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Lo que esconde el oro de Marcus Walz: "No le gustaba el fútbol y se puso a remar"
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el relato del primer entrenador del campeón

Lo que esconde el oro de Marcus Walz: "No le gustaba el fútbol y se puso a remar"

El primer entrenador de Marcus Walz recuerda cómo fueron los primeros años del oro olímpico. Llegó al piragüismo de casualidad y en Río culminó el duro trabajo de muchos años

Foto: Marcus Cooper Walz ganó una medalla de oro que nadie esperaba. (EFE)
Marcus Cooper Walz ganó una medalla de oro que nadie esperaba. (EFE)

De un perdido lugar en el mundo a tocar el cielo a golpe de palada. Antes de tiempo, porque no tiene edad para ser considerado un piragüista ya formado. Lo normal es que con 21 años se estén dando los últimos pasos para alcanzar la madurez. Su caso es excepcional, más después de firmar una carrera inolvidable, con una brutal remontada que solo los más cercanos podían prever. Marcus Cooper Walz dio a España una medalla de oro de primera categoría en los Juegos de Río, por lo inesperada y por ser fruto de una exhibición excepcional. Pocos mejor que su primer técnico para explicar la hazaña. “Ganar, ganar y ganar” es su filosofía como deportista, resume en charla El Confidencial Joel Badía, el entrenador del atleta, el que le fue moldeando poco a poco durante sus primeros años. “Ahora ya no le puedo decir nada de piragüismo”, dice con una sonrisa. “No tiene edad para ser un buen piragüista, pero siempre he creído en él”, resume al valorar el hito, antes de hacer un repaso por la vida del campeón.

En Portopreto, una pequeña localidad costera de Mallorca, no hay muchas cosas que hacer. Disfrutar del entorno y poco más. Un lugar para descansar y relajarse. Sucedió que algunos amigos se habían apuntado a hacer piragüismo en el pequeño y modesto Real Club Náutico Portopetro, y Marcus se animó también. Vivía a unos tres kilómetros, en Cala d'Or, y nunca se había planteado remar. “Llegó tarde a este deporte, ya que lo normal es que se empiece a los nueve o 10 años, porque luego cuesta más”, destaca Joel, que recuerda que “jugaba al fútbol, pero no le gustaba mucho”. Y así fue como Marcus empezó a labrar su leyenda. Como el balón que tantos millones mueve en el planeta no le llenaba, se subió en una canoa y le fue de maravilla. “Veía que sí podía competir mejor de tú a tú, en un deporte en el que se la jugara en solitario. Ingresó para pasarlo bien con los amigos, sin más pretensiones. Ahora, viéndolo todo con perspectiva, tiene mucho más mérito sabiendo de dónde salió”.

Alto rendimiento

En el Real Club Náutico de Portopetro, el personal alucinaba. Nadie esperaba que Marcus se colgara el oro. Alrededor de diferentes pantallas, los más cercanos al palista no podían dar crédito a lo que veían. Cuando se puso en mano de Joel, simplemente le adiestra, junto a otro grupo chavales, para que disfrute del piragüismo y de la naturaleza. Sin más. Ocurre que a medida que pasa el tiempo, el campeón olímpico empieza a destacar. “Muchísimo”, enfatiza el ya exentrenador, alejado del piragüismo desde hace tiempo. Este reducido grupo de palistas disfruta, pero también mejora con el tiempo. Llega un momento en el que se apuesta por enfocar a los jóvenes deportistas hacia el alto rendimiento. Los entrenamientos se intensifican, al mismo tiempo que Marcus empieza a dar muestras de que dentro lleva encerrado un futuro campeón. “Tiene unas condiciones innatas para el deporte”, recalca el técnico.

Foto: El cuarto oro español, el de Marcus Cooper (Damir Sagolj/Reuters).

Los primeros éxitos van llegando, tanto para Marcus como para el equipo en general. “Era un grupo muy competitivo y todos evolucionaban muy bien. Marcus, directamente, empieza a despegar”, destaca Joel. Llega un momento en el que hay que tomar importantes decisiones si se quiere enfocar la vida del campeón olímpico hacia el mundo del piragüismo sin condiciones. Cuando tiene que pasar a la categoría Juvenil, la idea de su entrenador es que en el Campeonato de España se gane una plaza para ser reclutado en un Centro de Alto Rendimiento. Era joven para ingresar en la Blume de Madrid, pero si obtiene un buen resultado, se le abrirían otras puertas. Así fue… El destino fue el Centro de Tecnificación Deportiva de Trasona (Asturias).

También era un momento determinante en la vida de Marcus porque en aquella época, Joel Badía ya tenía decidido abandonar el mundo del piragüismo. Marcus trabajaba mucho y progresaba más, pero Portopreto era un lugar demasiado pequeño como seguir fomándose. Tenía que hacer las maletas si quería continuar creciendo con las palas. Y para obtener una plaza en un centro de formación de primer nivel, debía ganarla en un Campeonato de España. Si no firmaba un buen resultado, su carrera deportiva quedaría tocada de muerte.

Foto: Marcus Cooper Walz celebra el oro junto a su novia (Lavandeira Jr./EFE)
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Sucedió un episodio, que quiere poner en valor Badía y que se conozca. Un relato que retrata a todo un campeón. Un episodio que le cambió la vida. “Para que se sepa cómo es Marcus”, recalca Joel antes de comenzar a contar esta pequeña historia. Así comienza un suceso vital para entender el oro de Río: “Llegó la fase decisiva en la que se debía ganar una plaza para ingresar en Trasona. Teníamos que meterlo en el grupo elegido como fuera… Solo admitían a cuatro y pasó que una semana antes de un Campeonato de España sufrió una fractura, en concreto en un pequeño hueso de una muñeca. Si no participaba, perdía su posición en el 'ranking'. Le dije que debía remar como fuera, aunque el médico le había dicho que necesitaba reposo absoluto ”.

La regata perfecta

Y Joel continúa con su historia: “Le dije a Marcus que si no participaba, lo del piragüismo se acababa. Y me respondió que remaría de cualquier manera. Lógicamente, hablé con su madre para pedirle permiso y me lo dio. Con fractura y todo. Compitió, acabó en cuarta posición y logró el objetivo”. “Cada vez que tiene un objetivo entre ceja y ceja, lo consigue”. Tras ver “una regata perfecta”, muchos recuerdos se agolparon en la mente del primer maestro del campeón. “Tiene sangre fría y cabeza fría. Nunca falla. Marcus ha afrontado muchos momentos decisivos y no se equivoca”, apunta, subrayando que “se maneja muy bien al límite, nunca se raja. Siempre he creído en él, pero no me hubiese jugado nada a que iba a ganar la medalla de oro en los Juegos de Río”.

Hablamos de un deporte minoritario, la gran mayoría no conoce las interioridades de esta disciplina. La remontada fue interpretada como un golpe de genialidad o de músculo, cuando la realidad es que todo formó parte de una estrategia. “Es su manera de competir”, dice Badía, que explica de la siguiente manera la táctica que retrata a un campeón: “A mitad de carrera se deja caer, es una estrategia. En las carreras de 1.000 metros trabaja así. Cuando empieza la misma, se destaca y se coloca en los primeros lugares, pero a continuación, a los 150 metros más o menos, relaja los músculos, los oxigena. Y al final afronta los últimos 200 con mucha fuerza; es una forma de optimizar la energía. Parece que sus rivales se le escapan, pero la realidad es que al final es Marcus el que vuela”.

Agua dulce, agua salada...

Fue en la bahía del pequeño puerto, junto a un espigón de un puñado de metros de longitud, donde empezó a dar las primeras paladas. En el mar, que no es cuestión menor cuando la competición se desarrolla en agua dulce. Por eso, cuando llegaban las competiciones, empezando por la que marcó su vida y lo que luego llegó, el mérito era superior. La transmisión de la palada es diferente dependiendo de la densidad del agua. Por ello, Marcus aparecía en el lugar donde se desarrollaba la prueba un par de días de antes, para prepararse en agua dulce, ya que su entrenamiento se había realizado en el mar. “Es un talento en estado puro, una máquina… Como mallorquín que es, le colocaría al mismo nivel que Rafa Nadal o Jorge Lorenzo, aunque no sea mediático”, resume Badía.

Detrás de una medalla de oro se esconden decenas de historias que dan el valor real al éxito conseguido. El hombre que dio las primeras lecciones al campeón recuerda que “todos sus rivales se entrenan en lugares perfectamente diseñados para mejorar”, mientras Marcus Walz y sus compañeros -hacen concentraciones en diferentes lugares- se entrenan en pantanos escondidos alejados de cualquier mirada. “En alguno no hay ni cabras alrededor”, revela Badía. Con su edad, y teniendo en cuenta que en Tokio, posiblemente, ya se incluyan en el programa olímpico las regatas de 500 metros, la gran especialidad del campeón, Marcus está en disposición de ganar más medallas olímpicas porque la edad ideal está entre los 25 y los 32 años, aproximadamente. “Todo dependerá de su cabeza”, resume para terminar el feliz entrenador que diseñó un oro olímpico.

De un perdido lugar en el mundo a tocar el cielo a golpe de palada. Antes de tiempo, porque no tiene edad para ser considerado un piragüista ya formado. Lo normal es que con 21 años se estén dando los últimos pasos para alcanzar la madurez. Su caso es excepcional, más después de firmar una carrera inolvidable, con una brutal remontada que solo los más cercanos podían prever. Marcus Cooper Walz dio a España una medalla de oro de primera categoría en los Juegos de Río, por lo inesperada y por ser fruto de una exhibición excepcional. Pocos mejor que su primer técnico para explicar la hazaña. “Ganar, ganar y ganar” es su filosofía como deportista, resume en charla El Confidencial Joel Badía, el entrenador del atleta, el que le fue moldeando poco a poco durante sus primeros años. “Ahora ya no le puedo decir nada de piragüismo”, dice con una sonrisa. “No tiene edad para ser un buen piragüista, pero siempre he creído en él”, resume al valorar el hito, antes de hacer un repaso por la vida del campeón.

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