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Los paralímpicos vistos a través de la mirada de periodistas en silla de ruedas
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Los paralímpicos vistos a través de la mirada de periodistas en silla de ruedas

Una minoría de periodistas en silla de ruedas cubren los Juegos Paralímpicos de Río con una mirada diferente y una mayor empatía. "Ellos conocen mi realidad y yo la suya", dicen

Foto: Una periodista trabajando en los Juegos Paralímpicos (EFE)
Una periodista trabajando en los Juegos Paralímpicos (EFE)

Desde el pasado 7 de septiembre el Parque Olímpico de Río de Janeiro se ha llenado de sillas ruedas. La mayoría pertenece a atletas que participan en los XV Juegos Paralímpicos. Otros son visitantes discapacitados que acuden a las instalaciones de Barra de Tijuca para ver algunas de las 528 competiciones previstas hasta el 18 de septiembre. También hay una minoría de periodistas en silla de rueda que cubren estos Juegos con una mirada diferente.

Foto: Álex Sánchez Palomero celebrando su subcampeonato en triatlón. (@AlexPalomero)

Es el caso de Jairo Marques, redactor de la Folha de S. Paulo, el principal periódico de Brasil. Jairo tiene un blog en el que aborda aspectos de la vida de los minusválidos y de ciudadanía. Son reportajes sobre personas que, a pesar de las diferencias físicas, sensoriales, intelectuales o de edad, consiguen vivir de forma plena. Para estos Juegos Paralímpicos está realizando una cobertura diferente, con foco en las historias personales y de superación que hay detrás de la trayectoria de algunos de los 4.360 atletas que participan en esta edición.

En su opinión, el hecho de informar desde una silla de rueda le otorga una mirada completamente diferente de este evento deportivo. "No tiene sentido comparar lo incomparable. Los Juegos Paralímpicos tienen un enorme valor social. Yo mismo como periodista paso por unas dificultades enormes aquí en el Parque Olímpico, que tienen a ver con esta mirada y con una cierta falta general de sensibilidad", cuenta Jairo. "En algunos de los lugares donde nos quedamos los periodistas en silla de ruedas, no hay enchufes para el ordenador y donde los hay, no conseguimos llegar porque las escaleras nos lo impiden. En los servicios para minusválidos no hay jabón, algo indispensable para nosotros, porque muchos usamos sonda y precisamos de mucha higiene”, añade.

Para este brasileño, todo en un atleta paralímpico es diferente: desde su esfuerzo hasta su cansancio. "Muchos de estos atletas no están acostumbrados a tener contacto con los grandes medios de comunicación. Se asustan. Los paralímpicos suelen valorar que yo tengo una situación diferente y me dedican su atención de otra forma. Hay mucha más empatía: ellos conocen mi realidad y yo la suya. Lo que me llama la atención son los colegas sin minusvalía que, en muchas ocasiones, no tienen la delicadeza de dejarnos un hueco durante las coberturas. El otro día estaba entrevistando a un atleta y había muchos periodistas literalmente encima de mí. Esto no es necesario", destaca Jairo.

Los fallos en la adaptación del parque al evento paralímpico también llaman su atención. "Hay una frase que los minusválidos en Brasil solemos decir: ‘nada sobre nosotros sin nosotros’. Es evidente que en el equipo que ha proyectado el parque no había ningún minusválido. Para mí se llevan un cuatro", señala este periodista. "Mira ese simple detalle. Cuando compras un refresco, te quitan el tapón por una razón de seguridad absurda: puedes tirar a la arena la botella entera, pero no el tapón. Ahora, imagina cómo es difícil colocar una botella abierta en el regazo y, al mismo tiempo, empujar la silla de ruedas con las manos. Está claro que vas a derramar el líquido. Si pides que te den el tapón, te responden que es imposible porque hay una regla que obviamente no ha sido pensada para personas como nosotros", reflexiona Jairo.

No es el único periodista que ve limitaciones en el día a día de los informadores minusválidos. El fotógrafo estadounidense Loren Worthington, que quedó parapléjico después de una lesión en la columna en los años 80, está lidiando a diario con los problemas de transporte. No siempre los autobuses para periodistas están adaptados y, cuando lo están, los conductores no tienen mucha idea de cómo usar el mecanismo que permite el acceso de las sillas de ruedas.

Foto: Tras los Juegos Olímpicos de Río, ya aparecen en el horizonte los Paralímpicos. (Pilar Olivares/Reuters)

Hubo un día en que Worthington, que también cubrió los Juegos Panamericanos de Toronto, esperó más de una hora el autobús en frente al Centro Olímpico de Tiro, en Deodoro. Cuando por fin llegó, el conductor no encontraba la llave para poner en funcionamiento el elevador del vehículo y tuvo que recurrir a la ayuda telefónica de su jefe. "Se nota que el conductor no está acostumbrado a usar estos equipamientos y que no tuvo entrenamiento. En Toronto fue más fácil en cuanto a la comunicación, porque todos hablan inglés, pero también había problemas. Ya estuve con mi mujer en otros países y siempre encontramos ayuda. Pero el transporte suele ser lo más difícil", cuenta este fotógrafo.

El alemán Joan Wengert también opina que la logística podría ser mejorada. Este redactor de 23 años usa silla de ruedas y trabaja para el ‘Paralympic Post’, un portal ligado al ‘Paralympics Zeitung’ y al ‘Tagesspiel’ de Alemania. "Hemos estado en otros Paralímpicos antes. Yo estuve en Sochi (Rusia) hace dos años. En Río de Janeiro la gente es muy abierta y disponible, pero en comparación con Sochi la organización es un poco más complicada. Todo funciona, pero casi nunca a la primera. Podría estar mejor estructurado”, asegura.

Joan trabaja para la edición online, que hace noticias diarias sobre las competiciones. "En realidad el Parque Olímpico está bien adaptado para las personas con deficiencia. Me he sorprendido positivamente. Yo no diría que hay un verdadero problema de organización: simplemente hay que preguntar a muchas personas antes de llegar al sitio deseado", dice este joven.

Su impresión es que ser parapléjico no le hace mejor periodista. "Nuestro equipo es mixto y está muy conectado con los Juegos Paralímpicos. Muchas veces tenemos el mismo enfoque. Yo pienso y espero que los periodistas que están aquí miren estos Juegos como un evento deportivo y no como un evento deportivo para discapacitados", señala Joan. "Por supuesto, yo mismo juego baloncesto en silla de ruedas y entiendo muy bien este deporte, pero creo que otros periodistas pueden hacer el mismo trabajo con la misma calidad. Creo que somos todos iguales", agrega. "Todos estamos cualificados para escribir sobre estos deportes. Lo que más cuenta en este caso es nuestra capacidad como redactores y no tanto la discapacidad que tienes. Lo que es realmente importante es que todo el proyecto sea inclusivo", asegura Anne Balzer, compañera de Joan en la misma publicación.

El británico Steve Brown, que trabaja en Channel 4 y juega rugby en sillas de ruedas, también comparte esta visión de igualdad. "Yo jugué en dos Paralímpicos y sinceramente no veo mucha diferencia entre periodistas con y sin discapacidad. Hay buenos y malos periodistas. Esto es todo", declara este reportero, que valora positivamente las instalaciones deportivas. "No creo que deberían mejorar. Cada uno hace lo mejor con lo que tiene. Todo es relativo, depende del presupuesto que tiene cada comité", añade.

"Debe ser porque en sus países lo tienen mejor y aquí se mueven en este espacio adaptado, que equivale a Disneylandia para un minusválido. Pero en el resto de Río de Janeiro no es fácil desplazarse en silla de ruedas. Los adoquines de Copacabana son terribles para una silla de ruedas: es un atentando para las personas con deficiencia. Las rampas tienen demasiada inclinación. Mi nota baja es por estos fallos, pero sobre todo porque no estoy sintiendo el espíritu de inclusión", afirma Jairo.

A pesar de esta sensación, este periodista brasileño cree que los Juegos Paralímpicos están siendo un éxito en varios sentidos, sobre todo en cuando a público se refiere. "Lo mejor de todo es ver a tantas familias. Para un minusválido es muy importante que los padres acostumbren a sus hijos a mirar la diferencia con normalidad. Hay mucha gente vibrando por atletas sin piernas, sin brazos o ciegos. Creo que este evento está siendo una grande escuela. Muchas personas se llevarán estos valores con ellos", concluye Jairo.

Desde el pasado 7 de septiembre el Parque Olímpico de Río de Janeiro se ha llenado de sillas ruedas. La mayoría pertenece a atletas que participan en los XV Juegos Paralímpicos. Otros son visitantes discapacitados que acuden a las instalaciones de Barra de Tijuca para ver algunas de las 528 competiciones previstas hasta el 18 de septiembre. También hay una minoría de periodistas en silla de rueda que cubren estos Juegos con una mirada diferente.

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