mismo recinto. Por tanto, hubo confusión entre los atletas al desconocer en qué evento estaban compitiendo. De ahí que hubiese atletas que conocieran muchos años después que habían sido campeones olímpicos. Además, ni siquiera hubo entregas de medallas.
Coubertin no se quedó satisfecho y volvió a la carga años más tarde. En 1924, impuso de nuevo a París al argumentar que dejaría, como así ocurrió un año después, la presidencia del COI. Aquellos estuvieron a la altura y son el motivo por que la capital francesa acoge los de este verano. Porque se cumple el centenario de los últimos que albergaron.
"Ha sido un milagro que los Juegos Olímpicos hayan sobrevivido a esta edición". El empeño del barón de Coubertin, fundador del evento y presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), tornó en realidad en 1900 y París acogió sus primeras Olimpiadas modernas. Un fracaso absoluto manifestado en cuatro meses de pruebas con contratiempos de todo tipo. Hubo deportistas que conocieron que eran campeones olímpicos muchos años después. Esta es la historia.
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