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La halterofilia, el deporte olímpico más ‘sucio’, se arriesga a que Tokio sea sus últimos Juegos
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Lydia Valentín, gran baza en 87 kilos

La halterofilia, el deporte olímpico más ‘sucio’, se arriesga a que Tokio sea sus últimos Juegos

Acosado por pruebas continuas de dopaje encubierto en numerosos países, el levantamiento de peso tiene la última oportunidad para salvarse de la descalificación olímpica por ser la modalidad con más medallas 'sucias' de la historia (medio centenar)

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Hace cinco años, antes de conquistar el bronce en Río de Janeiro, Lydia Valentín era ya campeona olímpica, pero no había podido celebrarlo: fue declarada medalla de oro oficiosa después de los Juegos de Londres 2012, tras ser descalificadas las tres ocupantes de aquel podio por dopaje. La deportista leonesa hizo unas duras declaraciones antes de la competición carioca: “Sí, se permiten las trampas en nuestro deporte. Ahí están los casos... Rusia no ha venido este año en ninguna categoría. ¿Por qué? Necesitamos justicia. La gente se tiene que enterar. El dopaje debe estar superperseguido”. Minutos después de aquella rueda de prensa en la Villa Olímpica, el entonces presidente de la federación española (y vicepresidente de la europea), Emilio Estarlich, añadió que “las multas y las sanciones individuales no han servido para nada. Hay que ir a tope a por los países, a lo bestia… Si no, no se va a solucionar nunca”.

A pesar de los discursos oficiales y las promesas sobre un mayor control de las trampas químicas, los Juegos de la pandemia podrían ser el último evento olímpico para el levantamiento de peso después de décadas de medallas falsas y podios robados. “La situación es cada vez más y más grave”, avisó a finales de febrero el presidente del Comité Olímpico Internacional, Thomas Bach, ante la profunda crisis de esta disciplina clásica, basada principalmente en la fuerza muscular. “Si la halterofilia continúa acumulando dudas y los podios rediseñándose al ritmo de los controles, el COI tendrá que evaluar su lugar en el programa de los Juegos Olímpicos de 2024 en París y en futuras ediciones”, amenazó el alemán.

placeholder Thomas Bach, presidente del COI, este miércoles. (EFE)
Thomas Bach, presidente del COI, este miércoles. (EFE)

El riesgo aumenta por el regreso a la pista olímpica de los atletas rusos, aunque en cantidad muy reducida, tras ser excluidos dos años de competiciones internacionales por el programa de dopaje estatal descubierto en la década pasada. Lamentablemente, la halterofilia se ha convertido en el deporte más ‘sucio’ de las Olimpiadas: medio centenar de atletas han sido desposeídos de sus medallas a lo largo de la historia. (De hecho, el oro de Londres no fue el primer trofeo retrasado que ha recibido Lydia Valentín a lo largo de su carrera: en Pekín 2008, terminó quinta clasificada, pero tiempo después sería declarada subcampeona olímpica por la eliminación de tres rivales dopadas).

La halterofilia, que figuró en los primeros Juegos de la era moderna —Atenas 1896—, se convertiría en el primer deporte excomulgado desde el fútbol (en 1932). Pero aunque no se llegue a esta solución drástica, el COI reducirá invariablemente el número de competiciones y de participantes para los Juegos de París 2024, hasta en un 50%. La aparición a comienzos de 2020 de un reportaje de investigación de la cadena alemana ARD en el que quedaba de manifiesto que la “cultura de la corrupción” estaba pudriendo la Federación Internacional de Halterofilia (IWF) confirmó definitivamente las sospechas del mundo del deporte: ocultación masiva de pruebas antidopaje positivas, muestras falsas de orina con otros deportistas similares, sobornos a funcionarios, etc.

Esteroides anabolizantes

Los esteroides anabolizantes, que aumentan la masa muscular, son la sustancia mágica de los halterófilos, muy diseminada por Europa central (cuna tradicional de los grandes campeones). En los últimos años, ha habido deportistas suspendidos de Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, China, Moldavia, Kazajistán, Turquía y Ucrania, además de Rusia. Y en los Juegos de Tokio no habrá representantes de levantamiento de peso de Tailandia, Egipto, Malasia y Rumanía, apartados por el COI.

Foto: Lydia Valentín posó así en el Teatro Real. (EFE)

La emisión del programa en Alemania produjo una ola incontenible de repulsa que terminó descabezando la IWF, inmersa en un proceso aparente de reforma desde la dimisión del rumano Tamas Ajan hace un año y medio, aunque el vodevil vivido por la presidenta interina, la estadounidense Ursula Garza Papandrea (que llegó con la tarea de higienizar su deporte, pero fue sustituida dos veces en cuatro días), produjo estupor en el olimpismo. Este año, la Agencia Mundial Antidopaje ha prometido ya apretar las tuercas a los levantadores: “Algunos deportes se consideran más arriesgados que otros, y, por supuesto, se pondrá énfasis en ellos (...) El levantamiento de pesas es uno de ellos”, afirmó el mes pasado Olivier Niggli, director general de la Agencia Mundial Antidopaje.

Lydia cambia de categoría sin competir

Lydia Valentín, la gran baza española en esta modalidad para Tokio 2020, ha llegado a sus últimos Juegos Olímpicos de forma bastante peculiar. Convocada para competir en abril en los Europeos de halterofilia de Moscú, donde buscaba cerrar su clasificación para Japón, no viajó finalmente a Rusia por una gastroenteritis aguda, según informó la federación española. La española era la favorita al oro en la prueba de 76 kilos y tenía al alcance de su mano el billete a Tokio en su propia categoría, pero aún podía clasificarse para los Juegos en los campeonatos Sudamericano e Iberoamericano de Cali, a celebrar el mes siguiente.

placeholder Lydia Valentín, en Río de Janeiro 2016. (EFE)
Lydia Valentín, en Río de Janeiro 2016. (EFE)

Sin embargo, Valentín no compitió en Colombia: se pasó a un peso superior (11 kilos superior: 87), y con el mero acto de acudir al pesaje de un torneo oficial entró en el escalafón; con las marcas acumuladas, era la sexta mejor levantadora del planeta, entrando holgadamente en las ocho plazas olímpicas asignadas. El negocio es más jugoso aún, dado que tres de las atletas que figuran por encima de ella no estarán en Tokio —debido a los cupos nacionales—. La española es ahora la tercera mejor halterófila de las competidoras en Tokio y una de nuestras principales aspirantes a medalla en el que podría ser la despedida de este deporte olímpico.

La tesitura de los levantadores de peso viene adicionalmente complicada por la escasa popularidad de este deporte entre las generaciones jóvenes y la marcada tendencia del COI a aceptar modalidades espectaculares como el ‘breakdance’ o el ‘skate’ (que debutará en Tokio), siempre con vocación de atraer a nuevos públicos mediante plataformas digitales. Pueden esperarse frecuentes visitas de técnicos antidopaje este año en la desangelada ‘burbuja’ nipona; su labor será seguro mejor que la inefable chapuza de Río 2016, donde la mitad de las pruebas contra el fraude no se llegó a realizar por inasistencia de los atletas, por asombroso que parezca.

Hace cinco años, antes de conquistar el bronce en Río de Janeiro, Lydia Valentín era ya campeona olímpica, pero no había podido celebrarlo: fue declarada medalla de oro oficiosa después de los Juegos de Londres 2012, tras ser descalificadas las tres ocupantes de aquel podio por dopaje. La deportista leonesa hizo unas duras declaraciones antes de la competición carioca: “Sí, se permiten las trampas en nuestro deporte. Ahí están los casos... Rusia no ha venido este año en ninguna categoría. ¿Por qué? Necesitamos justicia. La gente se tiene que enterar. El dopaje debe estar superperseguido”. Minutos después de aquella rueda de prensa en la Villa Olímpica, el entonces presidente de la federación española (y vicepresidente de la europea), Emilio Estarlich, añadió que “las multas y las sanciones individuales no han servido para nada. Hay que ir a tope a por los países, a lo bestia… Si no, no se va a solucionar nunca”.

Lidia Valentín
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