"Dormiré tranquila por las noches porque sé que nadie me quitará mis medallas"
La haltera española ha pasado de no tener medallas en Juegos Olímpicos a tener tres -oro, plata y bronce- en apenas un mes. Una proeza que la convierte en historia del deporte español
El momento más glorioso para cualquier deportista olímpico es, probablemente, subirse al podio, escuchar el himno de su país y agacharse para ser condecorado con una medalla. Un momento tan especial que hizo que Carolina Marín o Ruth Beitia, que no lloraron durante la celebración de sus medallas, no pudieran reprimir las lágrimas. Un instante que se da cada cuatro años después de largas sesiones de preparación.
Lydia Valentín pudo vivir ese instante en los Juegos de Río 2016. Por fin pudo posar con su habitual sonrisa y su medalla de bronce colgada del cuello después de levantar un peso imposible para el resto de los mortales. Pero ese instante se pudo haber repetido en Pekín ocho años antes. Y también en Londres, hace cuatro.
"Yo puedo dormir tranquila todas las noches porque sé que nadie me quitará la medalla", dice Lydia al saber que nadie le arrebatará las preseas que oficiosamente ha conseguido en Pekín y Londres. "Estoy muy contenta de ser historia del deporte español", añade, ya que es la única medallista de halterofilia en la historia del país y la que ha conseguido firmar tres medallas en tres Juegos Olímpicos consecutivos, algo inédito en España.
Y lo ha hecho pese al dopaje, que ha ensuciado mucho el nombre de su deporte. Las noticias sobre las trampas que se cometen en esta disciplina siguen saliendo, pero Lydia no pierde la ilusión y la fe en el espíritu olímpico de la halterofilia. "Ahora soy un referente para la gente limpia, demuestro que con trabajo, dedicación y sin trampas se puede aspirar a una medalla olímpica. Me hace mucha ilusión inspirar a futuras generaciones", asegura la haltera, que ha pasado de no tener medallas a poseer tres en apenas un mes.
Cuestionada por si el dopaje puede hacer que los patrocinadores huyan de la halterofilia, Lydia Valentín se mostró bastante despreocupada. "Nos da igual", asegura. Porque "la halterofilia española es limpia" y representa "el espíritu olímpico". Por tanto, apostar por este deporte en España, según ella, no supone un riesgo. "Quizá en Rusia, sí", afirma la haltera.
"Ahora soy un referente para la gente limpia. Me hace ilusión inspirar a futuras generaciones"
A pesar de ello, la llegada o no de patrocinadores no es algo que preocupe a Lydia. "Hemos trabajado muchos años a la sombra, con mínimos recursos porque no teníamos medallistas. Ahora sabemos por qué: porque el resto iban dopados y no teníamos las mismas condiciones".
Y ahora, a reclamar
A Lydia Valentín le queda lo más duro. Ella quiso olvidarse de su presea dorada de Londres y todo lo que ello conlleva. Estaba en plenos preparativos para ir a Río de Janeiro, donde aspiraba a conseguir por fin una medalla y subir al podio con ella. Nada podía desconcentrarla. Pero ahora, cuando vuelva en septiembre a los entrenamientos, la Federación Española de Halterofilia tendrá que intentar oficializar con el COI los títulos de la deportista y, además, tratar que el COE le pague los premios por sus triunfos.
"Es agosto, todo está paralizado porque hay mucha gente de vacaciones, pero tanto Alejandro Blanco [presidente del COE] como Miguel Cardenal [presidente del CSD] me dijeron que me ayudarían en todo lo posible". Fuentes del COE aseguraron que en septiembre habría una reunión para solucionar estos casos, algo que Lydia confirma: "Nos reuniremos para ver cómo hacer la reclamación".
Un dinero que le vendría muy bien a Lydia Valentín, no solo para poder hacer su vida, sino para "tener un mejor equipamiento, un mejor equipamiento médico y unas mejores prestaciones", asegura. Vamos, para que sus entrenamientos se hagan en unas condiciones a la altura de una campeona olímpica que permita que ella crezca y, al mismo tiempo, dejar un legado.
Además de reclamar "lo que le pertenece", como ella misma dice, la mente de Lydia ya está en Tokio 2020. Aunque a largo plazo: "Ahora quiero relajarme y recuperarme", asegura. Después se volverá a preparar para participar en Mundiales y Europeos, aunque con otra mentalidad. "Quiero disfrutar del camino y de la preparación olímpica". Con tres medallas en el bolsillo, "ya no hay obsesión" por subirse a un cajón en unos Juegos Olímpicos.
El momento más glorioso para cualquier deportista olímpico es, probablemente, subirse al podio, escuchar el himno de su país y agacharse para ser condecorado con una medalla. Un momento tan especial que hizo que Carolina Marín o Ruth Beitia, que no lloraron durante la celebración de sus medallas, no pudieran reprimir las lágrimas. Un instante que se da cada cuatro años después de largas sesiones de preparación.
- Lidia Valentín consigue la foto y la medalla que le quitaron en Londres Mario Cortijo
- Un gran final de los Juegos da a España su mejor resultado desde Barcelona Darío Ojeda. Río de Janeiro Gráfico: Jesús Escudero