Es noticia
Pablo Abián, otra víctima de la 'medallitis', pasa de puntillas por sus cuartos Juegos
  1. Deportes
  2. Juegos Olímpicos
'APAGÓN' SIN CAROLINA MARÍN

Pablo Abián, otra víctima de la 'medallitis', pasa de puntillas por sus cuartos Juegos

Al igual que la representante femenina, Clara Azurmendi, el mejor jugador español de bádminton fue ignorado por TVE, a pesar de que se medía con el vigente campeón olímpico

Foto: Pablo Abián, en su partido contra el chino Chen. (Reuters)
Pablo Abián, en su partido contra el chino Chen. (Reuters)

Guste o no, es la cruda realidad de los deportes olímpicos. Interesan cada cuatro años, salvo en esta ocasión que, por culpa de la pandemia, han sido cinco. La gloria o el fracaso en los Juegos lo marca el hecho de colgarse una medalla, y en los de Tokio 2020 no iba a ser una excepción. Lógicamente, si la presea es de oro, mejor, aunque las de plata y bronce también valen para ser portada, salir en los telediarios o que una radio contacte con los familiares del afortunado o la afortunada. A partir de ahí, si no estás en el podio, poco o ningún protagonismo puedes esperar. Como mucho, un breve reconocimiento al esfuerzo realizado.

Curiosamente, está escrito con motivo de los Juegos de Río 2016, aunque tiene vigencia y suena de lo más actual: "La 'medallitis', una epidemia que se propaga cada cuatro años y para la que no hay vacuna". Quién nos iba a decir que cinco años después, precisamente uno más de lo habitual por su culpa, una pandemia iba a ser protagonista en Tokio, donde se compite gracias a que hay vacuna. Contra el covid, pues contra la 'medallitis' sigue sin haberla. ¿Qué ha sido del espíritu olímpico resumido en aquello que dijo el barón de Coubertain de que lo importante es participar?

Foto: Clara Azurmendi, en su debut olímpico contra la coreana An Se-Young. (REUTERS)

Podrían ponerse otros ejemplos, pero hay uno que es especialmente revelador. Sobre todo porque también sirve para ponderar que los éxitos no entienden de género, por más que sea evidente que el deporte femenino merezca más visibilidad de la que habitualmente se le da. Este es el caso de Pablo Abián, representante español en los Juegos de Tokio en bádminton, un deporte que es conocido gracias a los éxitos de Carolina Marín, cuya ausencia en Japón a causa de una lesión ha supuesto un incomprensible apagón informativo en algunos medios, especialmente el que supone que mira por el interés general.

Al igual que sucedió con Clara Azurmendi, quien ocupó la plaza de la onubense al estar clasificada por 'ranking' y debutó el pasado sábado ante la coreana An Seyoung, la número ocho del mundo, para dos días después estrenar victoria contra la nigeriana Adesokan, sabido era que el paso de Pablo Abián por Tokio no iba a tener la misma repercusión que hubiera tenido el de Carolina. Aunque una cosa es eso y otra bien distinta que ninguno de los cuatro partidos, los dos de la donostiarra y los dos del zaragozano, se haya podido ver en directo por la televisión pública.

placeholder Chen Long, vigente campeón olímpico, en el partido contra Pablo Abián. (Reuters)
Chen Long, vigente campeón olímpico, en el partido contra Pablo Abián. (Reuters)

Abián, cuyo mayor éxito internacional es un oro en los Juegos Europeos de Bakú 2015, ha disputado en Tokio sus ​cuartos Juegos Olímpicos, tras los de Pekín 2008, en los que acabó 33º, Londres 2012 (17º) y Río de Janeiro 2016 (14º). Este miércoles disputó el pase a octavos de final contra Chen Long, el vigente campeón olímpico, tras arrollar en el primer partido de su grupo al estonio Ral Must por 21-7 y 21-11, un resultado incluso mejor que el del propio chino, sexto cabeza de serie, que lo hizo por 21-10 y 21-9.

Imbatible en España desde hace 15 años

El reto, evidentemente, era mayúsculo, pero, como avisó Abián, iba a intentar que España estuviera "en lo más alto". Es verdad que en un principio este duelo coincidía con el partido de fútbol entre España y Argentina y el de balonmano de los Hispanos contra Brasil. Sin embargo, y como suele ser costumbre en bádminton, al final el partido de Pablo Abián contra Chen Long empezó con retraso, cuando ambos partidos ya habían terminado. Pero dio igual. Una vez más, solo pudo verse bádminton a través de Eurosport, y de pago.

Justo antes de cumplir 36 años y viajar a Tokio, el zaragozano se proclamó doble campeón de España en Cartagena, pues no solo se impuso en individuales, sino también en dobles, con su inseparable compañero y también entrenador, su hermano Javier. Pablo acumula 15 años sin conocer la derrota ante un jugador español en la modalidad de individual en competición oficial. Esta condición de invicto comenzó a fraguarse en mayo de 2006 en Manises, donde logró alzarse con el triunfo tras derrotar a Sergio Llopis en la final y a José Antonio Crespo en semifinales.

Precisamente Crespo, nombrado recientemente director del Centro de Tecnificación de Madrid, fue el último jugador español que derrotó a Abián en un partido oficial. Fue en abril de 2006 en el Gran Premio de Alicante. Desde entonces, ningún otro ha sido capaz de acabar con la hegemonía del jugador del Recreativo IES La Orden. Es verdad que los éxitos de Pablo Abián están muy lejos de los de Carolina Marín, de ahí que nunca haya despertado mucho interés informativo. Sin embargo, el puesto 17º en el que ha terminado los Juegos de Tokio, casualmente el mismo que la donostiarra Clara Azurmendi, tiene mucho mérito y ambos han pasado prácticamente inadvertidos.

No olvidemos que el bádminton es un deporte minoritario en España, pero con millones de practicantes en todo el mundo, algo que siempre se ha puesto en valor para entender las gestas de Carolina Marín y que también debería servir para apreciar lo hecho por sus compañeros. Quién sabe, será porque, como afirma el periodista y escritor andaluz Jesús Benítez, "vivimos un proceso de 'jibarización' argumental en pos de la síntesis, hasta tal punto que un artículo comienza y acaba con su titular". Claro que en el caso de TVE, lejos de sintetizar con el bádminton, directamente han optado por el apagón...

Guste o no, es la cruda realidad de los deportes olímpicos. Interesan cada cuatro años, salvo en esta ocasión que, por culpa de la pandemia, han sido cinco. La gloria o el fracaso en los Juegos lo marca el hecho de colgarse una medalla, y en los de Tokio 2020 no iba a ser una excepción. Lógicamente, si la presea es de oro, mejor, aunque las de plata y bronce también valen para ser portada, salir en los telediarios o que una radio contacte con los familiares del afortunado o la afortunada. A partir de ahí, si no estás en el podio, poco o ningún protagonismo puedes esperar. Como mucho, un breve reconocimiento al esfuerzo realizado.

Juegos Olímpicos Clara Azurmendi
El redactor recomienda